A pesar de que sus relaciones con el ejército al que purgó en varias ocasiones han sido complicadas, el presidente Recep Tayyip Erdogan pudo contar con el apoyo salvador del Estado Mayor ante el intento de golpe de Estado del pasado viernes a la noche.
Desde su ruptura a fines de 2013 con el político y clérigo islámico Fethullah Gulen, un ex aliado exiliado en Estados Unidos al Erdogan acusa de haber pilotado el intento de golpe, ha desarrollado relaciones más estrechas con el ejército, muy solicitado desde la reanudación del conflicto kurdo. Irónicamente, tras su llegada al poder en 2003, Erdogan se alió precisamente con el imán Gulen, quien niega encontrarse detrás del golpe, para poner en vereda al ejército, al que consideraba la principal amenaza para su gobierno islámico conservador.
Las fuerzas armadas turcas, consideradas los guardianes del laicismo desde la creación de la República en 1923 por Mustafa Kemal, han perpetrado tres golpes de Estado exitosos (1960, 1971 y 1980) y empujaron a dimitir, en 1997, al primer ministro islamista y mentor de Erdogan, Necmettin Erbakan.
Pero ahora, mientras los golpistas intentaban derrocar a Erdogan, decenas de oficiales superiores, entre los cuales varios generales, aparecieron ante las cámaras de televisión para posicionarse contra esta iniciativa. "El golpe de Estado fue frustrado gracias a la alianza entre Erdogan y el ala laica del ejército", diagnosticó el politólogo Fuat Keyman, director del centro Istanbul Policy Center. "Esta alianza se desarrolló gracias a dos factores: Gulen y la reanudación del conflicto kurdo", en el sureste del país.
Pistola en la sien. Mantenido como rehén durante una veintena de horas, el actual jefe del Estado Mayor, el general Hulusi Akar, rechazó, a pesar de haber tenido una pistola apoyada en la sien, firmar la declaración con la cual los golpistas querían anunciar la toma del poder, según anunció ayer la cadena NTV.
Para Jean Marcou, profesor en Ciencias Políticas de Grenoble (Francia), quien habla de un "matrimonio de conveniencia" entre Erdogan y el ejército, el intento de golpe fracasó principalmente por que "no había un mando supremo". Esta alianza se manifestó, según los observadores, en abril pasado cuando el más alto tribunal de apelaciones de Turquía anuló la condena de 2013 a decenas de oficiales superiores en un vasto juicio orquestado, según las autoridades, por los partidarios de Gulen. El ex jefe del Estado Mayor Ilker Basbug, quien en ese juicio fue condenado a cadena perpetua, calificó ayer de "terrorista" el intento golpista.
¿Quitar poderes? Este conato de derrocamiento podría tentar a Erdogan a quitarle poderes al ejército, una de las pocas instituciones relativamente autónomas del país. Las purgas continúan y las autoridades indicaban ayer que había más de 6.000 personas detenidas. Según Marcou, "el ejército podría perder protagonismo en el sistema para limitarse a un rol más tradicional".
Videos devastadores. Erdogan podría apoyarse más en la policía, masivamente opuesta al golpe. Si éste fue la iniciativa de una minoría, fue todo el ejército el que cayó en crisis. "Los videos en los que uniformados atacan a civiles son devastadores para el ejército, que va a tener que reelaborar su imagen", subraya Keyman.
Tras apoyar a Erdogan ante el intento de golpe, el ejército podría presentarse en lo sucesivo "no sólo como guardián del laicismo, sino también de la democracia", añade Keyman. Eventuales sanciones contra el ejército podrían tener un fuerte impacto, en momentos en que Turquía enfrenta en el sureste del país a los rebeldes kurdos y ataca frecuentemente al Estado Islámico en Siria. Además, podrían tener consecuencias en las relaciones bilaterales de Turquía con sus aliados, según la investigadora Dorothée Schmid, quien recuerda que "históricamente los militares son importantes en estos dispositivos bilaterales".
Gokan Gunes / afp