Los 51 millones de votantes italianos están convocados a las urnas hoy y mañana, para elegir al nuevo gobierno que sucederá al Ejecutivo técnico de Mario Monti. La incertidumbre es general, e incluso los analistas temen un resultado "bloqueado" en el que no resulte posible conformar en el Parlamento una mayoría para gobernar el país. Esta alternativa sería una verdadera pesadilla para Italia, que con Monti ha logrado estabilizar la crisis pero no salir de la recesión ni despejar las dudas de los mercados sobre su enorme deuda pública. Italia es la tercera economía de la zona euro, sólo por detrás de Alemania y Francia.
Indecisos. Si bien la centroizquierda de Pier Luigi Bersani (Partido Democrático y aliados) aparece como favorita frente al resucitado Silvio Berlusconi, que remontó en la recta final de la campaña, los indecisos pueden jugar un papel fundamental en los resultados y la obtención de una mayoría parece estar cada vez más lejana. El factor de incertidumbre del líder antisistema Beppe Grillo (ver aparte) suma aún más dudas.
Los italianos elegirán entre hoy y mañana a mediodía su próximo Parlamento, compuesto por 630 diputados y 315 senadores. Según el sistema parlamentario italiano, allí deben darse alianzas que permitan una mayoría sólida en ambas cámaras para formar el Ejecutivo.
Las últimas encuestas conocidas —la ley italiana prohíbe publicar sondeos durante los 15 días previos— otorgan la victoria a Bersani y aliados con un 34,7 por ciento, seguida por la centroderecha de Berlusconi con el 29 por ciento. Pero las mediciones se detuvieron mucho antes del "rally" por todo el país de Beppe Grillo, quien organizó actos de masas de decenas de ciudades. Muchos dicen que ya está segundo y su agenda "antipolítica" plantea un problema insoluble a un sistema político habituado a la negociación entre bambalinas.
Además, será clave el resultado que logre la pequeña coalición centrista que apoya al premier saliente, Mario Monti, elegido por el Parlamento para guiar al país tras la dimisión de Berlusconi en noviembre de 2011, en medio de la crisis económica. Los últimos sondeos le otorgaban un 16 por ciento.
La coalición de centroizquierda está formada por el Partido Democrático (PD), de Bersani, y por Izquierda, Ecología y Libertad (SEL), que reúne a verdes y comunistas, guiado por el gobernador de la sureña Puglia, Nichi Vendola. Si se plantea una coalición, como muchos esperan, entre Bersani y Monti, la formación de izquierda radical de Vendola será sin dudas un problema.
La centroderecha del partido Pueblo de la Libertad (PDL) de Berlusconi suma a la Liga Norte, muy arraigada en las productivas y pobladas regiones del norte italiano, así como a varias otras listas menores, como los autonomistas sicilianos de Grande Sud y los ex fascistas de La Destra.
Si la coalición de izquierda obtiene mayoría en Diputados y en el Senado, Bersani se encargará de formar gobierno y lo presidirá. Pero esto se ve como bastante improbable. Si no obtiene una ventaja suficiente en el Senado, donde el sistema electoral prevé premios de bancas según resultados regionales,la situación sería muy compleja. En ese caso podría ceder el puesto de primer ministro a Monti, siempre que este logre senadores suficientes como para garantizar la mayoría en la Cámara alta.
La posibilidad de que ninguna fuerza política logre por sí sola en el Parlamento escaños suficientes para gobernar genera incertidumbre dentro y fuera de Italia. Paradójicamente tanto la formación de Grillo como la de Monti no pueden llegar a gobernar el país, pero si pueden hacer que sea ingobernable.
Los números.Ayer, el columnista Franceso Verderami, del Corriere della Sera, observaba además de esta incertidumbre un inminente cambio de época y de generaciones en la política italiana. Pero la incertidumbre es lo más inmediato. "Los temores de una larga negociación para formar el nuevo Ejecutivo son vistos como el menor de los problemas", advierte, dado que "el verdadero riesgo" es "que los números de las futuras Cámaras no resulten componibles, y que ni siquiera la pronosticada alianza entre Bersani y Monti tenga la mayoría en el Senado". Si se cumpliera esta hipótesis "volver al voto sería un suicidio", comentó a Verderami un dirigente del PD de Bersani. "Pero dar vida a una gran coalición (según el modelo alemán) con el PDL de Berlusconi también sería un suicidio". Y mientras, "Grillo estará ahí, esperándolo, dentro y fuera del Parlamento".
Por si todo esto no fuera poco, otra incógnita es el clima. Es la primera vez desde la posguerra que se va a las urnas en invierno, y el mal tiempo podría influir en la concurrencia de votantes.