El tema de la enfermedad de Hugo Chávez tuvo otro giro inesperado: pocos días después de anunciar que había sido operado de cáncer en Cuba, el mandatario de Venezuela regresó a su país, cuando todos esperaban que siguiera su tratamiento en la isla. El analista Andrés Cañizalez, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, y coordinador del programa Comunicación Política y Libertad de Expresión de esa casa de estudios, aseguró en diálogo con La Capital que se trata de un retorno precipitado, posiblemente transitorio, y que el presidente, de ahora en más, tendrá que lidiar con lo que fue su imagen y la realidad de su enfermedad.
—¿Cómo se puede interpretar este sorpresivo retorno de Chávez a Venezuela?
—Creo que estamos en una etapa de reacomodo, de transición, en la cual el propio gobierno está viendo cómo lleva adelante la gestión con Chávez padeciendo la enfermedad. El regreso podría ser transitorio, que el presidente sólo venga al país a dar una imagen de que efectivamente tiene el control de la situación. El regreso también tiene que ver con los festejos del Bicentenario (que tendrán lugar hoy), y que Chávez ha estado preparando durante años. El dice que no va a estar presente, pero yo creo que al menos va a pasar y se va a dejar ver, incluso poniendo en riesgo su salud. Sin dudas es un regreso precipitado.
—En Argentina, después de la muerte de Néstor Kirchner, aumentó considerablemente la popularidad de Cristina Fernández. ¿Podría ocurrir algo similar con Chávez, tras haber revelado que padece cáncer?
—Puede haber un efecto positivo en su popularidad, pero sólo en parte. Durante 12 años Chávez ha vendido una imagen de persona incansable, que dormía tres horas al día y que nunca se tomaba vacaciones. Construyó una imagen mítica de sí mismo. Esta nueva realidad, que lo muestra como una persona de carne y hueso, que está afectada por una enfermedad, puede despertar las simpatías de alguna gente, pero también puede generar una imagen disonante para otros tantos, en el sentido de que choca con el discurso que se nos ha vendido durante más de una década. Chávez va a tener que lidiar con lo que fue su imagen hasta ahora y la realidad de la enfermedad.
—Con Chávez enfermo, ¿se puede desatar una suerte de interna en el Psuv (el partido oficialista)?
—Sí, aunque todavía no tiene un impacto político, pero sí simbólico. El chavismo es una amalgama muy variopinta que está sostenida en torno a la figura del presidente. Los ministros no se atreven a tomar decisiones, porque todo gira en torno a Chávez. En el Psuv hay pugnas entre sectores más radicales y más de centro. Se cree que el vicepresidente, Elías Jaua, no fue elegido para reemplazar a Chávez durante su ausencia porque no tiene el respaldo de ciertos sectores del chavismo, que no lo ven suficientemente radical. En Venezuela, a diferencia de Cuba, no está establecido ningún sucesor para el presidente ni nada que se le parezca, sobre todo porque Chávez es una persona joven. La Constitución de Venezuela prohíbe expresamente que el vicepresidente tenga un lazo familiar con el presidente, por eso Chávez no podría nombrar a su hermano (Adán Chávez, gobernador del Estado de Barinas). Además Chávez nunca ha fomentado la relación con su hermano, no es una relación cercana como la de Fidel Castro y Raúl.
—¿Cómo evaluás la reacción de la oposición ante la situación actual?
—Creo que la oposición está entre sorprendida y desconcertada. No saben qué pasos tomar para responder a un escenario cambiante. La oposición se estaba preparando para una convalecencia prolongada de Chávez en el extranjero, y sucedió todo lo contrario. Una de las virtudes de Chávez es ser un personaje imprevisible. Y la oposición tarda en asimilar las cosas que hace el chavismo. En este tema de la enfermedad han quedado rezagados.
—Algunos analistas afirman que Chávez utilizará la enfermedad y su tratamiento como una cortina de humo para desviar la atención de problemas como la crisis energética, la inseguridad y la inflación, ¿coincidís con esta visión?
—La cortina de humo puede ser un recurso temporal. Pero no creo que Chávez pueda alargar ese discurso. Los problemas reales del país, que son muchísimos, se van a terminar imponiendo.