Alrededor de siete millones de personas acudirán hoy a las urnas para decidir si revalidan por un mandato más al presidente Evo Morales, que gobierna desde 2006, o si dan un giro al país, apostando por el candidato opositor y ex mandatario Carlos Mesa (2003-2005).
“Estamos acá con un proyecto político de liberación”, señaló Morales, de 59 años, durante su cierre de campaña en la ciudad de El Alto, pidiendo a los bolivianos “cinco años más” de gobierno para que el país siga “creciendo económicamente”.
Bolivia ha crecido a ese tiempo a un ritmo del 4,6 por ciento medio anual, reduciendo la pobreza, que afectaba al 60 por ciento de la población al inicio de su mandato, y ahora aflige al 35 por ciento de los ciudadanos.
“Morales nacionalizó los hidrocarburos en 2006, y eso permitió la entrada de mayores recursos fiscales al Estado. En un contexto de altos precios de las materias primas, permitieron además una inversión pública sin precedentes en la historia boliviana”, comenta el politólogo Mario Torrico, analista boliviano de la FLACSO de México.
Otro de sus principales apoyos es el voto campesino. Morales, de etnia aymará, y primer presidente indígena de la historia del país, ha realizado fuertes inversiones en el campo, mejorando el acceso de las comunidades al agua, electricidad y educación.
Sin embargo la popularidad del presidente ha ido en descenso desde hace tres años.
El principal punto de inflexión fue un referéndum celebrado el 21 de febrero de 2016. Morales preguntó a los bolivianos si querían modificar la Constitución para permitir la reelección por más de dos periodos consecutivos, y habilitar así su nueva postulación presidencial.
No obtuvo el resultado esperado. Los ciudadanos rechazaron, por un estrecho margen, la modificación de la Carta Magna, pero Morales acudió al Tribunal Constitucional, considerado como parcializado por la oposición, aludiendo que impedir su candidatura violaba sus derechos humanos.
La Corte le dio la razón, y habilitó su postulación, confirmada después por el Tribunal Electoral (TE), generando fuertes protestas y un evidente bajón en su popularidad.
“Esto cae muy mal en la gran mayoría de la población boliviana, ya que se percibe que el voto soberano no es respetado y que los signos de autoritarismo son cada vez más fuertes”, comenta el analista político Jorge Dulon con cierto escepticismo.
“Es la gota que rebasa el vaso y hace que el Movimiento al Socialismo de Morales pierda la mitad de su militancia fiel, de su voto duro. Hoy cuenta con una base de solamente el 30 por ciento o el 35 por ciento. Por eso, después de casi 14 años, su reelección se pone en duda”, añade Dulon.
La candidatura de Morales se ha visto afectada también por los recientes incendios en el Amazonas boliviano, que han devastado más de cuatro millones de hectáreas, según la Fundación de Amigos de la Naturaleza (FAN).
Los opositores consideran a Morales como el causante de los fuegos, especialmente tras la modificación de un decreto, el pasado julio, que acabó autorizando el desmonte de tierras en los departamentos afectados.
Oposición
“En la oposición prima el interés caudillista antes que la convergencia programática”, apunta Ludwig Valverde, presidente del Colegio de Politólogos de La Paz.
Al candidato Carlos Mesa, que mantuvo una popularidad superior al 60% en su anterior mandato, aunque dimitió por no tener apoyo parlamentario, y tras el surgimiento de nuevas protestas, lideradas por Morales, le critican desde su propio bando por su moderación y por su reticencia a modificar radicalmente la política económica del país.
“Mesa sí observa, en cambio, las deficiencias que hubo en las gestiones de Evo en 14 años tales como corrupción, narcotráfico, contrabando, cooptación de instituciones del Estado, ineficiencia en el manejo de la cosa pública y el derroche de los recursos”, comenta el analista Dulon.
El candidato también ha recibido duras críticas del oficialismo. El entorno de Morales le acusa de ser cómplice de la fuerte represión contra las protestas de octubre de 2003, surgidas en reclamo de la nacionalización de los hidrocarburos, que dejó al menos 60 muertos en la ciudad de El Alto.
Mesa era entonces vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada (2002-2003), que dimitió por esas mismas protestas.
El ahora candidato rechaza las acusaciones. Argumenta que retiró su apoyo a su líder cuando se conoció una de las mayores masacres de aquellos días, y recuerda también que renunció ante protestas similares, en 2005, para evitar muertes.
El candidato opositor, un prolífico escritor, autor de más de una veintena de obras, algunas de ellas de referencia académica, ha logrado aglutinar el voto de descontento contra Morales, apoyado en el buen recuerdo que dejó en parte de la población su gestión presidencial, en la que optó por celebrar un referéndum sobre los hidrocarburos, consulta popular que finalmente abrió la puerta a la estatización de los recursos.
El rival que más creció necesita que Evo no supere el 40 por ciento
Evo Morales necesita, según la ley boliviana, reunir más del 40 por ciento de los votos, además de sacar al menos 10 puntos a su rival, para evitar la segunda vuelta.
Los sondeos arrojan resultados dispares. Según la mayoría, el líder indigenista logra alcanzar los requisitos para renovar su mandato este mismo 20 de octubre. Sin embargo, al menos cinco sondeos publicados recientemente muestran a Carlos Mesa en crecimiento, con entre el 26 y el 28 por ciento de los votos, y al presidente en descenso, con entre el 33 y el 39 %, cifras que supondrían la celebración de una muy incierta segunda vuelta. La oposición tiene sus propios problemas. El mayor de ellos es la división existente en sus filas. Mesa no logró aglutinar el apoyo de los contrarios a Evo hasta hace pocos días en que los últimos sondeos lo posicionaron como el único capaz de forzar una segunda vuelta.