Los hechos
Los hechos
Los primeros hechos sospechosos fueron reportados a fines de 2016, pero la Casa Blanca esperó hasta agosto para hablar de misteriosos "síntomas físicos" observados en varios empleados de su embajada. Algunos sufrieron "migrañas, náuseas", pero también "ligeras lesiones cerebrales de origen traumático y pérdida definitiva de audición", reveló después la diplomacia estadounidense. Hasta el 14 de septiembre sumaban 21 los afectados, con un último incidente registrado en agosto, según Washington. Del lado de Canadá, una fuente de la embajada precisó, bajo condición de anonimato, que más de cinco familias fueron afectadas, incluidos niños, pero que "ningún caso grave" fue reportado hasta el momento.
Funcionarios estadounidenses sospechan del uso de dispositivos acústicos de origen desconocido, con el objetivo de socavar la integridad física de los diplomáticos. La Habana negó formalmente cualquier implicación y lanzó una investigación. El 23 de mayo, sin esperar su desarrollo, EEUU tomó la primera represalia al expulsar discretamente a dos diplomáticos cubanos.
El secretario de Estado, Rex Tillerson, habló de un posible cierre de la embajada en La Habana. En respuesta, Cuba previno contra toda "politización" del caso. "Tantas familias afectadas al mismo tiempo, no pueden ser azar", afirma una fuente canadiense. Evocada en Washington, la emisión dirigida de ondas nocivas desde un dispositivo no detectable es "totalmente posible desde un punto de vista técnico", asegura Denis Bedat, experto en bioélectromagnetismo. "Las ondas ultrasónicas, que se sitúan más allá de la capacidad acústica del ser humano, pueden difundirse con un amplificador. El dispositivo no tiene que ser de gran tamaño y se puede activar dentro o fuera de una casa", explica el experto francés. Bedat pone como ejemplo al Active Denial System (ADS), un cañón antidisturbio creado en EEUU, que dirige ondas electromagnéticas hacia las personas elegidas causándoles una sensación de calor insoportable.
Pesquisas y rumores
El presidente Raúl Castro indicó al jefe de la misión de Washington de su perplejidad ante el asunto y, en un hecho inusual, autorizó al FBI y a la policía canadiense a investigar. Observadores dudan que Cuba se arriesgara a tales acciones a fines de 2016, cuando las relaciones entre los antiguos enemigos de la Guerra Fría estaban en pleno auge. Luego se deterioraron con la llegada al poder de Donald Trump. Lo mismo sucede con Canadá, principal proveedor de turistas a Cuba y país con el que los nexos son buenos. Especulaciones abundan en ambos lados del Estrecho de Florida. Algunos apuntan a la iniciativa de agentes cubanos desertores, otros a un tercer país interesado en dañar los lazos entre Cuba y EEUU, como Rusia o Corea del Norte. Pero la hipótesis más recurrente señala la posible incidencia de un sistema de escucha defectuoso o mal controlado, una opción reforzada por la reputación de "grandes oídos" que tiene Cuba. Sin embargo, ésta es rechazada por expertos que subrayan que un sistema de escucha no está diseñado para la difusión. Según medios de EEUU, investigadores del FBI no halaron evidencias durante las minuciosas búsquedas realizadas en los hogares de las víctimas. "No tenemos respuesta definitiva sobre el origen o la causa de los incidentes", admitió un responsable del Departamento de Estado, mientras que La Habana anunció que tomó "medidas adicionales de protección de los diplomáticos estadounidenses y sus familiares". Empero, "la cuestión es que hay gente que no está bien, y aún no sabemos por qué", lamentó la fuente canadiense.
Alexandre Grosbois
AFP