Nazareth.— El papa Benedicto XVI celebró ayer en la ciudad bíblica de
Nazareth la misa más multitudinaria de su gira de una semana por Medio Oriente. En la homilía el
Pontífice llamó a superar las tensiones que en los últimos años han dañado las relaciones entre las
comunidades cristiana e islámica de Nazareth, en el norte de Israel.
"Insto a todas las personas de buena voluntad en ambas comunidades religiosas a
subsanar los daños ocasionados", dijo el Papa en la homilía que pronunció durante una misa en el
Monte Precipicio, en las afueras de Nazareth.
El pontífice agregó que todos deben rechazar la fuerza destructiva del odio y el
prejuicio, "que mata el alma de la persona antes de matar su cuerpo". En su lugar, subrayó, deben
construirse puentes para una convivencia pacífica.
Nazareth es la mayor ciudad árabe en el centro de la región de Galilea, donde
viven la mayoría de los 150.000 cristianos del país.
Las tensiones entre las comunidades cristiana y musulmana escalaron a principios
de esta década por una plaza construida para la visita de Juan Pablo II y la edificación de un
mezquita no autorizada junto a la Iglesia de la Anunciación. Israel derribó posteriormente la
mezquita, causando la ira de los musulmanes.
La mayor parte de la homilía la dedicó Joseph Ratzinger a ensalzar ampliamente
el valor y el papel de la familia, a la que calificó como "el elemento más importante de una
sociedad bien ordenada y abierta".
A la misa asistieron unos 40.000 peregrinos llegados de todas partes del mundo,
que habían comenzado a concentrarse desde las primeras horas de la mañana en el Monte Precipicio
entonando canciones cristianas y agitando las banderas de sus países y del Vaticano.
Unos 8.000 policías fueron movilizados para garantizar el desarrollo sin
incidentes de la misa y para impedir eventuales protestas contra la visita del Papa.
Encuentro con Netanyahu. Tras la misa Benedicto XVI se reunió brevemente con el
primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, con quien analizó el proceso de paz en la conflictiva
región.
La reunión se produjo sólo un día después de que el Papa pidiera el
levantamiento del bloqueo a la Franja de Gaza y apoyara la creación de un Estado palestino, punto
de vista que no es aceptado por el primer ministro.
El premier israelí, por su parte, pidió a Benedicto que utilice su autoridad
para condenar los encendidos discursos anti-israelíes del líder iraní Mahmud Ahmadineyad. "Le pedí,
como figura moral, que haga que su voz se escuche alto y de forma continuada contra las
declaraciones que proceden de Irán sobre sus intenciones de destruir el Estado de Israel", dijo
Netanyahu tras el encuentro.