Roma.— El gobierno de centroderecha del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, intentaba ayer digerir su derrota en cuatro referendos que hasta sus partidarios describieron como un “martillazo”. Berlusconi está siendo presionado además por sus aliados para aprobar recortes de impuestos con el objetivo de recuperar la popularidad del gobierno, después de los referendos que contaron con la participación más elevada en 16 años.
Los italianos votaron abrumadoramente a favor de cuatro propuestas para derogar leyes de la era Berlusconi sobre energía nuclear, privatización de los servicios del agua, aumento de tarifas e inmunidad para los ministros.
“Si el resultado de las elecciones locales fue una bofetada en la cara, esto es un K.O. para la centroderecha”, dijo el diario Corriere della Sera en un editorial.
No hay un riesgo inmediato para el gobierno, pero tras las elecciones locales del mes pasado, donde la capital financiera Milán pasó a manos de la izquierda, se han deteriorado las relaciones entre el partido Pueblo de la Libertad (PDL) de Berlusconi y sus aliados de la Liga Norte. “Necesitamos señales inmediatas, tanto para la acción del gobierno italiano como del PDL”, dijo Maurizio Gasparri, líder del partido en el Senado.
Además, muchos especulan que como tarde en septiembre, el insatisfecho líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, podría desatar una crisis. Desde el norte de Italia se decía ayer: ya está bien de bofetadas.
Disciplina impopular. La tensión entre el PDL y la Liga Norte ha aumentado, y los ministros están cada vez más descontentos con la insistencia del ministro de Economía, Giulio Tremonti, de mantener una disciplina presupuestaria que consideran impopular entre los votantes.
“Nadie está pidiendo actuar con imprudencia, pero ahora, tras la prudencia, necesitamos coraje”, dijo el ministro de Defensa Ignazio La Russa, uno de los aliados más leales de Berlusconi, al diario La Stampa.
El primer ministro de 74 años, blanco de cuatro juicios separados por cargos sexuales y de fraude, ha atacado a la izquierda y culpado de sus problemas legales a los jueces “comunistas”. Sin embargo, parece cada vez más desconectado.
Los aliados de Berlusconi exigen recortes de impuestos, pese a la insistencia de Tremonti de que Italia, uno de los países más endeudados del mundo, no puede permitirse reducir sus ingresos sin que haya unos recortes equivalentes del gasto.
“Abrí la billetera”. Un periódico muy favorable al primer ministro, Libero, resumió el ánimo entre muchos integrantes del bando gubernamental con su título de tapa: “Silvio, abrí la billetera”. “Para mantener las riendas, Berlusconi tiene una vía abierta: bajar los impuestos y apostar a un relanzamiento de la economía”, escribió el diario.
Mientras tanto, en un discurso en Roma, Tremonti rechazó ayer cualquier posibilidad de bajar los impuestos: “No veo ninguna alternativa a reducir el déficit. La reforma fiscal no puede hacerse con déficit”, afirmó.
El 22 de junio se votará una moción de confianza en el Parlamento que pondrá a prueba la mayoría del gobierno. La Liga Norte ha presionado a Berlusconi para que aproveche esa oportunidad para anunciar profundas reformas en la economía.
“No hay ni uno”
Tras la enorme victoria sobre Berlusconi en los referendos, sus opositores siguen divididos: el jefe del Partido Democrático, Pier Luigi Bersani, quiere nuevas elecciones. Sin embargo, Antonio Di Pietro, de Italia de los Valores, lo frena. El diario La Stampa definió así la situación de la oposición: “Entre los perdedores del referendo hay muchos líderes políticos (aunque ya mayores), mientras que entre los vencedores no hay ni uno”.