La Asamblea Popular (Parlamento) de Cuba aprobó ayer por unanimidad una nueva ley de inversión extranjera con la que el gobierno comunista de Raúl Castro busca atraer capital fresco a la isla comunista, cuya economía sigue estancada a pesar de las reformas del presidente Raúl Castro. La ley ofrece agresivas ventajas tributarias a los inversores que coloquen su dinero en la isla, como una reducción a la mitad del impuesto a la ganancia y años de moratoria. Raúl Castro ha dicho que esta norma es "crucial" para la economía cubana, que creció en 2013 apenas un 2,7 por ciento por debajo de la meta de 3,6, manteniendo el pobre desempeño de los años anteriores.
El vicepresidente del Consejo de Ministros, Marino Murillo, describió crudamente las necesidades de financiamiento de Cuba. "Si alguien viene hoy y propone hacer inversión en la industria láctea, le va a faltar algo que es la vaca que dé la leche", dijo, según pasajes del debate retransmitidos por la televisión estatal. "Hay que estimular que la inversión extranjera resuelva el problema estructural que tiene la economía", dijo Murillo, el hombre al frente de las reformas, "no sólo en la industria sino también en la ganadería".
La nueva ley, que busca fortalecer las garantías jurídicas para atraer inversores a una de las economías más cerradas del mundo, fue aprobada por unanimidad por la Asamblea Nacional en una sesión especial presidida por Raúl Castro, dijo la agencia estatal de noticias AIN. El nuevo marco legal para la inversión extranjera llega en medio de una serie de reformas con las que Castro busca abrir progresivamente la economía de la isla.
Apertura. En los últimos años los cubanos fueron autorizados a abrir pequeños negocios privados, en un esfuerzo por reducir el peso del Estado en áreas desde el comercio a la agricultura. AIN describió la ley de inversión como "un instrumento de esencial interés de Cuba para consolidar su modelo económico y construir un socialismo próspero y sustentable".
La legislación entrará en vigor en un plazo de 90 días. Cuba necesita atraer entre 2.000 y 2.500 millones de dólares anuales en capital para llevar adelante su modelo socioeconómico socialista, próspero y sustentable", dijo ayer el ministro de la Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca en el Parlamento. "Para que vengan hay que darles incentivos", agregó. La nueva ley reemplaza una de 1995, cuando el ex presidente Fidel Castro abrió algunas áreas de la economía a la inversión extranjera para sobrevivir al colapso de la Unión Soviética, su aliado y benefactor. Funcionarios dijeron que la ley ofrece seguridad jurídica y garantías de no expropiación. Los inversores extranjeros podrán repatriar sus ganancias y vender sus participaciones en la isla.
La nueva ley reduce a un 15 por ciento el impuesto sobre las ganancias, que antes era de un 30 por ciento. Además, en la mayoría de los casos ofrecerá un período de gracia de ocho años para comenzar a tributar.
Pero analistas y diplomáticos extranjeros han expresado escepticismo respecto a la ley, alegando que no saben si se trata de un cambio real. Las autoridades quieren inyectar capital en sectores como la agricultura, infraestructura, industria azucarera, el níquel y la construcción. La salud, la educación y defensa permanecerán exclusivamente en manos del Estado. La ley permite que los emigrantes cubanos en Estados Unidos inviertan en Cuba, pero el ministro Rodrigo Malmierca dejó claro que no sería una prioridad. "Cuba no irá a buscar inversión extranjera a Miami", dijo, según AIN. "La ley no lo prohíbe, la política no lo promueve".
El embargo. Las leyes del embargo económico que Estados Unidos impone a Cuba desde hace más de medio siglo dificultaría también a los estadounidenses de origen cubano invertir en la isla. Los altos dirigentes del gobierno defendieron en el Parlamento la necesidad de recibir capital extranjero. "Si no crece la economía a niveles de alrededor del 7 por ciento (...) no vamos a podernos desarrollar", dijo Malmierca. Al mismo tiempo, la cúpula del castrismo subrayó estos días que abrir más la economía a capitales foráneos no implica poner "el país en venta" ni "un regreso al pasado". "Una inversión bien hecha no es regalar el país en pedazos", dijo Murillo, también vicepresidente del Consejo de Ministros.
La isla está sumida en una crónica crisis económica desde los años 90, cuando la desaparición de la Unión Soviética dejó al país al borde del colapso, y depende hoy en gran medida del suministro de petróleo desde Venezuela en condiciones preferentes. Raúl Castro ha llevado cabo en los últimos años varias reformas de mercado para intentar reflotar la economía.