La más volátil campaña presidencial brasileña de los últimos años ingresó en su recta final, en la que los principales candidatos tienen precisamente 30 días para conquistar los votos de un electorado dividido entre el deseo de cambios profundos y el temor a perder las conquistas sociales de los últimos años. Lo único que se perfila como seguro a un mes de los comicios es que ninguno de los candidatos logrará el 5 de octubre la mayoría absoluta de los votos válidos para conquistar la presidencia y que el futuro gobierno será definido tres semanas después en una segunda ronda entre la presidente Dilma Rousseff y la líder ambientalista Marina Silva. Los últimos sondeos, divulgados el miércoles, revelan que las dos candidatas se reparten las preferencias del electorado. Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), está en leve ventaja en la disputa hacia la primera ronda, pero es superada por la candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB) en las simulaciones sobre la vuelta decisiva.
Según las encuestas del Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística (Ibope) y del Instituto Datafolha, Silva suma actualmente entre el 33 y el 34 por ciento de las intenciones de voto en la disputa hacia las urnas del 5 de octubre, mientras que Rousseff tiene entre el 35 y el 37 por ciento de las preferencias. En la vuelta decisiva, sin embargo, ambas investigaciones apuntan a un triunfo de Silva con entre el 46 y el 48 por ciento de los sufragios, con una ventaja de siete puntos porcentuales sobre la mandataria.
La campaña, que se inició en un ambiente tibio hace pocas semanas, cobró intensidad después del accidente aéreo del 13 de agosto que causó la muerte al candidato del PSB a la presidencia, Eduardo Campos, y le permitió a Marina Silva ingresar en la disputa. Con su propuesta de poner en marcha una "nueva política", la líder ambientalista, de 56 años, se presenta como una respuesta al deseo de cambios profundos expresado por tres cuartos de los electores brasileños y que se reflejó en las masivas protestas populares que tomaron por sorpresa al gobierno brasileño en junio de 2013. "Muchas personas que planeaban votar blanco o anular su sufragio eligieron a Marina como forma de protesta. Hay una fuerte identificación de Marina con el cambio", dijo el politólogo Ricardo Caldas. Cuando murió hace tres semanas, Eduardo Campos marchaba tercero en la disputa con alrededor del 9 por ciento de las intenciones de voto. Silva ingresó en la campaña cinco días después con un 21 por ciento de las preferencias y se disparó en las semanas siguientes, en un movimiento que asustó al PT y virtualmente anuló las posibilidades del senador socialdemócrata Aécio Neves, quien tenía un 20 por ciento de las intenciones de voto y ahora suma entre un 14 y un 15 por ciento. El PT arreció sus ataques a Silva, quien fue ministra de Medio Ambiente en el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva, quien solía apuntarla como "el Pelé" de su gabinete.
Fantasmas. Rousseff asegura que la ambientalista no tendrá apoyo parlamentario para gobernar y sostiene que se trata de una situación similar a la del ex presidente Fernando Collor de Mello, desalojado del poder en 1992 por un escándalo de corrupción. Además, la acusó de pretender frenar el programa de explotación de los gigantescos yacimientos de crudo y gas detectados en aguas ultraprofundas y de ser contraria a la criminalización de la homofobia en razón de su creencia evangélica.
A juzgar por los sondeos, la estrategia de definir como "una aventura" el voto por Silva logró algún éxito: las cifras revelan un estancamiento en el crecimiento de la ecologista y un leve ascenso de Rousseff. Según los directores del Instituto Datafolha, Mauro Paulino y Alessandro Janoni, pese a la volatilidad del electorado todo indica que "es menor el espacio para grandes variaciones" en las últimas semanas de campaña: "Aun cuando todos los electores que admiten cambiar su voto efectivamente lo hicieran, Dilma y Marina seguirían empatadas por encima de Aécio Neves". La definición sobre el futuro gobierno, por lo tanto, será en la segunda vuelta del 26 de octubre, en la que los 141 millones de electores decidirán si darán cuatro años más de mandato al PT o si optarán por la posibilidad de cambios más profundos bajo el comando del "enigma" Marina Silva.