Más de una veintena de barcos, un par de helicópteros y un submarino buscan en las aguas al norte de la isla de Bali al submarino indonesio Nanggala, desaparecido el miércoles con sus 53 tripulantes. Les quedan menos de 24 horas de oxígeno, según calculan los expertos. Uno de los buques de búsqueda detectó este viernes una fuerte señal magnética a entre 50 y 100 metros de profundidad que podría proceder del submarino. Es una esperanza, pero el tiempo se acaba. Estiman que este sábado a las tres, hora de Indonesia, se les habrá acabado el oxígeno a los tripulantes, en caso de estar vivos todavía.
A la operación de búsqueda y rescate se sumaron este viernes un buque de guerra australiano equipado con un potente sonar y otro helicóptero. También se espera la llegada de un segundo buque de guerra australiano, así como barcos de rescate de Singapur y Malasia en los próximos días.
Y, más importante que todos ellos, se sumó un buque especializado en búsqueda y exploración submarina de la Marina de la India. La nave es muy similar al buque Seabed Constructor de la empresa Ocean Infinity que encontró al ARA San Juan en noviembre de 2018, un año después de su hundimiento en el mar patagónico.
La búsqueda del Nanggala es contrarreloj. Se perdió el miércoles 21 de abril mientras hacía la inmersión durante un ejercicio con torpedos. La nave, fabricada en Alemania en 1978 y que entró en servicio en 1980, funciona con propulsores diésel-eléctricos lo que le da capacidad de oxígeno de 72 horas.
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El submarino indonesio Nanggala. Es de construcción alemana y tiene 40 años en operaciones. Es muy similar al perdido ARA San Juan, pero de un modelo anterior.
Con el Nanggala se repite la misma pesadilla que con el ARA San Juan: ¿Cómo es posible encontrar una nave cuyo casco fue diseñado para ser indetectable? Los submarinos están diseñados para navegar sin ser detectados por los sensores enemigos, fundamentalmente los sonares y los hidrófonos. Casi no emiten ruido ni calor y reflejan lo menos posible los impulsos de sonar. Por eso, la mayoría de desapariciones de submarinos difícilmente acaban con éxito. Meses después de hallarse los restos del ARA San Juan se encontró en el Mediterráneo a un submarino de Francia desaparecido en 1968.
Pero este viernes se prendió un rayo de esperanza, cuando el general Ahmad Riad, a cargo del centro de información de las operaciones, informó que un buque de la Armada indonesia detectó un objeto con "fuerte resonancia magnética" a una profundidad de entre 50 y 100 metros. La Armada envió a su buque Riguel a la zona. La profundidad detectada es escasa, y esto da mayores chances de supervivencia al Nanggala y sus 53 tripulantes. La profundidad promedio en la zona al norte de Bali es mucho mayor, de 700 metros. Si el submarino cayó en estos abismos, su destino sería similar al de ARA San Juan, que implosionó al descender incontroladamente a más de 900 metros, en un profundo cañón de la plataforma submarina continental. Estos buques tienen capacidad para soportar una profundidad máxima de 300 metros.
Cuando se producen casos de emergencia y la nave pierde la comunicación, como es el caso del Nanggala, la tripulación puede llamar la atención liberando balizas SOS hacia la superficie o golpeando el casco del barco con el fin de emitir señales acústicas bajo el agua. También se considera que la mancha de aceite encontrada el mismo día de la desaparición podría ser una señal de los tripulantes para indicar el punto del accidente. También pudo ser un intento de aligerar el submarino, o simplemente una pérdida por un daño catastrófico en el casco. Una ruptura del tanque de combustible podrían haber provocado que el submarino se haya hundido a 500 o 700 metros, donde la presión del agua es mucho mayor de lo que el casco puede soportar.
No hubo comunicación: posibles señales
El sonar es vital en este tipo de operaciones. Se basa en la propagación del sonido bajo el agua, lo que permite detectar objetos sumergidos. Es la misma tecnología que usan los submarinos (y un mecanismo similar al que usan los delfines). Emite un sonido, que luego rebota en el fondo del océano y es capturado por un micrófono. Pero si el casco del submarino está hecho de un material capaz de absorber el sonido del sonar, la nave puede confundirse con una gran montaña de arena.
Según la información de la Marina indonesia, el submarino inició la inmersión a las 3.46 hora local del miércoles y unos 15 minutos después inició la carga del tubo lanzatorpedo número 8. La última comunicación con los tripulantes tuvo lugar a las 4.25 hora local y antes de autorizar el lanzamiento del torpedo se perdió la conexión con la nave. No hubo comunicaciones de emergencia, a diferencia de caso del ARA San Juan, que mantuvo comunicaciones por teléfono satelital para informar de la emergencia que estaba sufriendo por el ingreso de agua de mar. En su última comunicación, el capitán dio por superada la emergencia.
Los accidentes submarinos suelen ser desastrosos. En 2000, el submarino nuclear ruso Kursk sufrió la explosión de sus torpedos y se hundió durante unas maniobras en el mar de Barents. La mayor parte de sus 118 tripulantes murió instantáneamente, pero 23 hombres huyeron a un compartimiento trasero antes de morir días más tarde por asfixia.
Aunque casi todos los antecedentes de accidentes de submarinos han terminado en tragedia, hay excepciones: en 2005, siete hombres a bordo de un mini-submarino ruso fueron rescatados tres días después de que su nave fuera atrapada por redes de pesca y cables en el Océano Pacífico. Solo les quedaban seis horas de oxígeno.