Guillermo Raffo vive y trabaja en San Pablo. Es un veterano de la consultoria política, primero en Argentina en los 90, y luego en Brasil, donde en 2002 estableció su propia firma. Ha tenido entre sus clientes a figuras de gran peso en la historia política brasileña reciente. Asesoró a la campaña del candidato presidencial del PSDB el partido de Fernando Henrique Cardoso, Aécio Neves, quien en 2014 quedó a dos puntos de ganarle a Dilma Rousseff en el ballottage, y en 2018 al ex ministro de Economía de Michel Temer, Henrique Meirelles, quien se postulaba por el PMDB. Ahora, ante esta política de Jair Bolsonaro contra las cuarentenas en un país que registra cientos de muertes por Covid-19 cada día, Raffo busca encontrar razones a esa conducta que ha aislado al presidente brasileño y le hace perder aliados casi cada dia que pasa. La última noticia, una verdadera bomba en Brasilia, fue la renuncia de ministro de Justicia Sergio Moro, una de las pocas figuras de prestigio en la sociedad brasileña que podía exhibir el mandatario. Desde su casa paulista, Raffo tuvo la amabilidad de charlar in extenso con La Capital. Acá sigue un resumen de ese intercambio a la distancia.
Porque está en la naturaleza de Bolsonaro confrontar con los poderes establecidos para unir su electorado y justificar su existencia, su necesidad, su función. Fue esa estrategia que lo llevó de la nada a la Presidencia. Ese afán de conflicto, más que afán, necesidad, está no solo en su naturaleza como persona, sino también y especialmente en su naturaleza como fenómeno político. Si los principales científicos y gobiernos del mundo dicen que el coronavirus es grave, Bolsonaro va a decir que es "una gripecita".
En mantener a los "ultras" unidos. Bolsonaro llegó a la Presidencia de Brasil catalizando la ira de la gente después de años de mentiras y corrupción. Y direccionó esa ira contra un enemigo: el establishment político e intelectual. Las elites. En la campaña electoral de 2018, cuando le preguntaban cuáles eran sus propuestas, Bolsonaro respondía: "estoy contra todo lo que está ahí". Y "ahí", cada uno ponía su villano preferido. Unos, los delincuentes. Otros, la ideología de género que quiere "pervertir a nuestros hijos". La mayoría, a los políticos corruptos. Bolsonaro necesita todo el tiempo construir un enemigo, para mantener su base unida. Especialmente cuando se siente acorralado por sus propios errores. Al final, Bolsonaro es un soldado. ¿Y para qué sirve un soldado cuando no existe un enemigo? Volviendo a tu pregunta, el rédito político de su posición ultra está en mantener su ejército cohesionado bajo su liderazgo. No sabe todo lo que se pierde, pero sabe lo que no quiere perder.
¿Y qué se pierde?
La posibilidad de ser lo que dijo ser: un patriota que pone a Brasil por encima de todo. De unir al país contra un enemigo real que no distingue entre "petistas" y "bolsonaristas", ricos y pobres. Tuvo en sus manos la gran oportunidad de transformar la lucha contra la pandemia en una causa nacional y ganarse el respeto hasta de quien no lo votó. Como hizo Alberto Fernández en Argentina, que vio en la pandemia una agenda política que atravesaba la grieta. Bolsonaro en cambio se mantuvo fiel a su naturaleza. Menospreció la amenaza diciendo que es una "gripecita". Y en lugar ade unir a las personas en una causa común, eligió un nuevo enemigo: la ciencia médica. Y creó un nuevo miedo: el desempleo. Y ahora, cuando se encuentra aislado y debilitado por su propios errores, denuncia que es víctima de un golpe orquestado por el Congreso y la Justicia.
¿Por qué no buscó un acuerdo con el ministro de Salud Luis Mandetta (al que finalmente echó, pese a que tenía el respaldo del Congreso y la opinión pública) y de los principales gobernadores?
Por varios motivos. Algunos racionales y otros de naturaleza "bolsonarista". La pelea con los gobernadores, principalmente con el gobernador de Sao Paulo, Joao Doria (PSDB), es por la elección presidencial de 2022. Bolsonaro sabe que Doria quiere ser candidato y ya venían teniendo conflictos. Cuando Bolsonaro vio que Doria abrazaba la tesis del aislamiento social, de la ciencia, la cuarentena, el cierre del comercio no esencial, inmediatamente se colocó en la vereda de enfrente y culpó al gobernador de llevar la economía y las familias a la bancarrota: “Que no vengan después a poner la crisis y el desempleo que vendrá en mi cuenta”, disparó.
¿Y en cuanto a echar a Mandetta?
Motivos bolsonaristas. Mandetta es un médico pero también un político de Mato Grosso do Sul, muy carismático, que comunica muy bien, que transmite seguridad y tranquilidad a la población. Vio la oportunidad de ocupar el espacio que Bolsonaro dejó vacío y no lo dudó. Su postura a favor de la ciencia y el aislamiento social catapultó su imagen positiva a 75% mientras la imagen de Bolsonaro caía. De pronto el sargento estaba mandando más que el capitán. Bolsonaro se sintió desautorizado y lo despidió. Freud debe explicar eso mejor que yo.
Ahora, ¿con este aislamiento político, Bolsonaro puede todavía sacar adelante su agenda de gobierno? No tiene partido, solo aliados enojados...
