Brasil sufrió ayer represalias comerciales por el escándalo causado por supuestas adulteraciones en productos cárnicos para el consumo humano, luego de que China y Chile cerraran sus mercados y la Unión Europea (UE) impusiera restricciones. El escándalo llegó a las narices de la sociedad con múltiples derivaciones políticas y económicas.
Una investigación policial de dos años concluyó que BRF y JBS, dos de las mayores exportadoras mundiales cárnicas, intentaron junto con otras 17 empresas del sector, cambiar la fecha de caducidad de sus productos y disfrazar la hediondez con químicos. Las empresas implicadas buscaron tranquilizar a los consumidores y limitar sus pérdidas en la Bolsa, mientras el gobierno pugnaba por atemperar las consecuencias para un sector clave de la economía, en recesión desde 2015. Este nuevo revés se produce en momentos en que Brasil enfrenta las revelaciones del gigantesco esquema de sobornos en la estatal Petrobras que involucró a las mayores constructoras del país y golpeó a buena parte de su élite política y empresarial.
Las malas noticias fueron encabezadas por el anuncio de que China resolvió frenar el ingreso de carne brasileña a la espera de explicaciones detalladas sobre el caso. Brasil es el mayor exportador mundial y China su segundo cliente de carne vacuna y aviar. "Hasta recibir las informaciones, China no desembarcará carnes importadas desde Brasil. Poco después, Chile —sexto importador de carne roja brasileña— también decretó un bloqueo temporal. "El cierre de mercado brasileño de carne es temporal, hasta que informen si entre los establecimientos sospechosos hay frigoríficos autorizados para exportar a Chile", explicó el ministro de Agricultura chileno, Carlos Furche. Los medios brasileños indicaron que Corea del Sur suspendió las importaciones de pollos, aunque el Ministerio de Agricultura, Pecuaria y Abastecimiento de Brasil, dijo que Pekín había sido el único en emitir un comunicado oficial de la veda.
La Unión Europea (UE), por su parte, pidió a Brasil "que elimine de inmediato a los establecimientos implicados en el escándalo de la lista aprobada por la UE", dijo el portavoz de la Comisión Europea, Enrico Brivio. De los 21 frigoríficos implicados en la trama, cuatro tenían permiso para exportar a los 28 países del bloque europeo.
Algo huele muy mal
La policía reveló el viernes que inspectores sanitarios supuestamente recibían sobornos de los frigoríficos para autorizar la venta de alimentos no aptos para el consumo. El escándalo bautizado "Carne Fraca" (carne mala) estalló después de las autoridades destaparan una trama para poner a la venta carne vencida e incluso podrida, en el mercado interno brasileño. La carne, según la denuncia, era "maquillada" con productos químicos para volver a ser empacada y sacada a la venta. Los inspectores de alimentos emitían certificados sin hacer los controles, entre otras irregularidades. "Usaban ácidos y químicos, en algunos casos cancerígenos, para disimular las características físicas del producto podrido y su olor", explicó Mauricio Moscardi, jefe de la Policía Federal. A su vez le inyectaban agua a la carne para aumentar su peso. Pero, además, Mascardi fue contundente en su análisis de situación: "Parte del dinero era revertido para los partidos políticos". Y aunque no dio nombres, sí habló de siglas: PMDB (Partido Movimiento Democratico Brasileño), la agrupación de gobierno, y el PP, Partido Progresista. Según la policía, 33 funcionarios son investigados por el caso y más de 30 personas permanecen detenidas. Tres frigoríficos fueron clausurados y otros 21 establecimientos quedaron bajo investigación. El gobierno buscó restringir su impacto y cuestionó parte de las denuncias, sobre la venta de productos vencidos o en mal estado, "maquillados" con ácidos. Según sus datos, de las 4.837 plantas que operan en el país, solo 21 están bajo sospecha y apenas seis realizaron exportaciones en los últimos 60 días.
El presidente Michel Temer se puso al frente de la campaña afirmando que "la manera como se dio la noticia pudo haber creado una preocupación muy grande, tanto en países que importan nuestra carne como en consumidores brasileños" y luego invitó a un nutrido grupo de diplomáticos a una parrillada en Brasilia. Las imágenes de Temer comiendo con entusiasmo trozos de carne brasileña asados tapizaron los diarios. "Degustamos cortes sólo de carnes brasileñas, como la «picanha»", escribió el mandatario en Twitter.
Competencia
La industria cárnica es uno de los pilares del sector primario brasileño: en 2016, las exportaciones de carne de pollo superaron los 5.900 millones de dólares y las de carne bovina llegaron a 4.300 millones, según datos del Ministerio de Desarrollo y Comercio Exterior (MDIC). Las destinadas a China totalizaron 859,5 millones de dólares en el renglón pollo y 702,7 millones en el de carne bovina y solo fueron superadas por las compras de Arabia Saudita y Hong Kong, respectivamente, según el MDIC.
El sector frigorífico y los exportadores de carnes advirtieron que poner en tela de juicio la calidad de los productos brasileños favorecerá a los competidores. "Denigrar la calidad de la proteína del principal exportador mundial solo interesa a productores de mercados de la competencia", afirmaron la Asociación Brasileña de Industrias Exportadoras de Carne (Abiec) y la Asociación Brasileña de Proteína Animal (ABPA) en un anuncio en los diarios del país. "Eventuales restricciones a la importación de carne, además de significar un retroceso de muchos años, impactarán en la economía y resultarán en la pérdida de empleos y renta. El sector de las proteínas da trabajo a más de 7 millones de personas y representa el 15 por ciento de las exportaciones brasileñas", advirtieron.
Garantía. Para demostrar que no hay motivo alguno de recelo, Temer compartió un asado con diplomáticos.