Los diplomáticos que negocian la paz en Siria acordaron tratar de alcanzar un “cese de hostilidades’’ meramente temporal, y archivaron los intentos de llegar a un cese del fuego permanente, como había pretendido en un primer momento Estados Unidos. El efímero “cese de hostilidades” debería lograrse en una semana. El acuerdo parece resultado de un compromiso entre Estados Unidos y Rusia, que había propuesto que comenzara el cese del fuego el 1º de marzo, para dar tiempo a alcanzar una victoria total a las fuerzas sirias en Alepo.
Aunque los cancilleres del Grupo Internacional de Apoyo a Siria llegaron a un acuerdo en Munich para “acelerar y ampliar’’ las entregas de ayuda humanitaria a las poblaciones asediadas, la falta de acuerdo sobre un cese del fuego deja sin resolver el aspecto más crucial. Diecisiete naciones firmaron el documento. Arabia Saudita lo hizo por la oposición siria, e Irán por el régimen sirio. Pero no quedó claro a partir de las declaraciones de los protagonistas de Munich si se podrán superar las profundas diferencias sobre la tregua y los grupos que estarían incluidos en ella. Con todo, el secretario de Estado norteamericano John Kerry dijo que el acuerdo correspondía a los deseos de la oposición siria. “Querían que se lo llamara y lo definiera como un cese de hostilidades. Esto se corresponde con su pensamiento y sus esperanzas’’, aseguró.
Kerry dijo que los resultados eran un logro notable, pero sostuvo que un acuerdo de cese de hostilidades, en caso de lograrse, sería apenas una “pausa’’ en los combates y se necesitaría trabajar más para llegar a un cese del fuego cabal, es decir, un armisticio. También reconoció que los acuerdos eran apenas “compromisos en los papeles. La prueba verdadera será si todas las partes cumplen y aplican esos compromisos o no’’ .
El primer ministro ruso Dmitry Medvedev sostuvo que una operación terrestre en gran escala podría ampliar el conflicto en Siria. No se refería a la que llevan adelante las tropas de Assad y sus aliados Irán y Hizbolá con apoyo aéreo ruso, sino una potencia contraria a Assad. Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos han mencionado esa alternativa. “Una operación terrestre arrastra a todos los participantes a la guerra’’, dijo Medvedev. Preguntado sobre la propuesta de Arabia Saudita de enviar fuerzas terrestres a Siria, Medvedev dijo que “los estadounidenses y nuestros socios árabes deben decidir si quieren o no una guerra permanente’’. Fue una amenaza velada, luego de la frontal respuesta de Damasco a Ryad, sobre que “volverían en ataúdes”.
Poco después de conocerse el acuerdo, algunos de los otros invitados a la cumbre de Munich dejaron ver su escepticismo. “Estoy contento por el acuerdo, pero soy cauto. El problema ahora es la implementación. El anuncio es fácil; la implementación, difícil”, sostuvo el presidente del encuentro, Wolfgang Ischinger. “Queremos ver hechos y no solo palabras”, advirtió por su parte Salim al Muslat, vocero de la Comisión Suprema para las Negociaciones, grupo fundado por la oposición para sentarse a negociar con una voz única. “Estamos hartos de las promesas”, agregó. Algunos, inclusive, se mostraron en desacuerdo con la tregua consensuada. “El alto el fuego debe estar vinculado al proceso de negociaciones y a una transición política, no puede venir antes”, sostuvo el vicepresidente de la Comisión Suprema para las Negociaciones, George Sabra.
Más allá de la retórica de los diplomáticos y presidentes, la dura realidad de la guerra continuó ayer inalteraba. Aviones rusos bombardearon los barrios de Al Ghantu y Al Dar al Kabira, al norte de la ciudad de Homs, en el centro de Siria, dejando un saldo de al menos 16 civiles muertos, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, una organización independiente con sede central en Londres, pero con cientos de observadores calificados en toda Siria. Las aeronaves rusas también continuaron atacando la localidad de Tel Rifaat, al norte de Alepo, ciudad que se ha convertido en el epicentro del drama humanitario en el devastado país. Decenas de miles de sirios se mantienen cercados en Alepo desde que las tropas de Assad y sus aliados cortaron la única ruta de salida de la ciudad, hacia el norte. Con cada nuevo bombardeo en la región de Alepo, hasta hace poco dominada por milicias islamistas y laicas, más civiles se ven obligados a abandonar sus casas y tratar de alcanzar la frontera con Turquía, país vecino que en los últimos cuatro años y medio de guerra recibió a 2,7 millones de refugiados. Pero ante la última ola de desplazados que causó la ofensiva sirio-rusa sobre Alepo, Turquía decidió cerrar la frontera y comenzar a construir campamentos del lado sirio. El vice primer ministro turco, Yalcin Akdogan, informó que ya construyeron nueve campamentos del lado sirio, al lado de la frontera, y que un décimo se está levantando a unos tres kilómetros. Estimó que unos 100.000 desplazados sirios viven en esos nuevos campamentos, construidos a sólo unos kilómetros de los bombardeos y los combates entre soldados sirios y sus aliados shiítas y los rebeldes.
Habló Assad. A la vez, el presidente sirio Bashar Assad, quien ha pasado a la ofensiva gracias al apoyo militar ruso, declaró que pretende recuperar todo el territorio que perdió en cinco años y medio de guerra. Assad se manifestó dispuesto a negociar con la oposición pero también a continuar la guerra. “No es lógico decir que hay una parte de nuestro territorio a la que renunciaremos”, dijo en su primera entrevista tras el lanzamiento de la violenta ofensiva sobre Alepo. “Desde el inicio de la crisis, creímos firmemente en las negociaciones y en la acción política. Sin embargo, negociar no significa detener la guerra contra el terrorismo. Los dos aspectos son indispensables en Siria”. El régimen sirio califica de “terroristas” a todos sus opositores armados, tanto a los de tendencia moderada como a los yihadistas.