Chile comenzó a dejar atrás un sistema electoral heredado de la dictadura de Augusto Pinochet. El proyecto de reforma electoral impulsado por la presidenta Michelle Bachelet pretende reemplazar al actual sistema por uno proporcional logró la media sanción en la cámara de Diputados chilena, con 86 votos a favor y 28 en contra. La victoria fue posible gracias a que además de los votos de la coalición oficialista Nueva Mayoría, se sumaron independientes y dos formaciones derechistas, Renovación Nacional (RN) y Amplitud. Votaron en contra los legisladores de la pinochetista Unión Demócrata Independiente (UDI). Sin embargo, aún falta pasar la prueba del Senado, donde posiblemente se deban hacer nuevas concesiones para lograr la aprobación de la reforma.
Asistieron al debate parlamentario el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo y la secretaria de la Presidencia, Ximena Rincón. Al finalizar la votación, Peñailillo, artífice del éxito parlamentario, se refirió al esquema binominal como "un sistema electoral que le ha hecho mucho daño a la democracia, que además fue acompañado muchos años por los senadores vitalicios, designados, y por tanto construyó una democracia a medias, y a eso hoy hemos colocado fin". El sistema binominal diseñado por el régimen pinochetista tiende a repartir las bancas entre dos formaciones, excluyendo del Parlamento a los partidos menores. Este mecanismo ha dado una representación desproporcionada a las derechas, según los críticos del sistema. Ximena Rincón acotó que "la presidenta Bachelet demuestra una vez más que va cumpliendo con el país". La reforma electoral fue una de las promesas de campaña que hizo Bachelet.
El sistema binominal permite la inscripción de dos candidatos por cada partido de alguno de los dos bloques mayoritarios (de ahí su nombre) y sólo habilita un candidato por partido minoritario. Ganan así invariablemente los candidatos de los bloques mayoritarios. Para el reconocido analista político Patricio Navia el sistema binominal es "el producto de una ingeniería política tan grande que siempre garantiza la presencia de partidos de derecha en el Congreso". Así se ha excluido por décadas a las agrupaciones políticas que no forman parte de las dos principales coaliciones del país, la Alianza de derecha y la ahora llamada Nueva Mayoría (antes Concertación), que suma democristianos, socialistas, social demócratas y comunistas.
El nuevo proyecto propone aumentar en 12 los escaños senatoriales y en 35 los de diputados, algo que es muiy criticado por la derecha. En el caso del Senado ahora se elegirían 50 senadores, y en la Cámara baja, 155 diputados. La iniciativa establece además que al menos un 40 por ciento de los candidatos deben ser mujeres.
Aunque la Nueva Mayoría de la presidenta Bachelet obtuvo mayoría en diputados y senadores en las últimas elecciones, no logró la mayoría calificada para aprobar los cambios al sistema electoral. Por esto el ministro Interior tuvo que negociar con parte de la centroderecha y los independientes para asegurar la aprobación de la reforma electoral. Ahora la discusión del proyecto pasará al Senado, donde se anticipa una puja aún más estrecha que en Diputados, por lo que Peñailillo deberá mostrar toda su muñeca política. El ministro ya señaló que se pueden introducir modificaciones a la iniciativa.
Desde la opositora UDI, única formación en votar en contra, se declaró la oposición a los contenidos del proyecto y sus parlamentarios colocaron carteles en sus ubicaciones en las que plantearon su reparos. El diputado de esta fuerza Ernesto Silva, principal opositor al proyecto, manifestó: "La UDI está votando como el único partido en contra, y lo decimos con orgullo, porque vamos a estar siempre cerca de la gente, mientras la izquierda está de fiesta por aumentar el número de parlamentarios". El proyecto eleva el número de parlamentario al cambiar los distritos electorales en busca de mejorar la representación de las regiones, según declara el gobierno.También contempla el establecimiento de una ley de cuotas que establece incentivos económicos a la incorporación de un 40 por ciento de candidatas mujeres.
A pesar de la negativa de la UDI —y de otros sectores de la Alianza— a la iniciativa, los elementos centrales de la reforma se aprobaron tal cual los presentó Bachelet a comienzos de año.
Otros cambios.La reforma también modifica la ley de partidos políticos, estableciendo que para formar uno se requerirá la afiliación de 0,25 por ciento del electorado que hubiese sufragado en la última elección de diputados de cada región donde esté constituyéndose, rebajándose así el actual porcentaje de 0,5 por ciento. Asimismo, se rebaja el número de votos que deben obtener los partidos políticos en las elecciones para no proceder a su disolución, de un 5 a un 2,5 por ciento de los votos.