El presidente de Francia Emmanuel Macron perdió la mayoría absoluta que tenía en la Asamblea Nacional y deberá negociar con un pequeño partido centrista para sacar adelante su programa de reformas en su segundo mandato. La coalición presidencial Juntos (Emsemble), logró en la segunda vuelta legislativa de este domingo 231 escaños, lejos de los 289 que necesitaba para retener la mayoría absoluta. La Asamblea tiene 577 miembros. El "macronismo" recabó 38% de votos cuando estaba escrutado el 96% de los votos. La Asamblea se reelige completa cada cinco años, dos meses después de las elecciones presidenciales, que Macron ganó en abril en segunda vuelta ante Marine Le Pen. La alianza de izquierda Nupes que lidera Jean-Luc Mélenchon logró el segundo lugar y obtuvo 128 bancas, con 31,5% de votos. Quedó lejos del máximo de 200 bancas pronosticadas, pero Melenchon no renuncia a exigir el cargo de primer ministro. La extrema derecha de Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen fue la que cambió el panorama del domingo electoral: obtuvo un sorprendente tercer puesto con 89 bancas y 18% de votos. Hasta ahora tenía solo 8 legisladores y se le pronosticaban no más de 20 a 50 bancas. Por último, el partido centrista Los Republicanos (LR), con 61 bancas aportaría un número clave para la gobernabilidad de Macron. Pero el dato central es que Macron perdió la mayoría absoluta y que su segunda presidencia no tendrá el poder que él esperaba recibir de los votantes. Su programa de reformas deberá ser negociado en el Parlamento, algo que el presidente deseaba evitar a toda costa.
Reagrupamiento Nacional (RN), el partido de Marine Le Pen, pasa de tener ocho diputados a 89, según el portal de Le Figaro. De manera que no sólo puede crear un grupo parlamentario, algo que no ocurre desde 1988, además se convierte en tercera fuerza política, por delante de Los Republicanos, que consiguen 61 escaños. "El pueblo ha decidido enviar a la Asamblea a un poderoso Reagrupamiento Nacional. Es un hito para la historia del partido", declaró Marine Le Pen.
Al mismo tiempo, otro triunfador Jean-Luc Mélenchon celebraba también los resultados: "Hemos conseguido el objetivo político que nos habíamos propuesto", ha dicho, "Francia se ha expresado. La derrota del partido de Macron es total". Mélenchon avisó: "No renunciamos a nuestra ambición de gobernar el país". En otras palabras, Melenchon aún se ve como el primer ministro de un presidente Macron debilitado. Pero para reclamar ese cargo su coalición Nupes debería haber salido primera y no segunda.
Lo que se jugaba Macron era el apoyo suficiente para sacar adelante su programa de reformas con holgura y a su voluntad, sin concesiones. No obtener esta "mayoría sólida", como la ha denominado, lo deja debilitado y lo obligará a pactar y buscar alianzas con otros partidos. Algo novedoso para un presidente acostumbrado a gobernar con comodidad.
Los franceses han decidido finalmente no darle poder "ilimitado". Esto aboca a Francia a la inestabilidad, pues Macron tendrá complicado sacar adelante sus reformas porque se encontrará con constantes bloqueos, sobre todo con las más polémicas, como la de las pensiones. Tendrá que conseguir apoyos y se enfrenta a un segundo mandato con las manos atadas. Es la primera vez desde 2002 que un presidente recién elegido no domina la Asamblea.
Se encontrará con un parlamento claramente hostil que refleja esa división en tres grandes bloques de la sociedad francesa: "macronistas", "melenchonistas" y "lepenistas". Los dos últimos, antieuropeos y "antisistema", le complicarán la existencia a un Macron que va a tener que gobernar atento a los ataques "enemigos". Pero Los Republicanos podrían convertirse en su apoyo, aunque no serán un aliado fácil ni descontado. Todo lo contrario. Por esto muchos hablaban de un "país ingobernable" que salió de las urnas.
Jean-Luc Melenchon, el líder de la izquierda radical aspiraba a lograr mayoría absoluta para forzar así a Macron a que le nombrara primer ministro, pues el presidente debe elegirlo del grupo mayoritario. Es lo único que no lo ha logrado.
Este domingo se jugaban el puesto también varios ministros, los que han quedado eliminados y no han conseguido el escaño en la circunscripción en la que se presentaban tendrán que salir del Gobierno. La primera ministra, Élisabeth Borne, conserva el puesto al lograr su escaño en la circunscripción de Calvados. Pero varios leales a Macron fueron derrotados. La ministra de Sanidad, Brigitte Bourguignon, fue derrotada en su circunscripción, quedando en segundo lugar tras Christine Engrand, candidata de Reagrupación Nacional. Por lo tanto, Bourguignon tendrá que dejar el gobierno. También fueron derrotados el presidente de la Asamblea Nacional, Richard Ferrand, y el líder de la bancada oficialista en el Parlamento, Christophe Castaner.
"Nuestra mano está tendida a todos los que quieran sacar el país adelante" afirmó la portavoz del gobierno francés, Olivia Grégoire. Pero del otro ánimo hay pocos ánimos de dar la mano. "La derrota del partido del presidente es total y no hay mayoría", declaró Melenchon.
Francia no es ingobernable, pero hará falta "mucha imaginación" para actuar, declaró el ministro de Finanzas Bruno Le Maire. Hubo un alto nivel de abstencionismo y la participación volvió a caer. Las legislativas no suelen movilizar mucho al electorado y la abstención llegó al 54%. Un récord pero de todas formas una cifra menor que la de la segunda vuelta de 2017, cuando no acudió a votar un 57% de electores. Las legislativas francesas se celebran después de las presidenciales, para que el Elíseo y la Asamblea estén alineados, según el modelo de la V República. La medida es fruto de la inestabilidad crónica de los gobiernos franceses anteriores. Pero estas elecciones han sido una excepción y han estado rodeadas de mucha incertidumbre. La sociedad está muy polarizada y los partidos tradicionales han quedado casi sepultados por los extremos de Le Pen y Melenchon. Macron tendrá que gobernar un país que se aleja cada vez más del centro.