Estados Unidos cerró el tránsito hacia el norte en el cruce fronterizo más transitado con México para instalar nuevas barreras de seguridad ayer, un día después que manifestantes en Tijuana protestaron contra la presencia de miles de migrantes centroamericanos en esa ciudad. Estados Unidos también cerró uno de los dos pasos peatonales en el cruce de San Ysidro, aparentemente para impedir cualquier intento masivo de cruzar la frontera por parte de los migrantes.
La instalación de barreras móviles coronadas por alambre de púas puede complicarles la vida a los mexicanos que usan el cruce de San Ysidro, por donde 110.000 personas entran diariamente a Estados Unidos en 40.000 vehículos. Se formaron largas filas en Tijuana, donde mucha gente tiene que cruzar la frontera para trabajar del lado estadounidense.
Los inconvenientes provocados por el arribo de la caravana centroamericana pueden haber cumplido un papel en las protestas del domingo, cuando unos 400 vecinos de Tijuana agitaron banderas, cantaron el himno nacional y corearon "Fuera, fuera!" a los migrantes que arribaron la semana pasada a la ciudad fronteriza.
Las tensiones se elevaron a medida que casi 3.000 migrantes entraron a Tijuana después de una travesía por tierra de más de un mes, y probablemente con varios meses por delante mientras solicitan asilo. El gobierno en Washington calcula que el número de migrantes podría llegar a 10.000 en poco tiempo.
Los inspectores fronterizos gestionan apenas un centenar de pedidos de asilo por día en el cruce principal de Tijuana a San Diego. Los solicitantes anotan sus nombres en un cuaderno manejado por los propios migrantes donde había ya 3.000 nombres antes del arribo de la caravana.
Algunos vecinos de Tijuana mostraron solidaridad con los migrantes, otros los acusaron de ser sucios, desagradecidos y un peligro para la ciudad. Además, dijeron que la manera como la caravana entró a México fue una "invasión". Y expresaron el temor de que se use el dinero de sus impuestos para ayudarlos. "No los queremos en Tijuana", vocearon los manifestantes.
Juana Rodríguez, un ama de casa, dijo que el gobierno debe averiguar los antecedentes de los migrantes para determinar que no son delincuentes. Menos de una docena de vecinos aparecieron con carteles de apoyo. Keyla Zamarrón, una maestra de 38 años, portaba un cartel con la leyenda, "la infancia no tiene fronteras".
La defensa civil del Estado de Jalisco, por donde pasan los migrantes camino de Tijuana, dijo que ya no les proveerá de albergues, porque hubo peleas entre ellos en un refugio. El Estado les dará agua, algunos alimentos y escoltas en nueve puntos a lo largo de la autopista principal que cruza su territorio para que no tengan que detenerse.
En Ciudad de México, las autoridades cerraron un refugio en un centro deportivo que había alojado a miles de migrantes. Los 650 migrantes de una tercera caravana, integrada principalmente por salvadoreños, fueron transportados a un albergue para peregrinos en la Basílica de Guadalupe.
La mayoría de los migrantes que han llegado a Tijuana en la caravana en días recientes partieron hace más de un mes de Honduras, un país de nueve millones de habitantes. Docenas de los migrantes entrevistados por Associated Press han dicho que se fueron de su país luego de recibir amenazas de muerte. Pero el viaje ha sido duro y muchos han regresado.
Alden Rivera, embajador de Honduras en México, dijo a la AP el sábado que 1.800 hondureños han vuelto a su país desde que la caravana partió el 13 de octubre, y que espera que más tomen esa decisión. "Lo que queremos nosotros es que regresen a Honduras", afirmó Rivera.
El país centroamericano tiene una tasa de homicidios de 43 por cada 100.000 habitantes, similar a ciudades estadounidenses como Nueva Orleans y Detroit. Además de la violencia, los migrantes en la caravana han mencionado que sus desalentadoras perspectivas económicas fueron un aliciente para su partida. El ingreso per cápita ronda los 120 dólares al mes en Honduras en donde, según el Banco Mundial, dos de cada tres personas viven en la pobreza. Por todas estas razones, Honduras seguirá siendo una nación que expulsa a una parte de su población.