Desde que asumió el pasado 20 de enero, la agenda diaria de Donald Trump es noticia mundial. No pasa un día sin que alguna declaración o planteo de Trump no ocupe los titulares en todo el planeta. Ayer fue el turno de Australia, que parece haber ocupado por unas horas el lugar de "punching ball" de Trump que tiene casi en exclusiva México. Trump le cortó el teléfono al primer ministro australiano cuando discutían sobre inmigración. Se supone que ambos países son históricos aliados. Al menos, así era hasta ayer.
El primer ministro australiano insistió cuando el incidente tomó estado público que sigue en pie un acuerdo alcanzado con el gobierno de Barack Obama que permite que los refugiados musulmanes rechazados por Australia sean reubicados en Estados Unidos. Pero Trump calificó el acuerdo como "tonto'' y el "peor de la historia" y prometió revisarlo.
El diario Washington Post publicó con detalle el tenso intercambio entre Trump y el primer ministro Malcolm Turnbull durante su primera llamada telefónica. Australia, como todos los países anglosajones, es un histórico aliado de EEUU, al menos hasta ahora. Trump describió el pacto que discutió con Turnbull como "el peor acuerdo de la historia'' y acusó al primer ministro de buscar exportar "a los próximos terroristas de Boston'', en referencia a los islámicos Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev, nacidos en Kirguistán y que colocaron dos bombas durante el maratón de Boston de abril de 2013.
Ante el escándalo global, el primer ministro de Australia dijo que la relación de su país con Estados Unidos sigue siendo "muy fuerte'' y se negó a comentar el incidente con Trump. Antes del abrupto final, la conversación telefónica duró 25 minutos. Al parecer, el premier australiano trataba de llevar la conversación a otros temas. "Es mejor que estas cosas —estas conversaciones— se conduzcan de manera honesta, franca y privada'', dijo Turnbull a la prensa. Más tarde, sin embargo, durante una entrevista con una radio de Sydney, negó que Trump le haya colgado, diciendo que la conversación había terminado "cortesmente''. Turnbull agregó que la fortaleza de la relación bilateral era evidente en el hecho de que Trump aceptó cumplir el acuerdo de su predecesor para reubicar refugiados entre 1.600 solicitantes de asilo, la mayoría de los cuales están en campamentos en las naciones isleñas de Nauru y Papúa-Nueva Guinea. Australia se ha negado a aceptarlos y en su lugar ha pagado para que sean enviados a esas islas. "El hecho de que recibimos garantías, el hecho de que fueron confirmadas, el compromiso muy extenso que tenemos con el nuevo gobierno subraya la cercanía de la alianza. Sin embargo, como los australianos saben muy bien de mí, yo defiendo los intereses de Australia en cada foro, público o privado''.
Pero, poco después de estos comentarios de Turnbull, Trump acudió a su instrumento favorito, Twitter, para fustigar el acuerdo con Australia. "¿Lo pueden creer? El gobierno de Obama aceptó tomar miles de inmigrantes ilegales de Australia ¿Por qué?'', tuiteó Trump. "¡Voy a estudiar este trato tonto!'', exclamó en la red social.
En un plano mucho más institucional, la Casa Blanca emitió una velada advertencia de que Estados Unidos actuará contra Irán a menos que deje de probar misiles balísticos y deje de apoyar a los rebeldes en Yemen. Michael Flynn, asesor de seguridad nacional del presidente Donald Trump, criticó enérgicamente a Irán en sus primeras declaraciones públicas. Acusó a Irán de amenazar a aliados de Estados Unidos y de causar inestabilidad en Medio Oriente. Además, echó en cara al gobierno de Barack Obama por hacer muy poco para detener a la República Islámica. "El día de hoy, nosotros ponemos oficialmente a Irán bajo advertencia'', dijo Flynn en la Casa Blanca. Flynn no dijo en qué consistía la advertencia. Funcionarios de alto rango dijeron que estaban considerando "diversas opciones'' que incluyen sanciones económicas, así como incrementar el apoyo a enemigos regionales de Irán. Los funcionarios rechazaron decir si estaba siendo considerada una acción militar.