Madrid.— “Kosovo es un caso aislado y no se puede comparar con otras regiones de
Europa”, insisten muchos gobiernos de la Unión Europea (UE), que hacen hincapié en la
particularidad del proceso. Sin embargo, no han podido disipar la sospecha de que la independencia
de la provincia serbia dará nuevos impulsos a los movimientos separatistas existentes en diversos
lugares del Viejo Continente.
Hasta ahora, en estas cuestiones, se actuaba afirmando que la
invulnerabilidad de las fronteras era uno de los pilares de la estabilidad. En el caso de Kosovo,
la UE decidió que este principio no tenía vigencia, y dio paso a lo que puede convertirse en un
precedente para otras regiones.
“Kosovo es tan sólo el comienzo”, opina Francisco Veiga,
historiador de la Universidad de Barcelona. Rusia también advirtió que estas decisiones podrían
causar un efecto dominó en la zona del Cáucaso (ver aparte).
Más demandas. En Europa hay numerosos movimientos que luchan por la independencia de
determinadas regiones. Ante todo en los Balcanes, la independencia de Kosovo genera nuevas
tensiones. Estos acontecimientos podrían reforzar la demanda de los serbios en Bosnia y en el norte
de Kosovo, que quieren ser anexados a Serbia. En Macedonia, la población albanesa podría exigir
pasar a formar parte de Kosovo, con lo cual harían peligrar la existencia del país.
El temor a que se produzca un efecto dominó en los Balcanes fue lo que
llevó a algunos países de la UE como Grecia y Rumania a rechazar la independencia de Kosovo.
Chipre, por su parte, también teme que Kosovo haga escuela en el norte de la isla, ocupada por
tropas turcas.
La posición española. España considera que la independencia de Kosovo viola el derecho
internacional y teme que por ello los grupos separatistas del País Vasco, Cataluña y Galicia se
sientan confirmados en su lucha. “Una declaración unilateral de la independencia jamás ha
conducido a algo positivo”, dijo el ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos.
El periódico español El Mundo pidió que España hiciera uso de su derecho
a veto para evitar que la UE reconociera a Kosovo como Estado.
Francia, por su parte, se ve ante los movimientos secesionistas de
Córcega y del País Vasco. Y las minorías existentes en Bretaña, en Alsacia y en la parte francesa
de Cataluña también se hacen oír.
Hace tiempo que París se había opuesto al desmembramiento de Yugoslavia
y, finalmente, también a la independencia de Kosovo, pero tras el fracaso de las negociaciones
pertinentes, el presidente Nicolas Sarkozy se manifestó a favor de una independencia que tuviera
lugar como una “transición ordenada”.
En Bélgica también existen grupos flamencos que abogan por la fundación
de un Estado propio, con lo cual hacen peligrar el Reino.
Reclamo escocés. En Gran Bretaña, entretanto, los escoceses reclaman una mayor autonomía. En
mayo de 2007, el Partido Nacionalista Escocés (SNP) fue elegido gobierno y tiene intenciones de
llamar a un referéndum sobre la independencia. Alex Salmond, líder del SNP, opina que una Escocia
independiente, dados sus yacimientos de petróleo, podría convertirse en el tercer país más rico de
la UE.