Hambrientos y desahuciados, decenas de miles de víctimas de la implacable crisis política y económica en Venezuela están probando suerte en Brasil, un país donde no conocen el idioma, con peores condiciones y donde pocas localidades fronterizas los reciben. Muchos llegan débiles a consecuencia del hambre y sin dinero para alojarse en un hotel, para comprar comida o el boleto de nueve dólares hasta Boa Vista, la capital del Estado brasileño de Roraima, conocido en los círculos de venezolanos como un lugar que ofrece tres comidas al día. Actualmente se hallan en esta región fronteriza unos 40.000 refugiados venezolanos, muchos de los cuales duermen en la calle.
La situación de Venezuela empeora día a día y miles de familias buscan la forma de alejarse del hambre y de la pobreza creciente. Se calcula que más de dos millones de venezolanos emigraron huyendo de un país en ruinas.
La falta de infraestructura para atender la masiva llegada de inmigrantes venezolanos en un Estado como Roraima ha provocado más de un problema en el último año. Pobladores de esta localidad fronteriza con Venezuela, invadieron el lunes último un predio, expulsaron a los inmigrantes venezolanos que allí vivían y quemaron sus pertenencias, según informaron ayer los medios locales. Los incidentes se desarrollaron en el municipio de Mucajaí. Los manifestantes protestaban por el asesinato de un habitante del lugar por parte de dos venezolanos el domingo último, según la Policía Civil. Esa misma noche, uno de los agresores murió acuchillado. Según el portal Globo, el pastor Joao Batista, uno de los organizadores de la marcha, expresó: "No aguantamos la presencia de ellos (los venezolanos). Que las autoridades hagan algo. Hay muchos robos y hurtos en la ciudad". Luego de ser expulsados del predio público que habían ocupado hace tres meses, la mayoría de los venezolanos pasó la noche en la terminal de ómnibus local.
Haciéndose eco del grave incidente, el presidente de Brasil, Michel Temer, afirmó ayer que el creciente éxodo de venezolanos que huye de la severa crisis económica y humanitaria de su país "perturba a América latina". La situación causada por la emigración de venezolanos fue uno de los temas principales de la agenda de la reunión de trabajo que Temer mantuvo ayer en Brasilia con el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. "El éxodo venezolano hacia Brasil y Colombia perturba a América latina", sostuvo Temer en la conferencia de prensa que dio junto a Santos después de la reunión. "Lo que queremos es la pacificación política en Venezuela, la democracia plena en las elecciones y la no agresión a los que se oponen al régimen" del presidente Nicolás Maduro, agregó Temer. Asimismo, Santos aseguró que Brasil y Colombia seguirán "trabajando en todos los frentes por la pronta recuperación de la democracia en Venezuela" y reiteró sus críticas a la decisión de Maduro de no aceptar ayuda para paliar la crisis humanitaria generada por la escasez de alimentos, medicamentos e insumos hospitalarios. Esta semana, la policía desalojó por la fuerza a 400 venezolanos que vivían desde hace seis meses en un campamento improvisado en las calles aledañas a la terminal internacional de transportes de Boa Vista, la capital regional, y los trasladó a un gimnasio habilitado como albergue. "Estas personas se encontraban en situación de vulnerabilidad y algunos niños, según denuncias que recibimos, estaban siendo explotados en sus derechos", señaló el coronel de la Defensa Civil de Roraima, Doriedson Ribeiro. De acuerdo con Ribeiro, ahora los inmigrantes "recibirán atención en salud, los niños serán llevados a los colegios y los adultos serán encaminados al mercado de trabajo".
Conflicto regional
Aunque los venezolanos emigraron en masa en los últimos años, hasta hace poco Brasil había recibido a relativamente pocos. Cientos de miles se fueron a Colombia, pero las autoridades de esa nación, como otras en Sudamérica, están reforzando sus fronteras. Brasil, donde se habla portugués, se convirtió en la única alternativa aunque los venezolanos no hallen muchas oportunidades y comodidades allí. El mes pasado, el temor a disturbios violentos se intensificó cuando un pirómano prendió fuego a dos casas llenas con migrantes venezolanos, hiriendo a docenas, varios de ellos de gravedad. Un hombre natural de la vecina Guiana fue detenido y, según la policía, el ataque estuvo motivado por la ira hacia la comunidad venezolana en la ciudad. En la plaza Simón Bolívar, que toma su nombre del líder de la independencia de Sudamérica que inspiró la "revolución socialista" del fallecido ex presidente venezolano Hugo Chávez, cientos acampan en tiendas o simplemente duermen sobre el pasto. Cuando llegan camiones con comida, cientos corren hacia ellos, peleándose entre sí para conseguir algo de comida antes de que se acabe. Los ánimos se tensan cuando los hombres acusan a mujeres y niños de aprovecharse para recibir raciones extra.
El gobernador de Roraima declaró el estado de emergencia para liberar fondos para el sobrepasado sistema de hospitales públicos, donde según las autoridades ocho de cada 10 pacientes proceden de Venezuela. La mayoría de los inmigrantes venezolanos que llegan allí proceden de Caracas y el 58 por ciento son hombres entre 22 y 25 años. La mayor parte de ese grupo de jóvenes son estudiantes (17,93 por ciento), seguidos por los graduados en economía (7,83 por ciento), ingeniería (6,21 por ciento) y medicina (4,83 por ciento), aunque debido a la escasa oferta de trabajo profesional en la región han pasado a ocupar empleos menos calificados o informales. Muchos, incluso, trabajan como vendedores ambulantes o se ofrecen para limpiar los vidrios de los autos en los semáforos.