Washington.— La severa ley de Arizona para combatir la inmigración ilegal
reconfiguró el panorama político nacional en un año electoral, y puso nuevamente en el candelero un
tema potencialmente divisivo, que afecta la seguridad nacional y los derechos de los Estados.
Tanto demócratas como republicanos analizan sus próximos pasos, empeñados en no
irritar a sus bases ni ahuyentar a los independientes. Tienen presentes las divisiones que
surgieron en sus filas la última vez que se abordó el tema de los 12 millones de indocumentados que
viven en el país.
Ni republicanos ni demócratas querían lidiar con un tema tan volátil a seis
meses de las elecciones legislativas que decidirán el equilibrio de poder en Washington.
El tema de los indocumentados incide en todos los aspectos de la política de
EEUU, incluida la seguridad nacional —con asuntos delicados como el control de las fronteras
y la categorización racial—, y cuestiones domésticas como la educación y la salud.
Alta exposición. A todos los niveles del gobierno, desde Washington hasta los
concejos municipales, se está abordando el tema de los indocumentados.
Empresarios, sindicatos, organizaciones religiosas y grupos defensores de los
derechos del inmigrante son afectados, y seguramente tomarán en cuenta su posición ante este tema
al elegir por quién votarán en los comicios legislativos y para gobernadores de noviembre.
Los republicanos, que han tratado de ganar terreno entre la creciente población
hispana, temen ser pintados como xenófobos. Los demócratas se exponen a ser caracterizados como
blandos en cuanto a la seguridad nacional.
Los indocumentados ya son un tema clave en varias contiendas republicanas para
la Cámara de Representantes, el Senado y numerosas gobernaciones. La propia gobernadora de Arizona,
Jan Brewer, tuvo que elegir entre una política de mano dura y una más moderada, y optó por la
primera.
Los republicanos enfrentan el desafío adicional de satisfacer a su base
conservadora y a los militantes independientes del “tea party”, sin generar malestar
entre los hispanos y entre votantes indecisos.
Pedidos de reforma. La gobernadora Brewer, quien encara una reñida contienda dentro del partido
republicano en busca de su reelección, sancionó una ley que le exige a la policía que pregunte por
el status inmigratorio de una persona si sospecha que está en el país ilegalmente.
De la noche a la mañana surgieron protestas y los distintos sectores tomaron posición. Los
conservadores vieron con buenos ojos la medida, que consideraron necesaria para frenar el ingreso
de indocumentados desde México. Los liberales dijeron que amenaza los derechos civiles. El cardenal
católico de Los Angeles la comparó con normas típicas de los nazis.
El presidente Barack Obama ordenó al Departamento de Justicia que analice si la ley amenaza con
“socavar nociones básicas de justicia”, e insistió en la importancia de adoptar una
reforma a las leyes de inmigración, diciendo que “si seguimos sin actuar a nivel federal,
continuaremos viendo iniciativas erradas en todo el país”.
El líder de la mayoría senatorial Harry Reid, quien encara una dura batalla en Nevada, un Estado
con muchos hispanos, prontamente se comprometió a impulsar una reforma inmigratoria, pese a que la
prioridad de los demócratas es una reforma a las regulaciones financieras y medidas para combatir
el cambio climático.
“Hay una enorme cantidad de gente en este país ilegalmente”, expresó por su lado el
líder de la minoría senatorial Mitch McConnell. No obstante, admitió que “este no es el mejor
momento para abordar este tema en Washington”.
El senador republicano John McCain justificó ayer la cuestionada ley de Arizona, señalando que
era necesaria dada la incapacidad del gobierno de Obama para “asegurar nuestras
fronteras”.
La situación en el estado fronterizo con México es “la peor que he visto jamás”,
aseguró el ex candidato presidencial republicano. Y agregó que como resultado de la falta de
represión en la frontera entran torrentes de drogas en el suroeste de EEUU desde México.
“Hay que intervenir”. En el otro extremo, el senador demócrata Chris Dodd sostuvo
que la ley de Arizona es “escandalosa”, y que “hay que intervenir antes de que
las cosas se vayan más todavía de las manos”.
Los demócratas tendrán que tratar de satisfacer a los sectores liberales sin irritar a otros,
incluidos los conservadores, que dan gran importancia a los derechos de los Estados. Candidatos
demócratas moderados que enfrentan elecciones riesgosas, por otra parte, podrían verse obligados a
ir en contra de su partido para preservar sus bancas.
(AP)
Boicot
Un concejal de San Francisco propuso boicotear a Arizona en protesta
por la nueva ley que permite a la policía de ese Estado detener a gente por su status migratorio.
“No usaremos los recursos de nuestra ciudad para apoyar esa ley”, declaró David Campos,
quien llegó a EEUU desde Guatemala como indocumentado y se nacionalizó estadounidense en 1997. El
fiscal municipal Dennis Herrera adelantó que ya empezó a investigar si la ciudad puede cancelar
contratos con Arizona, aunque no queda claro cuántas empresas quedarían afectadas. “San
Francisco siempre ha ejercido liderazgo en los temas de peso moral”, expresó.