La existencia de un hijo del presidente de Bolivia Evo Morales con una joven ejecutiva se convirtió definitivamente en un problema de Estado y un “culebrón”, que pone en entredicho la honestidad del gobernante. El pasado viernes la mujer, Gabriela Zapata, fue detenida por orden del gobierno, lo que parece haber tenido un efecto multiplicador en el impacto del affaire. Al día siguiente la familia de Zapata reveló que el niño está vivo y no muerto como había dicho Morales en febrero pasado, cuando se conoció el caso.
Ayer, Morales se vio forzado a a hablarle al país y darle explicaciones. Pidió también a los familiares de su ex pareja que le permitan conocer al hijo de ambos, a quien creía muerto. “Evidentemente hubo una divergencia sobre el fallecimiento del bebé. Yo creí en las palabras y a la información de la madre de mi hijo. No creo que falsamente me haya dicho que ha muerto el bebé”, dijo Morales en el Palacio Quemado. El trasfondo del caso es sin dudas político: Morales perdió el domingo 21 de febrero un referendo en el que proponía una reforma para competir por un cuarto mandato presidencial. Es claro que el caso del bebé y los negociados con la empresa china de la que la madre es gerente lo dañaron. Apenas cinco días después de la derrota, Zapata fue encarcelada bajo graves cargos. Pareció una represalia de Morales. “Pido a la familia de Gabriela Zapata que me lo traigan, estoy esperando, quiero recogerlo, si me permiten. Tengo derecho a verlo, a conocerlo y a cuidarlo”, afirmó ayer Morales.
Affaire. Aunque antes del referendo Morales aseguró que el hijo producto de su relación en 2007 con Zapata había muerto, la tía de esta declaró el sábado que el menor vivía. El caso estalló a principios de febrero, cuando el periodista Carlos Valverde reveló que Morales mantuvo una relación con Zapata desde 2005, con la que tuvo un hijo. Entonces se supo además que Zapata era gerente de la empresa china CAMC desde 2013. La firma logró que el gobierno de Morales le adjudicara contratos directos de obra pública por 560 millones de dólares. Significativamente, Zapata no tiene formación universitaria ni antecedentes que justifiquen su cargo gerencial. Todo indica que su vínculo con el presidente boliviano fue el motivo de su designación. Zapata es aún gerente de CAMC.
El presidente reconoció en febrero la relación, aunque aseguró que acabó luego del deceso del menor. Pero fotos en Internet mostraron un encuentro de ambos en 2015. El incidente se produjo semanas antes del crucial referendo del 21 de febrero. Morales lo perdió y atribuyó su derrota a la “guerra sucia” con el affaire Zapata. El último viernes el gobierno detuvo a Zapata, bajo acusaciones del Ministerio de Transparencia de “enriquecimiento ilícito y legitimación de ganancias ilícitas”, graves cargos que implican penas de prisión de ocho años. El fulminante arresto luego de la derrota y que Morales culpara a la “campaña sucia” por el resultado creó la impresión de una represalia personal de Morales, un político acostumbrado a ganar. Nunca había perdido una elección desde que en 2005 ganó por primera vez la presidencia de Bolivia. Al día siguiente del arresto, la tía de Gabriela reveló que el hijo de su sobrina con el presidente estaría vivo. “Conozco que ese niño no ha muerto, ha nacido, lo he tenido en mis brazos”, declaró Pilar Guzmán.
Certificado. Por otra parte, Zapata presentó a la Justicia un certificado del nacimiento del hijo de ambos y el de otra menor de la que también es madre, como prueba de “arraigo natural” para demostrar que no existe riesgo de que se fugue del país y obtener su enjuiciamiento en libertad, cosa que hasta ahora no le fue concedido. Angela Burgoa, la abogada de Zapata, explicó que ese certificado es el “documento idóneo” para demostrar que una persona se encuentra con vida y agregó que la única forma de negarlo “es que presenten la tumba y que demuestren que él realmente ha fallecido”. Ante este cuadro, Morales salió a posicionarse como el padre angustiado y engañado que quiere conocer a su hijo. El “culebrón” sin dudas tendrá nuevos capítulos.
“Estamos en un momento muy delicado, en el que la gente ya no está juzgando al gobernante, sino al ser humano, quien pareciera capaz de hacer cualquier cosa para quedarse en el poder”, comentó el sociólogo y analista Iván Arias. “Creo que esto es mucho más que un culebrón, porque esto está tocando al ser humano”, agregó en referencia al mandatario.