El premier italiano, Silvio Berlusconi, no tiene paz. A los múltiples escándalos en los que se
ve envuelto en los últimos tiempos ahora se suma la salida a la venta del libro de la prostituta
Patrizia D'Addario, que con unas memorias que titula "Disfrute, presidente" ("Gradisca,
presidente"), promete desatar aún más escándalo.
Con su libro de 242 páginas, D'Addario declara la guerra al magnate de los medios de 73 años.
Además de contar la historia de su salvaje vida, la mujer describe con lujo de detalle las fiestas
en el palacio presidencial.
D'Addario saltó a la fama tras difundir grabaciones de sus encuentros con Berlusconi en el
palazzo Grazioli de Roma, donde el primer ministro reside. Esas grabaciones le dieron un sustento
al escándalo de las fiestas que se organizaban alrededor de Berlusconi.
Patrizia fue reclutada y pagada por el empresario de Bari Gianpaolo "Giampi" Tarantini junto con
otras "escorts" para amenizar las noches de Berlusconi en el palazzo Grazioli.
"Me dijo que quería tocarme, sentir mi piel. Me abrazó. Me asfixiaba con sus besos". Así, en su
libro "Disfrute, presidente" aporta detalles íntimos de la noche que pasó con el mandatario de 73
años en una cama que le regaló su homólogo ruso Vladimir Putin.
D'Addario, de 42 años, no oculta nada. "Nos besamos un número infinito de veces. Besaba hasta
mis partes íntimas". Para la prostituta la actuación del primer ministro "podría entrar en el Libro
Guinness de los Récords". D'Addario admitió que Berlusconi "lo tomó como un desafío, aguantando
hasta las 8 de la mañana, cuando se fue a hablar con los periodistas".
"Yo soy mucho más joven que él, pero tengo que decir que es todo un experto", dice. Aún así
D'Addario reconoce que hubo momentos en los que pensó que el primer ministro podría sufrir un
ataque. "He pensado muchas veces si él tomaba algo". Sin embargo, lo único que había cerca de
Berlusconi era una taza de té.
El empresario y amigo del primer ministro, Bari Giampaolo Tarantini, que está siendo investigado
por actividades como suministrar prostitutas a políticos locales, pagó a D'Addario para que
asistiera a la fiesta.
Berlusconi declaró públicamente que no era consciente de que D'Addario fuera una prostituta,
pero nunca negó explícitamente haber pasado la noche con ella, y sí admitió que "no es ningún
santo".
D'Addario dijo que se vio presionada a sacar sus cintas y acusaciones a la luz pública tras una
serie de amenazas y ataques. Afirma que su casa fue robada por unos ladrones que se llevaron ropa,
libreta de teléfonos y direcciones, y su ordenador, pero que dejaron el caro equipo de
televisión