El hundimiento de otro partido socialdemócrata, esta vez del que lo es por antonomasia, el SPD alemán, parece confirmar la regla: la crisis y la mutación estructural de la economía global que se ensaña con la poco dinámica Europa golpea antes que nada a los partidos de perfil reformista. Ya demolió al PSOE español y al PS francés, y en menor medida, al Laborista británico y al Partido Democrático italiano. La radicalización de franjas sociales como respuesta a la crisis daña las bases tradicionales de los socialdemócratas, mucho más que las de los partidos de centro, como la CDU de Merkel y el PP de Rajoy. Estos partidos parecen más aptos para pilotear la crónica crisis europea y buscar horizontes de estabilidad y crecimiento, como los logrados por Alemania con Merkel. De manera intuitiva, la sociedad, o la primera minoría al menos, percibe que no es tiempo de redistribución sino de estimular el ahorro y atraer inversiones. De formar empresas innovativas, como SAP y Teamviewer. El mensaje de seguridad, tranquilidad y timón en buenas manos de Merkel resume mejor que ninguno este rumbo. El resto del mundo desarrollado parece, en cambio, muy desorientado: allí están Trump, el Brexit, Zyriza, Podemos, Francia Insumisa y otros desvaríos similares de la fauna política surgida de la crisis de 2008. El avance electoral de la xenófoba AfD en Alemania debe así verse con serenidad, tal como hizo Merkel ayer. AfD es un síntoma, no una alternativa política, por más que así se llame. Hay que tratar las causas del síntoma y tomar a AfD como lo que es: un grupo contestatario que, desde su fuerte bancada de 94 diputados, va a molestar mucho, todo lo posible. Una piedra en el zapato de la gestión del Estado y la sociedad, como lo es hace tiempo el Movimiento 5 Estrellas en Italia (aunque este escaló más alto: sacó 26 por ciento del voto y tuvo la primera bancada por partidos en 2013). Son llamados de atención de los sectores más postergados por el cambio estructural de la economía (el Este alemán, las zonas industriales de Francia, los mineros del carbón que votaron a Trump, etc) que deben ser atendidos.