Andalucía, tradicional feudo socialista en el sur de España, celebra hoy comicios regionales convertidos en ensayo general para las generales de fin de año, con nuevos partidos como Podemos y Ciudadanos tensando una contienda dominada por las acusaciones de corrupción. “Aunque son dos elecciones totalmente diferentes, todo el mundo va a interpretar los resultados como si fueran una primera ronda de las elecciones generales”, comenta Antón Losada, profesor de ciencias políticas. El 24 de mayo se celebrarán elecciones municipales en la mayoría de las regiones autónomas de España; en septiembre habrá comicios de carácter plebiscitario en Cataluña, y a fin de año tendrán lugar las generales, que decidirán quién será el próximo presidente del gobierno español.
Todos los sondeos electorales predicen que ninguna de las formaciones obtendrá la mayoría absoluta en esta gran región del sur de España, donde 6,5 millones de personas están convocadas a las urnas, por lo que serán necesarias alianzas para formar un gobierno en Sevilla. Los analistas consideran Andalucía, la región más poblada del país, como un laboratorio de las coaliciones posteriores a las legislativas en España, donde el bipartidismo imperante desde 1982 entre socialistas y conservadores parece tener los días contados por la irrupción de los antiliberales de Podemos y los centristas de Ciudadanos.
En el poder en Andalucía desde hace 32 años, el Partido Socialista (PSOE) espera mantener su hegemonía en la región, la única junto a Asturias que gobierna actualmente de las 17 existentes en España. A pesar de los escándalos de corrupción estallados en esta región turística afectada especialmente por la construcción desenfrenada, los sondeos le auguran una pérdida de solo uno o dos escaños. Sería una importante victoria para su líder, Susana Díaz, que con 40 años aparece como una de las figuras más influyentes del socialismo español, generando rumores de posterior candidatura al gobierno central. Mientras, el Partido Popular, que gobierna en España con Mariano Rajoy, pierde incluso más fuerza en Andalucía que en el resto del país, ya que los electores de esta región devastada por el desempleo no perdonan la austeridad impuesta por los conservadores en plena crisis. Su candidato andaluz es Juan Manuel Moreno.
Junto a la caída de los grandes partidos, la izquierda radical de Podemos con su candidata Teresa Rodríguez, tras sorprender en las europeas de 2014 con 1,2 millón de votos poco después de nacer, se alza a la tercera plaza en los sondeos con 15 escaños. A nivel nacional, su irrupción es más fuerte y encuestas la ubican como primera fuerza.
Un Parlamento fragmentado. Liderado por Pablo Iglesias, un profesor de ciencias políticas de 36 años con tejanos y la melena recogida en una cola de caballo, Podemos y sus promesas de poner fin a la austeridad y la corrupción de “la casta en el poder” suscitan entusiasmo. Pero sus vínculos con el socialismo venezolano y su alianza con el partido griego Syriza, con problemas para cumplir sus promesas antiausteridad tras llegar al poder en Atenas en enero, generan dudas en una parte del electorado deseoso de un cambio pero no a cualquier precio. Ahí surge el éxito de Ciudadanos, que también aspira a limpiar la política pero con postulados más moderados. “Desde Ciudadanos queremos justicia, mientras que Podemos quiere venganza”, afirmó su líder Albert Rivera, de 35 años. Nacido oficialmente en 2006 como un partido catalán antinacionalista, Ciudadanos se reinventó como un partido nacional de centro y reformista que crece exponencialmente en los sondeos. A nivel nacional, el instituto Metroscopia le otorgaba en marzo un 18,4% de la intención de voto, contra un 12% en febrero. En Andalucía, podría llegar al 10% de los sufragios y los diez escaños. “Podríamos tener un parlamento más plural, donde nuevas fuerzas políticas pueden entrar con más fuerza hasta el punto de ser necesarias para gobernar”, opina el politólogo Jaime Ferri Dura.
Aperitivo. Ante esta perspectiva, los socialistas andaluces, teóricos vencedores en los sondeos, deberían poder escoger sus aliados y mantenerse en el gobierno. La perspectiva inquieta a Ana Mestre, cabeza de lista del PP en la provincia de Cádiz. “En Andalucía llevamos tantos varapalos que no podemos estar en manos de experimentos ningunos. Hay algo muy claro: votar a Ciudadanos, Podemos o Izquierda Unida es votar al Partido Socialista”, dijo. Pero las andaluzas son sólo el aperitivo de un frenético ciclo electoral en España culminado con las legislativas de fin de año. En mayo llegan municipales y regionales en diez comunidades, entre ellas Madrid y Valencia, y en septiembre en Cataluña, donde los nacionalistas quieren convertir los comicios en un plebiscito por la independencia.