El terrorista de extrema izquierda Cesare Battisti, detenido en Bolivia después de casi cuatro décadas de fugas y un largo asilo en Brasil, llegó ayer a Roma extraditado y poco después comenzó a cumplir las condenas a cadena perpetua por cuatro asesinatos de los que participó en los años 70.
Battisti, de 64 años, llegó al aeropuerto militar de Ciampino de Roma en un avión del gobierno italiano que lo transfirió desde Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Tras 38 años prófugo fuera de Italia, Battisti pisó el suelo italiano y se mostró sonriente y arrogante, con campera y jeans, escoltado por una decena de policías pero sin estar esposado. El operativo fue transmitido en directo a todo el país. Bolivia le había negado el asilo y lo había arrestado una comisión internacional de Interpol días atrás.
Poco después de la apertura de la puerta del avión, un grupo de siete agentes de policía abordó el avión, mientras que otra docena, armados con ametralladoras, esperó al pie de la escalera, y en pocos minutos lo hizo bajar del avión. A la espera de la llegada del terrorista, estaban en el aeropuerto el ministro del Interior Matteo Salvini y el de Justicia Alfonso Bonafede. Battisti parecía tranquilo y nunca miró hacia abajo mientras avanzaba escoltado por agentes, con las manos libres.
Sin embargo esto rápidamente cambió. Battisti fue ingresado en la cárcel de Massama. Entró por las puertas del instituto en una furgoneta con vidrios polarizados y unos quince coches con sirenas desplegadas. Allí cumplirá sus condenas por cuatro asesinatos perpetrados por su grupo terrorista en 1978 y 79. Y el régimen elegido para su detención es el más duro de los que permite el sistema legal italiano. Aislamiento estricto, en un régimen parecido al que se aplica a los jefes de la mafia. "Ahora sé que voy a ir a la cárcel", había dicho Battisti hablando con los funcionarios antiterroristas que lo recibieron en Roma. Parecía resignado y agradeció por la forma en que había sido tratado y por la ropa de abrigo que le habían dado en el avión.
"Espero no conocerlo de cerca", dijo el ministro Salvini. "Hoy creo que Italia debería celebrar, con demasiada demora. Es un día en nombre de la justicia, el honor y el sentido común. Italia ha recuperado su centralidad, respeto y respetabilidad. Me alegro de que hayan podido ver estas imágenes en todas partes, un signo de confianza y justicia renovadas". Antes había celebrado en Twitter: "Se pudrirá en la cárcel".
La rapidísima extradición evidenció la buena relación entre el nuevo gobierno brasileño de Jair Bolsonaro y el gobierno italiano de la Liga y el Movimiento 5 Estrellas. El ministro del Interior tuvos una "larga, cordial y constructiva llamada telefónica" con Bolsonaro. "Le reiteré el enorme agradecimiento en nombre de 60 millones de italianos por permitirnos cerrar positivamente el caso de Battisti, y nos comprometimos a reunirnos pronto en Brasil o Italia para fortalecer los lazos entre nuestros pueblos, nuestros gobiernos y nuestra amistad personal". Para el ministro de Justicia, Alfonso Bonafede, "es el resultado de todo un país, un resultado histórico: cuando las instituciones italianas son compactas, nadie nos detiene. Hoy Italia camina con la cabeza bien alta. Estamos hablando de un homicida múltiple, culpable de delitos muy graves y con su fuga ha ofendido al país"."Hemos llevado ante la justicia a una persona peligrosa que ha hecho daño a Italia y que ha demostrado ser cínica y escandalosa con el país", dijo el jefe de policía Franco Gabrielli. Battisti se encuentra dentro de los casos de "prisión perpetua hostil", es decir, sin posibilidad de obtener beneficios en la ejecución de la sentencia. "Estamos trabajando para recuperar a los terroristas que disfrutan en todo el mundo", dijo Salvini. "¿Terroristas de todos los colores políticos?" Le han preguntado. "Sí, de todos los colores políticos, blanco, rojo, verde".
Battisti fue según la agencia Ansa líder del grupo terrorista Proletarios Armados por el Comunismo. Otros medios citan en cambio a de Núcleos Armados Proletarios. Nacido el el sur de Italia en 1954, fue condenado a cadena perpetua por los asesinatos del joyero Pierluigi Torregiani y del carnicero Lino Sabbadin, ambos el 16 de febrero de 1979, en Milán y Mestre, del suboficial Antonio Santoro, asesinado en Udine el 6 de junio de 1978, y del agente del contraterrorismo Andrea Campagna, asesinado en Milán el 19 de abril de 1978. Encarcelado en 1981, escapó gracias a un ataque terrorista. Aquí comienza su fuga, que terminó en una calle de Santa Cruz de la Sierra el sábado pasado.