Los economistas celebran a la India como potencia económica. Políticos occidentales alaban las estructuras democráticas del país. Los turistas se someten a curas de Ayurveda en las playas indias, buscan meditación en Ashram o respiran historia en el Taj Mahal. Con el eslogan publicitario “Increíble India”, el país intenta atraer a visitantes del exterior. “Increíble India”: pero este término vale tanto para las cosas buenas como para las malas, porque la India también tiene su lado oscuro, como ha demostrado la reciente violación mortal de una joven estudiante.
La imagen de la India se ha transformado notablemente en los últimos años. En el pasado, era motivo de burla como país tercermundista con sus faquires y encantadores de serpientes. Sin embargo, tras una tímida apertura de su economía a principios de los 90, el país alcanzó tasas de crecimiento que a veces rozaban el diez por ciento.
Muchas compañías internacionales descubrieron la India, donde los sueldos son bajos y el dominio del inglés en la población es amplio, como destino para el “outsourcing” (subcontratación). Numerosas empresas extranjeras aterrizaron en el mercado indio con su creciente clase media. Un jefe de Estado o de gobierno tras otro comenzó a visitar Nueva Delhi.
“Brilla”. “India Shining” (“la India brilla”): con este lema, el gobernante partido nacionalista hindú BJP buscó en 2004 su reelección. Sin embargo, el hecho de que el BJP sufriera una sensible pérdida de apoyo electoral, sobre todo en la empobrecida población rural, demostró que ya entonces el brillo se había apagado algo. El tradicional Partido del Congreso asumió el gobierno y volvió a triunfar en 2009. Mientras tanto Rahul Gandhi, el cuarto vástago de la dinastía Gandhi-Nehru, se está preparando para convertirse algún día en primer ministro. Ya han gobernado el país su bisabuelo Jawaharlal Nehru, su abuela Indira Gandhi y su padre Rajiv Gandhi. La madre de Rahul, la italiana nacionalizada Sonia Gandhi, abandonó sus aspiraciones a dirigir el gobierno, pero entre bastidores es la figura que en realidad tiene el poder en la India.
Licencias regaladas. No es seguro que Rahul Gandhi pueda ganar con su partido las elecciones del próximo año. El descontento con el gobierno está muy extendido. Durante su segundo mandato a veces parecía que el Partido del Congreso casi había dejado de gobernar. El gobierno se está ocupando en primer lugar de sí mismo. Está siendo sacudido por escándalos que dañan no sólo la imagen del Partido del Congreso, sino también la imagen internacional de la India. Por ejemplo, se descubrió que en 2008 el gobierno había vendido a precio regalado, muy por debajo de su valor real, licencias de telefonía móvil, causando a las arcas estatales pérdidas que al parecer llegaron a varios miles de millones de dólares. La oposición habló del desfalco más grande desde la independencia de la India en 1947.
Poco después llegó el siguiente escándalo: los Juegos de la Commonwealth de 2010 en Nueva Delhi, anunciados a bombo y platillo, no sólo se vieron ensombrecidos por deficiencias mayúsculas, sino también por masivas acusaciones de corrupción. El presidente del comité organizador, un dirigente del Partido del Congreso, en breve tiene que rendir cuenta de sus acciones ante un tribunal sumario.
Apagón masivo. El pasado mes de julio, el mayor apagón eléctrico en la historia de la India puso en evidencia la enorme falta de infraestructura en el país. Durante dos días seguidos, millones de personas se quedaron sin electricidad. Aun así, en el segundo día del apagón el ministro de Energía, Sushil Kumar Shinde, fue ascendido al puesto de ministro de Interior.
No sólo la infraestructura, sino también el medio ambiente de la India está al borde del colapso: pese a varios planes de rescate, el río Yamuna, sagrado para los hindúes, está biológicamente muerto después de su paso por Nueva Delhi. Y en el aire de la capital india la concentración de partículas en suspensión es superior a la que registra Pekín, una de las ciudades más contaminadas del mundo.
Bajo crecimiento. Se podría alegar que, a pesar de todo, la economía está en auge, pero tampoco eso es ya completamente cierto. La oficina de estadística de la India calcula para el ejercicio que termina a fines de marzo un crecimiento de sólo un cinco por ciento, el nivel más bajo de la última década. Además, pese al elevado crecimiento registrado durante varios años, “la república india no ha logrado mejorar la situación de amplios sectores de la sociedad”, comentó hace poco el periódico The Hindu.
También los medios occidentales se hacen eco de los escándalos de corrupción, las deficiencias infraestructurales y la destrucción medioambiental en la India. Sin embargo, la noticia más impactante de los últimos años fue la violación multitudinaria de una estudiante en Nueva Delhi. Muchos indios esperan que el terrible crimen dé lugar a un cambio social. También a nivel internacional, el caso abrió los ojos a muchos fervorosos fans de la India.
De la “India brillante” a la “India manchada”, comentó la agencia de noticias india IANS después del tremendo eco que tuvo en Europa la bestial violación de la mujer de 23 años. “Está claro que «La increíble India» ha caído a un mundo oscuro”, escribió la agencia.