A falta de poco más de 20 días para dejar la Casa Blanca, el presidente Barack Obama anunció ayer una serie de sanciones contra Rusia por los ciberataques durante la campaña electoral de los que acusa a Moscú con la intención de favorecer la victoria del republicano Donald Trump frente a la demócrata Hillary Clinton. Entre las medidas adoptadas por el mandatario estadounidense está la expulsión de 35 diplomáticos de la embajada en Washington y el consulado en San Francisco, a los que en un comunicado de la Casa Blanca se refirió como "operarios de la inteligencia rusa". Los declaró "personas non gratas" y les dio 72 horas para irse del país. Estos pasos "son una respuesta necesaria y apropiada a los esfuerzos para dañar los intereses de Estados Unidos violando normas de comportamiento establecidas internacionalmente", aseguró Obama.
Las sanciones económicas, en cuya imposición están implicados el Departamento del Tesoro y el Departamento de Estado, se dirigen contra cinco entidades rusas, entre ellas los servicios de inteligencia interior (FSB) y militar (GRU), y contra cuatro nacionales de ese país, encabezados por el director del GRU, Igor Korobov. Este mes, la CIA concluyó que personas vinculadas al gobierno ruso hackearon cuentas de correo electrónico del Partido Demócrata con la i ntención de dañar a Clinton durante la campaña y favorecer a Trump.
Moscú rechazó las acusaciones de injerencia y el presidente electo de Estados Unidos las calificó de "ridículas". Al tratarse de una orden ejecutiva, Trump podrá revertir con otra las sanciones cuando asuma la presidencia. Un vocero de Putin, Dmitry Peskov, lamentó la decisión de Obama de decretar nuevas sanciones —Washington ya las impone contra empresas e individuos rusos por el conflicto en Ucrania—, y prometió considerar tomar represalias. "No hay dudas de que la respuesta espejo y adecuada (de Rusia) también hará sentir muy incómodo a Washington", amenazó el funcionario del Kremlin, quien rechazó "tajantemente" las acusaciones de espionaje de Washington. Las represalias anunciadas por Obama incluyen el cierre de dos instalaciones rusas, en Maryland y Nueva York, que son utilizadas por personal ruso con propósitos de inteligencia, según el presidente.
En medio de la campaña presidencial estadounidense, la organización Wikileaks publicó una serie de emails privados de miembros de la cúpula del Partido Demócrata y del equipo electoral de la candidata, Hillary Clinton. Estos emails, que fueron hackeados por personas aún no identificadas oficialmente, revelaron internas dentro de los demócratas —cómo el partido apoyó a Clinton y boicoteó las aspiraciones de su rival en las primarias, Bernie Sanders— e incoherencias y abiertas contradicciones entre el discurso de la candidata oficialista y sus acciones. El escándalo de los emails le costó la cabeza a la entonces presidenta del Partido Demócrata, Debbie Wasserman Schultz, y dejó mal parados a más de uno en la campaña de Clinton. Por eso, recientemente, cuando el gobierno de Obama acusó al gobierno ruso de ser el presunto autor intelectual y material del hackeo, y de haber filtrado los emails a Wikileaks, argumentó que el Kremlin lo hizo para beneficiar al candidato republicano y abierto simpatizante del presidente Putin, Donald Trump.
Obama adelantó que podría tomar más medidas contra Rusia, inclusive algunas secretas, y anunció que en las próximas horas desclasificará un "informe analítico conjunto" del FBI y la Secretaria de Seguridad Interior "sobre las actividades de los servicios de inteligencia cibernéticos civil y militar rusos". No obstante el duro tono y la contundencia de las sanciones decretadas ayer, Obama tiene apenas tres semanas para cumplir con su promesa y redoblar el ataque contra el gobierno de Putin.
Por otra parte, Trump, que promete restablecer las buenas relaciones con Rusia ni bien asuma, no sólo tendrá que luchar con el legado de Obama, sino también con la posición anti Putin de influyentes líderes de su partido en el Congreso.
El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, y dos de sus correligionarios en la Cámara alta, el veterano John McCain y Lindsey Graham, apoyaron ayer las nuevas sanciones contra Rusia y pidieron aún más contundencia. "Rusia no comparte los intereses de Estados Unidos, sino que ha buscado socavarlos, sembrando una peligrosa inestabilidad en todo el mundo, aunque la acción del gobierno (de Obama) es tardía, es una manera apropiada de terminar con ocho años de política fallida con Rusia", dijo Ryan. Todavía no está claro cuánta batalla darán estos líderes republicanos a una eventual política exterior de Trump que acerque posiciones con Putin, y rompa así la tradición antirrusa del Partido Republicano.
El presidente electo se informará del caso
Trump anunció que mantendrá reuniones con los líderes de las agencias de inteligencia de su país con el objetivo de recibir nueva información sobre la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones. "Es hora de que nuestro país avance hacia cosas más grandes y mejores. Sin embargo, en el interés de nuestro país y de su buena gente, me reuniré con los líderes de la comunidad de inteligencia la semana próxima para que me actualicen sobre los hechos de esta situación", explicó Trump en un escueto comunicado.