Washington. — Con apenas el 1% de la población, separados por más de 2.000 kilómetros de
distancia y con sendos sistemas arcaicos y de difícil comprensión, dos Estados empezarán a definir
en los próximos días el futuro de Estados Unidos: en Iowa y New Hampshire arrancan las primarias en
la carrera para suceder a George W. Bush. Después de un año de campaña en la que los candidatos
recaudaron más de medio millón de dólares, en poco más de un mes quedará reducida a dos
participantes una lucha que ahora incluye a quince, ocho demócratas y siete republicanos. Todos los
expertos esperan que los candidatos de los partidos republicano y demócrata se definan después del
“supermartes” 5 de febrero, cuando ya habrán votado más de la mitad de los Estados.
La pauta. Hillary Clinton y Rudy Giuliani parten como los favoritos para adjudicarse el
triunfo, según los sondeos. Pero la especial idiosincrasia del sistema estadounidense hace que Iowa
(hoy), y New Hampshire, el 8 de enero, puedan hundir al más claro aspirante y levantar al más
insospechado candidato. Ambos Estados reparten en realidad un mínimo porcentaje de los delegados
que, formalmente, elegirán a los candidatos de los dos grandes partidos en agosto y septiembre.
Pero los dos marcan una pauta ineludible para el resto del país. Analistas definieron el esquema
como “volátil”. Y aún más con las encuestas locales tan igualadas: entre los demócratas
existe un empate técnico en Iowa entre Clinton y Barack Obama, con John Edwards al acecho, y entre
los republicanos el pastor baptista Mike Huckabee superó sólo en el último mes al mormón Mitt
Romney gracias al importante papel que la religión juega en el Estado. En New Hampshire, Clinton
dispone de seis puntos de ventaja sobre Obama, pero la tendencia en las últimas semanas fue que la
distancia se estrechase. Entre los republicanos, Romney mantiene sin embargo el liderazgo gracias a
su pasado como gobernador de Massachusetts, ahora seguido por el senador John McCain, renacido tras
estar al borde de la bancarrota hace medio año. McCain ya ganó en New Hampshire en 2000 ante George
W. Bush.
El sistema en Iowa contribuye a crear confusión y a hacer los resultados
aún más impredecibles. Los “caucus” son reuniones en colegios, ayuntamientos o iglesias
en los que los miembros de cada partido debaten y deciden a qué candidato apoyar. Básicamente, cada
“caucus” apoya a un candidato, por lo que los respaldos que inicialmente vayan a otro
aspirante se pierden por completo. Al final el ganador es el que más “caucus” ganó, no
el que más votos personales obtuvo. Una vez se resuelva el jeroglífico de Iowa, se celebren las
poco importantes elecciones en Wyoming y las más sencillas primarias de New Hampshire el panorama
estará mucho más claro, pero no definido. Antes del “supermartes”, aún será necesario
pasar por más ejemplos de un sistema tan caótico como original, orgullo de los estadounidenses.