Hungría cerró ayer la principal estación internacional de trenes de Budapest a cientos de inmigrantes que tratan de avanzar hacia Europa occidental, en el mayor movimiento migratorio desde la Segunda Guerra Mundial que ya provocó récords de llegada en Austria y Alemania. Más de 350.000 personas arriesgaron sus vidas desde comienzos de año cruzando el Mediterráneo, y 2.643 fallecieron en el intento de llegar por mar a Europa, reveló ayer la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), dando idea de la amplitud del fenómeno. En Budapest, las autoridades evacuaron la estación de Keleti después de 500 migrantes, quienes en su mayoría huyen de los conflictos en Siria, Irak y Afganistán, trataran de tomar un tren a Viena.
La estación abrió luego, pero sólo para los no migrantes. La evacuación estuvo dirigida por cientos de policías, algunos de ellos antidisturbios, y se efectuó sin incidentes a pesar de la tensión. Hubo una manifestación espontánea de 200 inmigrantes delante de la estación, a gritos de "Alemania, Alemania", y "queremos irnos". "Estoy furioso", dijo Haider, un afgano de 31 años, rompiendo su billete de tren. "¿Por qué los húngaros no nos dejan marcharnos?".
El lunes, la policía de Budapest permitió a los inmigrantes que desde hace días esperaban en campamentos improvisados que tomaran el tren, a pesar de no tener visados para entrar en la Unión Europea. El resultado es que sólo ese día llegaron a Viena 3.650 inmigrantes, todo un récord este año para Austria. Según cooperantes, entre 1.500 y 2.000 refugiados seguían esperando en la zona de tránsito cerca de la estación una oportunidad para poder continuar su viaje a Austria y Alemania.
Muchos de los migrantes durmieron el lunes en la estación Westbahnhof de Viena, con la esperanza de continuar su viaje hasta Alemania, que renunció a expulsar a los sirios a su punto de entrada en la UE, y se comprometió a tratar sus demandas de asilo. Según la policía alemana, 3.500 migrantes llegaron entre el lunes y ayer a Baviera (sur) desde Austria, otro récord para esta región. Más de 20.000 personas se manifestaron en la capital austríaca en favor del derecho al asilo.
Desafío histórico. Europa hace frente a la mayor ola de inmigrantes y refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, muchos huyendo de la guerra, la persecución y la pobreza en Medio Oriente y Africa.
Mientras tanto, el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, dijo ayer en Berlín en una comparecencia con la canciller alemana Angela Merkel que la crisis migratoria es "el mayor desafío para Europa" en los próximos años. Merkel y Rajoy aunaron sus fuerzas para potenciar una política de asilo común en el seno de la UE y la puesta en marcha de centros de registro de refugiados en Grecia e Italia, requisito previo para el reparto "justo" de indocumentados. Merkel reiteró que el reparto equitativo de los refugiados entre todos los países de la UE se hará en función de su relativa fortaleza económica.
"La prioridad de Europa sigue siendo impedir que los inmigrantes pierdan la vida al intentar llegar a Europa", dijo por su parte ayer en Zagreb el presidente del Consejo Europeo Donald Tusk, quien de paso condenó las "reacciones hostiles, racistas o xenófobas".
División en la UE. La gestión de la crisis migratoria tiene dividido al bloque de los 28, que celebrarán una reunión extraordinaria sobre el tema el 14 de septiembre. El núcleo de la división política está en cómo distribuir a los inmigrantes por la UE y aliviar la presión sobre los Estados fronterizos como Hungría o Grecia, a los que los inmigrantes llegan por tierra o mar. En principio, las normas europeas estipulan que los pedidos de asilo, muy numerosos entre estos inmigrantes que huyen de conflictos, deben ser tratados en el primer país miembro de la UE al que llegan. Pero países como Hungría, que sólo en agosto recibió a 50.000 inmigrantes, sostienen que no tiene medios para tratar tal volumen de llegadas y solicitudes.
La crisis provoca constantes roces diplomáticos. Tras las críticas vertidas por Francia y Austria, Budapest convocó a los embajadores de ambos países para pedir explicaciones. En Austria se vivió un drama la semana pasada con el descubrimiento de 71 cadáveres de migrantes en un camión abandonado. Siete personas fueron detenidas en Hungría y en Bulgaria en relación con el caso.