Como dijo un amigo, Bolsonaro fue contra el aislamiento y terminó aislado él. Además de paralizar su gobierno, el aislamiento político lo expone a un "impeachment". La desventaja de tener que crear enemigos para gobernar es justamente que se acumulan muchos enemigos. Para intentar sobrevivir a sus errores, ahora Bolsonaro está usando a la vieja política que prometió combatir. Cooptando a los caciques de los viejos partidos, algunos de ellos que inclusive estuvieron en prisión por corrupción, y ofreciéndoles espacios en su gobierno. Una forma de dividir al llamado "Centrao" (Centrón) liderado por el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia (del partido Demócratas). O sea, públicamente hay un Bolsonaro anti-sistema diciéndoles a sus fanáticos que nunca va a negociar. Y en privado aparece el viejo Bolsonaro, el diputado durante 28 años, hablándole a la fibra más sensible de la vieja política: el bolsillo.
¿Es posible un nuevo impeachment en Brasil, a solo 4 años del de Dilma?
Posible es, porque el impeachment es un recurso constitucional. Tengo dudas si será probable. Ahora también se está discutiendo quién va a presidir la Camara de Diputados (el mandato de Rodrigo Maia se termina) y el bolsonarismo está queriendo poner un aliado que le dé sustento político. Si consigue eso puede bloquear el juicio político y conseguir base de apoyo para sus votaciones. Pero sobre todo, puede desinflar la opción de centro. Todo lo que Bolsonaro hace es pensando en su reelección. En cuanto a que haya un impeachment, además de un motivo legal, de un "crimen de responsabilidad", tienen que existir otras dos condiciones: perder la confianza del pueblo, perder popularidad, y perder el apoyo político en el Congreso. Bolsonaro aún mantiene un tercio de apoyo popular, que no es poco. Y ese 30% es muy agresivo, muy combativo. Por eso está intentando cooptar a una parte del Congreso.
Pero ahora, como si fuera poco, también chocó con su ministro estrella, Sergio Moro, quien renunció el viernes a la noche.
La salida de Moro puede ser el principio del fin de Bolsonaro. Moro no es un simple ministro. Te guste o no, Moro es un símbolo en Brasil. El símbolo de la lucha contra la corrupción. Su popularidad es muchísimo mayor que la del presidente. De hecho, en las encuestas anteriores al coronavirus, Bolsonaro sólo perdía la elección con Moro. Sólo Moro es capaz de disputar la base más fanática del propio Bolsonaro y a la vez atraer a electores de los más diferentes pelajes. Con la salida de Moro, Bolsonaro no estaría perdiendo sólo un ministro, sino también la elección de 2022.
¿Por qué Bolsonaro entró en conflicto con Moro?
Se especula que culpó al jefe de la Polícia Federal, que es un hombre designado por Moro, de no frenar las investigaciones contra sus hijos. Y lo echó. Hay varias investigaciones graves contra el clan Bolsonaro.Tampoco parecen ser "gripecitas".
Bolsonaro, como dijiste en la anterior entrevista que hicimos en 2018, representa "una gran factura" de los brasileños al sistema político, pero ahora él en la Presidencia repite también esas fallas...
La pregunta que más me hacen mis amigos argentinos es: ¿Bolsonaro, es o se hace? Yo tiendo a pensar que "es", porque me parece humanamente imposible fingir ser Jair Bolsonaro por tanto tiempo y tan perfectamente. Pero hay otra pregunta que deberíamos hacernos: ¿qué es Bolsonaro exactamente? Y Bolsonaro es, ante todo, la suma de los errores de la clase política brasileña. No sólo del PT, sino también de los partidos de centro que se olvidaron de representar a sus electores y abrieron las puertas al discurso anti-sistema. Ese mandato original representa al mismo tiempo la fuerza y la fragilidad de Bolsonaro. Se puede llegar al gobierno con un perqueño y aguerrido ejército de fanáticos. Pero es mucho más difícil gobernar sólo con fanáticos. Especialmente cuando un elemento inesperado que no discrimina entre bolsonaristas y "petistas" aparece en escena. El coronavirus exigía de Bolsonaro una postura presidencial que él es incapaz de representar. El virus fue una lupa que expuso los límites de Bolsonaro. Y demostró que Bolsonaro, para bien o para mal, solo sabe ser Bolsonaro.╠
Una última pregunta: ¿queda debilitado también el plan económico de Paulo Guedes, sus reformas estructurales? Sería lógico, si el presidente está cada vez más aislado.
Bolsonaro con Guedes apostaron mucho a la reactivación económica. Era una forma de superar la nostalgia de los años dorados de Lula: el mensaje de que se puede crecer con ideas no populistas y sin corrupción. Pero la llegada del coronavirus terminó con los planes de todo el mundo, inclusive los de Bolsonaro. Brasil no va a crecer. Y en lugar de poner esa cuenta en la crisis mundial de la pandemia, comenzó a polarizar, diciendo que los empleos eran más importantes que las vidas de los viejos. "El remedio no puede ser peor que la enfermedad". Y veo que Recién, la TV de los evangélicos aliados a Bolsonaro, difundió un programa donde se hicieron críticas muy duras a Paulo Guedes. Criticas que podrían venir de Lula, de un populista. Esa TV no hubiera hecho algo así sin la venia de Bolsonaro. O sea, Bolsonaro está limando a sus dos superministros: Moro, al que ya echó, y Guedes. Está recuperando el control. No descarto que algún sector de los militares (los llamados desarrollistas) estén ganando terreno.