Líderes de la Unión Europea (UE) volvieron a reunirse ayer en Bruselas para encontrar una solución a la llegada de cientos de miles de inmigrantes al continente y otra vez volvieron a aprobar más controles y seguridad para las fronteras, el mismo día que 11.500 personas entraron a Croacia, una cifra récord. El vocero del Ministerio del Interior croata, Domagoj Dzigulovic informó que desde mediados de septiembre, cuando la vecina Hungría cerró completamente sus fronteras y los refugiados cambiaron de ruta, más de 250.000 personas entraron al país balcánico para seguir camino a Eslovenia y, de ahí, a Austria, Alemania y los ricos países nórdicos.
Pese a que el frío empezó con fuerza en el continente europeo, el flujo de recién llegados que escapan de distintos tipos de conflictos en Medio Oriente y Africa no disminuye. La policía de Eslovenia informó que el sábado ingresaron a su territorio unas 7.000 personas y el portal de noticias local 24ur estimó que es muy probable que se repita esa cifra en las próximas horas. La mayoría de los migrantes son escoltados por fuerzas de seguridad croatas hasta la frontera con Eslovenia, pese a los reclamos de este país.
Desde que comenzó el año, la agencia Frontex, la responsable de controlar las fronteras exteriores de la UE, calculó que más de 710.000 refugiados e inmigrantes ingresaron al bloque regional, mientras que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estimó que más de 3.100 personas murieron en el Mediterráneo intentando llegar. Los naufragios se han convertido en un dato cotidiano en el sur de Europa. Al menos una mujer y dos niños murieron ayer y otras 12 están desaparecidas después que la embarcación en la que viajaban desde Turquía a la isla griega de Lesbos naufragara en el mar Egeo, poco después de zarpar.
Ante el desborde de los países receptores y de tránsito, que ante la llegada masiva de personas y la falta de cooperación europea adoptaron la política de dejar pasar a los refugiados para que continúen su camino hacia el norte más rico, algunos líderes de la UE volvieron a reunirse ayer para frenar el caos político y las pulseadas públicas entre países vecinos. La cumbre estuvo encabezada por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker; la canciller alemana, Angela Merkel; su colega austríaco, Werner Faymann; el primer ministro húngaro, Viktor Orbán; y su homólogo griego, Alexis Tsipras, así como los jefes de Estado y de gobierno de Eslovenia, Croacia, Bulgaria, Rumanía, Macedonia y Serbia. "El futuro de Europa está en juego ahora, y si nos hacemos todo lo que podamos para hallar una solución y cumplirla, esto será el principio del fin de la UE y de Europa como tal", advirtió el premier esloveno, Miro Cerar, al iniciar la cumbre. "Aun cuando mantengamos el control de nuestras fronteras, aun cuando sigamos intentando ser humanos y mostrar nuestra solidaridad, no vamos a aguantar esta situación durante muchas semanas más si no recibimos ayuda, si no hay cooperación y solidaridad por parte de otros países europeos, especialmente de naciones miembro de la UE", agregó el dirigente, cuyo país quedó en el centro de la principal ruta utilizada por los refugiados en Europa.
A su vez, Merkel dijo que el objetivo de la cumbre es evitar construir nuevos muros y vallas, como las que hizo Hungría, y en cambio crear una "puerta de entrada para los que tienen derecho a asilo", una forma elegante de pedir reglas más restrictivas para limitar el concepto de refugiado en la UE.
Países europeos se comprometen, entre otras medidas, a elevar la cooperación para agilizar la devolución de personas a terceros países y, en especial, destacan a Afganistán, un país en donde el conflicto armado crece todos los días y obliga a miles de personas a huir. El texto final dice que los países deben "evitar facilitar el movimiento de refugiados a la frontera de otro país sin el acuerdo de estos" . Los líderes de la UE también prometieron enviar tropas de Frontex a la frontera entre Grecia y los países extra bloque de Macedonia y Albania para garantizar que todas las personas que ingresan al bloque europeo sean registradas, lo que habilitaría luego, bajo nuevas leyes restrictivas, devolver a muchos de ellos a sus países de origen.
Hasta ahora, la respuesta conjunta de la UE se limitó a aprobar el reparto de 160.000 refugiados en los próximos años, la construcción de una lista de "países seguros" a los que se podrá enviar de vuelta a sus ciudadanos, pese a que llegan a Europa pidiendo refugio, y un refuerzo del operativo de seguridad de Frontex en el Mediterráneo y en las fronteras externas en el continente. El último anuncio fue un acuerdo con Turquía, país por el que necesariamente pasan todos los refugiados que llegan de Medio Oriente y desde Africa. Turquía aceptó frenar la llegada de refugiados a sus fronteras con Grecia y Bulgaria y la salida de barcos hacia el Egeo, a cambio de recibir una ayuda financiera, la promesa de reactivar su ingreso a la UE y de agilizar el otorgamiento de visas europeas para sus ciudadanos.
Acoger a los solicitantes de asilo le saldrá a Alemania 10.000 millones de euros
La crisis de los migrantes que huyen hacia Europa por la guerra en sus países de origen le costará a Alemania unos 10.000 millones de euros, según cálculos de uno de los principales economistas de Berlín que adelantó ayer el diario Schwabische Zeitung. "Sería deshonesto hacer como si el manejo de la crisis de los refugiados no fuese a costar nada" dijo al rotativo el presidente del Centro Europeo de Investigación Económica (Zentrum für Europaische Wirtschaftsforschung o ZEW), Clemens Fuest. "Alemania se decidió a recibir a mies de perseguidos políticos, en mi opinión una decisión correcta. Esta ayuda cuesta mucho dinero", constató y estimó que la suma podría rondar los 10.000 millones de euros.
Al mismo tiempo, Fuest se manifestó preocupado por la incesante llegada de solicitantes de asilo. "A simple vista no tenemos las corrientes migratorias bajo total control".
El presidente de uno de los principales institutos económicos alemanes opinó que las arcas públicas de su país están en condiciones de asumir el desafío de los refugiados gracias a su superávit pero aclaró que el efecto económico de la inmigración no será solo positivo. "El que argumente que la actual ola inmigratoria hacia Europa occidental será una gran ventaja económica para Alemania, un buen negocio, es demasiado optimista".