El Estado Islámico tomó ayer el control absoluto de la histórica ciudad de Palmira en Siria, días después de capturar una importante capital provincial en el vecino Irak, lo que sugiere que el grupo radical está aumentando su poder de fuego en la región. El doble éxito no sólo suma presión a Damasco y Bagdad, sino que además genera dudas sobre la estrategia estadounidense de depender casi exclusivamente de ataques aéreos para combatir al grupo terrorista islámico sunita que es un desprendimiento de Al Qaeda. La caída de esta ciudad de 2.000 años de antigüedad en manos del EI hace temer por sus célebres ruinas, inscritas como patrimonio mundial de la Unesco.
EI dijo en un comunicado publicado por sus seguidores en Twitter que tiene el control total de Palmira, incluyendo sus bases militares. Esta es la primera vez que los yihadistas arrebatan el control de una ciudad directamente al ejército del presidente sirio, Bashar Assad, y sus fuerzas aliadas. Aproximadamente un tercio de los 200.000 habitantes de Palmira habrían huido en los últimos días durante los enfrentamientos entre las tropas gubernamentales y los milicianos islámicos, dijo ayer la oficina de derechos humanos de la ONU.
Con la toma de este oasis fronterizo con Irak, el EI controla "ya más de 95.000 kilómetros cuadrados en Siria, el 50 por ciento" del país, señaló el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), con sede en Gran Bretaña. EI destruyó reliquias y monumentos en Irak y hay temores de que ahora pueda devastar Palmira, una ciudad histórica patrimonio de la humanidad que alberga fabulosos vestigios de la era romana. Rami Abdulrahaman, fundador del Observatorio, dijo que combatientes del grupo radical habían ingresado ayer a sitios históricos pero no habían reportes inmediatos de destrucción. Sí hubo testimonios de matanzas arbitrarias.
Antes de la crisis iniciada en 2011, las ruinas de Palmira recibían 150.000 turistas al año. Desde el inicio de la ofensiva el 13 de mayo, la batalla de Palmira dejó 462 muertos, según un balance del OSDH: 71 civiles (muchos ejecutados por el EI), 241 soldados sirios y 150 yihadistas.
Además de controlar la mitad del país, el grupo yihadista se apoderó de casi la totalidad de los campos petrolíferos y de gas en Siria.
El ataque a la ciudad es parte de una avanzada del grupo fundamentalista islámico hacia el oeste del país, lo que suma presión al ejército de Assad y sus milicias aliadas, que recientemente también han perdido terreno en el noroeste y sur de Siria.
Según expertos, Palmira está situada muy estratégicamente y podría ser usada ahora como plataforma de lanzamiento para otros avances territoriales hacia Homs y Damasco. La captura de la histórica ciudad siria se produjo apenas cinco días después de que EI tomara control de Ramadi, capital de la provincia más grande de Irak.
El presidente estadounidense, Barack Obama, dijo ayer que pese a que la caída de Ramadi era un revés, "no creo que estemos perdiendo" la lucha contra el grupo. Aunque los yihadistas capturaron grandes zonas en Siria, las áreas que domina están prácticamente deshabitadas. Las principales ciudades, incluida la capital Damasco, están ubicadas en el oeste del país, junto a la frontera con Líbano, y sobre la costa, que ha sido la prioridad del gobierno de Assad.