Las elecciones brasileñas de primera ronda fueron ganadas con amplitud por la candidata
oficialista Dilma Rousseff, quien sin embargo no alcanzó suficientes votos para evitar el
ballottage, que se hará el 31 de octubre. Un dato decisivo en este resultado fue la sobresaliente
performance de la candidata ecologista Marina Silva, quien colectó 20%, más de 18 millones de los
votos.
Con 98,6% de las mesas electorales escrutadas, Rousseff tenía 46,7% de
los votos, frente a un lejano 32,7% de su principal rival, el opositor José Serra, del Partido de
la Social Democracia Brasileña (PSDB). Para ganar en el primer turno se necesitan 50% más uno de
los votos válidos. Rousseff recibió durante toda la campaña el apoyo permamente del presidente
Lula, quien no pudo presentarse porque ya agotó sus dos períodos constitucionales. A su vez, la ex
ministra de Medio Ambiente de Lula, Marina Silva, del Partido Verde (PV) superaba todas las
expectativas, al alcanzar 19,45% de los votos. Fueron estos votos, que no se inclinaron por Dilma,
los que forzaron la segunda vuelta, mucho más que el flojo desempeño de Serra, quien igualmente
logró su objetivo de máxima, pasar al ballottage.
Corrupción y aborto. En las últimas semanas, acusaciones contra la jefa de gabinete de Lula y ex
brazo derecho de Rousseff por tráfico de influencias y dudas entre los cristianos evangélicos sobre
la posición de Rousseff frente al aborto, hicieron dudar a algunos votantes. Recién
hacia las 21.30 se hizo realidad que habría ballottage, dado que antes las encuestadoras no se
habían animado a hacer proyecciones.
Si bien no es una tragedia para el oficialismo del PT del presidente
Lula, el ballottage actuará como un correctivo para muchos dirigentes que habían caído en cierta
autocomplacencia y arrogancia. Es que la debilidad del candidato opositor, José Serra, habilitaba a
proyectar un triunfo en primer turno. Pero fue la irrupción de Marina Silva, una ministra que se
fue del gobierno desahuciada con la falta de firmeza de Lula en la defensa de la Amazonia, la que
tiró por tierra todos los cálculos. El resultado de la líder del Partido Verde es también un
llamado de atención para Lula, cuyo gobierno priorizó el desarrollo por sobre el cuidado del medio
ambiente. A los ecologistas brasileños les chocó particularmente que Lula haya impulsado la
construcción de una gran represa hidroeléctrica en Amazonia, que dejará bajo el agua miles de
hectáreas de selva virgen y a la vez desecará un brazo importante del río Amazonas. Silva supo
captar ese descontento. Pero además, según la especialista Fátima Pacheco Jordao, Marina captó
mucho voto femenino, entre mujeres desencantadas con Dilma por los escándalos de corrupción que la
afectaron directamente en las últimas semanas.
Tranquilidad. Además del presidente, los brasileños votaron para elegir a los gobernadores de
los 26 Estados y el Distrito Federal, 54 de los 81 senadores y a los 513 miembros de la Cámara de
Diputados, así como los diputados de las asambleas legislativas estatales. La votación transcurrió
con tranquilidad, salvo incidentes aislados por compra de votos, transporte ilegal de electores y
realización de encuestas en boca de urna no autorizadas, según el Tribunal Superior Electoral
(TSE).
Rousseff votó por la mañana en una escuela de la ciudad sureña de Porto
Alegre, vestida de rojo. “Combatí el buen combate y quien hace eso sale fortalecido”,
dijo Dilma antes de votar.
Después de votar, Serra se había mostrado confiado en disputar el
segundo turno con la candidata oficialista.
Unos 135,6 millones de brasileños estaban habilitados para acudir a una
de las 480.000 urnas electrónicas distribuidas en todo el país y 200.000 podían votar en los
consultados brasileños en el exterior. l