La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, afirmó que la oposición no tiene “moral” para cuestionarla y la acusó de “golpista”, mientras la prensa local especuló ayer con un acercamiento entre el gobierno y el titular de Diputados, Eduardo Cunha, impulsor del juicio político, que a su vez enfrenta pedidos de destitución por estar investigado en el caso Petrobras. “La sociedad conoce a los moralistas sin moral, ¿Quién tiene una biografía lo suficientemente limpia e intachable para atacar a mi honra, quién?”, preguntó Rousseff la noche del martes. La mandataria dijo que nunca se dio una “batalla a la corrupción” como la librada por su gobierno y el de Lula, en un discurso pronunciado horas después de que el Supremo Tribunal Federal (Corte Suprema) hiciera lugar a una medida del Partido de los Trabajadores (PT) que frenó el inicio de un eventual juicio político.
La iniciativa del juicio es promovida por el opositor Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) del senador Aécio Neves, ex candidato a la presidencia en las elecciones de octubre de 2014, en las que perdió por estrecho margen con Rousseff.
Por otro lado, según la prensa, asesores del gobierno comenzaron a tender puentes hacia Eduardo Cunha, titular de Diputados, y uno de los enemigos declarados de Rousseff, pese a pertenecer al partido aliado Partido Movimiento Democrático Brasileño (PSDB). De cualquier modo, un eventual armisticio entre Rousseff y Cunha no disuade a los socialdemócratas de volver a la carga con otro pedido de juicio para apartar a la mandataria de su cargo.