Jovial pero exhausta, Hillary Clinton se embarcó el viernes en una gira en colectivo por el cinturón industrial de Estados Unidos apenas unas horas después de convertirse en la primera candidata a la presidencia de Estados Unidos por los demócratas. El ánimo de celebración no tardó en evaporarse ante las noticias de que piratas informáticos habían accedido a un programa que utiliza su campaña. Las sospechas recayeron en Rusia, que más tarde rechazó las acusaciones y dijo que también fue blanco de ciberataques.
El equipo de Clinton admitió que el ataque informático que había dejado al descubierto correos electrónicos del partido también había accedido a un sistema informático de la campaña de la ex primera dama. El FBI trabaja para determinar la "precisión, naturaleza y alcance" de los ataques, dijo el vocero de campaña Nick Merrill. Explicó que la brecha recién descubierta afectaba al programa de análisis de datos del Comité Nacional Demócrata, utilizado por la campaña y otras organizaciones. Expertos externos no hallaron pruebas de que los sistemas internos de la campaña se vieran comprometidos, agregó Merrill.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y expertos en ciberseguridad dijeron que Rusia era casi con certeza la responsable del ataque al Comité Demócrata. El comité demócrata de campaña de la Cámara de Representantes (baja) indicó el viernes que los atacantes habían accedido a su información.
No obstante, el Kremlin desestimó los señalamientos en su contra sobre que pirateó miles de e-mails del Comité Nacional Demócrata para favorecer al candidato republicano, Donald Trump, en la elección presidencial. "Seguimos viendo intentos de utilizar obsesivamente el tema ruso durante la campaña electoral en Estados Unidos", dijo Dmitri Peskov, vocero del Kremlin. El responsable de prensa recordó que "estas absurdas noticias" ya fueron desmentidas por varias fuentes, entre ellas WikiLeaks, cuyo fundador Julian Assange dijo que no había pruebas que refuercen las acusaciones contra Rusia. Peskov agregó que los servicios secretos rusos FSB informaron de un grave ciberataque contra 20 instituciones del gobierno y científicas, bases militares y empresas de armamento.
Los acontecimientos se produjeron después de la filtración esta semana de correos electrónicos de la Convención Nacional Demócrata, que apuntó a un favoritismo hacia Clinton por parte de la cúpula del partido durante las primarias contra Bernie Sanders. En el furor consiguiente, la presidenta del partido, Debbie Wasserman Schultz, renunció justo al inicio de la convención.
La supuesta intromisión de hackers rusos en los sistemas informáticos demócratas cobró un protagonismo aún mayor esta semana cuando el republicano Donald Trump —en unas declaraciones sin precedentes para un candidato presidencial— pidió a un país enemigo (Rusia) que espiara a su contrincante. En la ocasión invitó a los piratas informáticos rusos —dando por sentado que ellos eran los responsables del ataque a la organización demócrata— a que sacaran a la luz 30.000 correos de Clinton. "Rusia, si estás escuchando. Espero que puedan encontrar los 30.000 correos que están faltando", había dicho Trump el miércoles último. "Creo que serían altamente reconocidos por nuestra prensa". El candidato republicano aludía a unos correos que la ex secretaria de Estado no entregó a los encargados de la investigación sobre su correspondencia electrónica alegando que tenían datos personales. Clinton admitió que sus abogados eliminaron miles de correos que consideraron personales y que no pudieron ser recuperados por el FBI para determinar si alojó información clasificada en un servidor desprotegido.
Sigue la campaña. Clinton y su compañero de fórmula, el senador de Virginia Tim Kaine, intentaron en tanto devolver ayer la atención a su positivo mensaje económico, con actos de campaña en zonas en dificultades económicas en Pennsylvania y Ohio. Acompañada en su viaje en autobús por su marido, Bill Clinton; Kaine y su esposa, Anne Holton, Clinton hizo una parada en una fábrica de juguetes y plástico en Haffield, Pennsylvania. Allí, los candidatos presentaron a Trump como un artista de la estafa que busca su propio beneficio. "No nos molesta el éxito en Estados Unidos, pero sí nos molesta la gente que se aprovecha de otros para llenarse los bolsillos", dijo Clinton. Trump también se centró en Ohio y Pennsylvania, dos Estados donde podría lograr avances entre los hombres blancos de clase obrera. Ese grupo de votantes se resiste a Clinton y podría ser un premio difícil tras una convención demócrata que celebró con insistencia la diversidad racial y de género.