Con el arrasador triunfo del voto griego contra el ajuste que le exige el Eurogrupo a cambio de dinero fresco, el panorama se complica, y mucho, en el plano fiscal y presupuestario. El premier Alexis Tsipras tendrá un mandato reforzado para exigir más concesiones a la troika y al Eurogrupo, pero no está claro que estos vayan a ceder.
A partir de hoy, o incluso de anoche por vía telefónica, se va de nuevo a la mesa de negociación. Pero la situación será mucho más difícil que hace apenas 10 días. Por un lado, el gobierno griego, envuelto en el mandato popular recibido en las urnas, exigirá condiciones más laxas. Por el otro, la troika advertirá a Grecia que, corralito mediante y sin flujo de dinero europeo para recapitalizar sus bancos, la situación es mucho más precaria ahora, por lo que las condiciones tendrían que ser más duras que hace apenas unas semanas. Las posibilidades de llegar a un acuerdo serían muy pequeñas y no habría mucho tiempo.
El 20 de julio Grecia debe abonar 3.500 millones de euros al BCE. Si no hay acuerdo, no podrá pagarlos, por lo que entraría en default con esta institución clave. Como buena parte del capital de los bancos griegos depende de activos avalados por el Estado, el consejo directivo o de gobierno del BCE tendrá pocos motivos técnicos para no quitar la liquidez de emergencia a la banca griega o endurecer drásticamente los requisitos para concederla. A falta de una intervención política que frene el proceso, ocurriría alguna de las dos cosas. En el primer caso, los bancos colapsarían al día siguiente. En el segundo, se verían obligados a seguir cerrados. Pero la política apunta en sentido opuesto, con Francia e Italia que ayer presionaban públicamente para lograr mejores condiciones para Grecia. Pero el BCE es un organismo independiente y de fuerte perfil técnico en todos sus niveles. En todo caso, ayer el viceministro de Finanzas griego, Nadia Valavani, confirmaba que los bancos continuaron cerrados y los griegos, sin poder retirar sus ahorros. También seguirá la limitación de 60 euros por día para los retiros por los cajeros automáticos.
El proceso salvador del BCE depende de una reuión del consejo de gobierno del BCE, que debe reunirse para analizar el caso griego y decidir si reabre el crédito de emergencia. Sería necesaria una inyección masiva de fondos a los bancos griegos. El Banco de Grecia ya hizo una presentación formal ante el BCE para reabrir el acceso al crédito de socorro, conocido por la sigla ELA, el canal de la liquidez de emergencia. El viernes, la presidenta de la asociación de bancos griegos, Louka Katseli, informó que “tenemos liquidez hasta el lunes. Después depende del BCE”. Según las disposiciones tomadas por el gobierno griego, el cierre de los bancos debería terminar mañana, martes.
Si el BCE no cede, o no cede lo suficiente, con los bancos en liquidación o reestructuración, la única forma de reabrirlos sería con una recapitalización pública, que el gobierno griego solo podría hacer emitiendo una moneda paralela. Los argentinos dirían un “patacón”, como llamaron a las monedas o “cuasimonedas” que emitieron entre 2001 y 2002. Con los bancos cerrados, la única manera de no hundir la economía sería también emitir una segunda moneda o moneda paralela. Existe en principio otro recurso a mano: una recapitalización directa de las entidades financieras griegas mediante el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Pero esto llevaría de nuevo al inicio: el programa del MEE está asociado a condiciones, que serían las mismas (o peores) que las que el gobierno de Syriza se ha negado a aceptar y que, gracias al “no” de ayer tiene un mandato expreso de rechazar.
¿Grexit? Todo esto conduce al “Grexit”. La salida formal de Grecia de la zona euro, de llegar, sería porque los griegos así lo han decidido. No se puede “echar” a nadie de la zona euro. No está contemplado en los Tratados de la UE. Pero, en cambio, un país sí puede solicitar su salida de la UE. Claro que para muchos la emisión de una segunda moneda o cuasimoneda ya sería de hecho violar los tratados que dieron nacimiento al euro.
El malestar en gran parte de la Eurozona creció aún más ayer. El vicecanciller alemán, Sigmar Gabriel, líder del Partido Social Demócrata de Merkel (SPD), dijo que era difícil concebir nuevas negociaciones sobre un nuevo préstamo para Atenas. El primer ministro Alexis Tsipras ha “rechazado los últimos puentes sobre los cuales Grecia y Europa podrían haber avanzado hacia un compromiso”, dijo Gabriel al diario Tagesspiegel. Sus comentarios, en los que señaló que los griegos habían rechazado las normas de la zona euro, reflejan la creciente exigencia pública en el país más poderoso de la UE, que también es el mayor acreedor de Grecia, de expulsar a Atenas del bloque de 19 naciones. No estaba claro ayer si Angela Merkel, que ha dicho en varias ocasiones que quiere que Grecia se mantenga en la zona euro, adoptaría una postura de línea dura similar. Pero importantes legisladores en su bloque conservador también se expresaron con firmeza: “Ahora nadie tiene que hacer la pregunta sobre si Grecia no estaría mejor fuera de la zona euro”, dijo Hans Michelbach, deo de la Unión Social Cristiana de Bavaria. “Desafortunadamente, Grecia ha elegido un camino de aislamiento”.
La votación agudizó las diferencias entre los pocos simpatizantes que le quedan a Grecia en la zona euro _ Italia y Francia_ y los países de línea dura liderados por Alemania que están cansados de darle préstamos. El ministro de Exteriores de Italia, Paolo Gentiloni, dijo que la zona euro debe retomar los esfuerzos por alcanzar un acuerdo con Atenas. “Ahora es correcto comenzar a intentar un acuerdo de nuevo”, escribió en Twitter.