"La comida está impagable", comentó Domingo mientras hacía una larga fila frente a un supermercado en Caracas, uno de decenas de establecimientos obligados por el gobierno a rebajar los precios en medio de la hiperinflación.
"La comida está impagable", comentó Domingo mientras hacía una larga fila frente a un supermercado en Caracas, uno de decenas de establecimientos obligados por el gobierno a rebajar los precios en medio de la hiperinflación.
Colas custodiadas por militares con armas largas se forman ante supermercados caraqueños tras la ola de saqueos del viernes pasado.
"Sabemos que esto es una catástrofe, pero ¿qué voy a hacer? El sueldo no alcanza", declaró Domingo Mata, albañil de 45 años y padre de tres hijos, esperando comprar alimentos a precios rebajados hasta 20 por ciento.
Un control de precios de alimentos básicos y un férreo control de cambios, con el cual el gobierno monopoliza el acceso a divisas para importar productos y materias primas, rigen en el país. Los resultados son pésimos, pero el régimen chavista no piensa liberalizar ningún aspecto de la economía, pese los efectos deletéreos de sus políticas. El control de cambios y precios comenzó en 2003.
Las fiscalizaciones iniciadas esta semana llegan tras múltiples protestas por falta de comida y servicios básicos, como agua y electricidad, en el cierre de 2017.
Una mujer embarazada murió en la víspera de Año Nuevo en una zona popular de Caracas, herida de bala por un militar, cuando esperaba por pernil de cerdo, el plato tradicional en las cenas navideñasvenezolanas_ a precios subsidiados.
Los economistas señalan a los controles como causas, junto con un gasto público y una emisión monetaria incontrolada, de la crisis económica, con una inflación proyectada en más de 2.300 por ciento para 2018 por el FMI, la más alta del mundo, y desabastecimiento de alimentos y medicinas. Según la patronal Fedecámaras, la industria funciona a solo 30 por ciento de su capacidad.