La confrontación, hasta ahora más o menos disimulada, entre el Partido de los Trabajadores (PT) y el gobierno de Dilma Rousseff sobre la política económica ayer se hizo pública y por medio de los principales diarios del país. En entrevista dominical con el diario Folha de Sao Paulo, el presidente del PT, Rui Falcao, lanzó un ultimátum contra el ministro de Hacienda, el ortodoxo Joaquim Levy, quien “debe ser sustituido”. Visiblemente molesta, Rousseff le contestó sin demora desde Suecia, donde está de gira. Levy “no sale del gobierno. Punto”, disparó la presidenta. La política económica promercado y de recorte fiscal que implementan Levy y otros miembos del gabinete de Rousseff ha causado una rebelión dentro del PT, que, sumada a la crisis política que sufre el gobierto de Rousseff, se ha vuelto cada vez más explícita hasta estallar ahora ya sin disimulo.
Rui Falcao afirmó que es momento de “cambiar de política económica”. Fue más allá y sostuvo que la presidenta Rousseff “está de acuerdo con él” y advirtió que si el ministro Levy, “no quiere seguir” ese presunto nuevo rumbo, “debe ser sustituido”. Fue prácticamente un ultimátum a Levy y al gobierno del que es parte. En la entrevista publicada en la edición dominical del diario Folha de Sao Paulo, Falcao se pronunció a favor de “cambiar de política económica” ya que, dijo, es incorrecto adoptar medidas de “contención exagerada del crédito” como las de Levy.
Pressing petista. El jefe del partido gobernante subrayó que “creía” que Rousseff va a apostar por la “liberación del crédito con responsabilidad” para favorecer el consumo y la creación de empleo, y señaló que “si Levy no quiere seguir las indicaciones de la presidenta debe ser sustituido”. Falcao agregó que “la lógica del régimen presidencialista es que los ministros deben seguir las indicaciones de la presidenta, y si ella entiende que la política que está siendo realizada debe ser corregida, total o parcialmente, es ella quien decide”. Según Falcao, Rousseff “está preocupada por la crisis política”, que padece su gobierno. Pero la crisis política se origina en el fenomenal escándalo de corrupción en torno a la petrolera estatal Petrobas, mucho más que por la caída de la actividad económica y la alta inflación. A menos de un año del comienzo en enero pasado del segundo mandato de Rousseff, Brasil atraviesa una difícil situación económica, en recesión y con su nota de crédito soberano rebajada por la principales agencias de crédito. Sumado a una devaluación del real que supera el 70% en el último año y una inflación que roza el 10% anual, el gobierno debió adoptar un severo ajuste fiscal luego de los excesos de gasto del año pasado, cuando Rousseff y el PT buscaron con ahínco su reelección. La campaña fue tan larga como difícil, y terminó con un triunfo de Rousseff sobre su adversario socialdemócrata Aécio Neves por menos del 3% de votos en el balottage.
Este problema de la economía se combina con la crisis política causada por el escándalo político-judicial del “Lava Jato”, como se apoda al caso de corrupción en Petrobras. De esta empresa estatal, el PT ysus asociados desviaron al menos 2.000 millones de dólares para financiar campañas políticas. Por el caso están procesados o presos decenas de funcionarios, legisladores, empresarios y ejecutivos de empresas. Esto incluye a figuras de primer orden del PT, como su ahora ex tesorero, Joao Vaccari Neto, y José Dirceu, ex jefe de gabinete de Lula en su primer gobierno. Ambos están bajo arresto.
En ese contexto, y con su popularidad en un mínimo histórico, Rousseff llegó ayer a Estocolmo, donde inició su visita oficial a Suecia con una reunión con el rey Carlos XVI Gustavo y la continuó con un encuentro con empresarios brasileños radicados en el país. Rousseff se enteró en Estocolmo de la declaración de Falcao a uno de los principales diarios de Brasil. Su molestia fue evidente, y no la ocultó ante los periodistas que cubren su gira. La presidenta mostró gran impaciencia ante las preguntas acerca de una reunión que mantuvo el viernes en Brasilia, y que aumentaron los rumores sobre la renuncia de Levy.
Tajante. Ante las preguntas, Dilma fue tajante: “El (Levy) no sale del gobierno. Punto. Yo no trato más este asunto”. Y remarcó: “Cualquier cosa que vaya más allá es especulación. No van a ver especulación de mi parte sobre el ministro” Levy. Cuando se le preguntó sobre las declaraciones de Rui Falcao y el ultimátum que contenían, Dilma dejó en claro su franco desacuerdo. “El presidente del PT puede tener la opinión que quiera. Pero no es la opinión del gobierno”, respondió con su conocido rictus de irritación. La citada reunión del viernes en Brasil tuvo la participación de Leyv, Jaques Wagner, el poderoso jefe de gabinete que impuso Lula da Silva, y el ministro de Planificación Nelson Barbosa, el otro componente “neoliberal” del gabinete y otra figura fundamental en el plan económico. “Lo que hablamos el viernes es sobre los próximos pasos a dar, nuestra estrategia para que se aprueben las medidas principales en busca del balance fiscal”, afirmó Dilma. La presidenta agregó que Lula no le ha exigido la salida de Levy, aunque se sabe en Brasil que su favorito para el cargo de minisro de Hacienda era el ex presidente del Banco Central Henrique Meirelles. “El nunca me pidió nada. El presidente Lula, cuando quiere algo, no tiene el menor reparo en hablar conmigo”, señaló Rousseff ante la prensa que la acompaña en la gira. Con impaciencia evidente, Roussef rechazó toda “especulación” en torno a la renuncia de un ministro. “Las personas que están en mi gabinete, espero que lo estén hasta el final de mi mandato”. Lo demás es “especulación que crea inestabilidad y confusión”.