Alemania amaneció ayer conmocionada por la noticia de que un ex actor de películas porno gay se infiltró en los servicios de inteligencia del país, logró ocultar una doble vida como islamista radical y llegó a buscar socios para lanzar un atentado contra el aparato de inteligencia de la potencia europea, antes de ser descubierto y detenido. Hace apenas dos meses el jefe de los servicios de inteligencia internos, Hans-Georg Maassen, había alertado públicamente que 9.200 salafistas —miembros de una corriente ultraconservadora del islam— vivían en el país. Puertas adentro hacía tiempo que había reforzado la capacidad de su agencia para mantenerlos vigilados. Según reveló la revista Der Spiegel, el medio alemán que destapó el caso el martes, el doble espía había sido contratado en abril de este año por la Oficina Federal para la Protección de la Constitución de Alemania (BfV), el servicio secreto interno, para recabar información sobre estos islamistas ultraconservadores dentro del país.