Donald Trump hizo lo que jamás hizo un presidente de Estados Unidos: usó la Casa Blanca para el acto de cierre de la convención del Partido Republicano. Una violación flagrante de las normas no escritas que rigen a la democracia más antigua de mundo. Pese a este grosero gesto, medios opositores admiten que el presidente populista tiene firmes chances de lograr su reelección. Es el caso de un análisis que publicó el sitio especializado Politico.com. Con la firma del periodista Ryan Lizza, el medio de Washington recuerda que después de escuchar el discurso inaugural del presidente Trump en enero de 2017, George W. Bush se dirigió a Hillary Clinton con perplejidad y pronunció una frase que ha llegado a definir gran parte de la era Trump: "Bueno, esto fue una mierda extraña".
Bush, que no fue invitado a la convención republicana de esta semana, probablemente habla en nombre de mucha gente. Hay dos maneras de pensar sobre lo que pasó en estos cuatro días de la anómala convención republicana. La primera es que fue notable su clara ruptura con los precedentes. Los secretarios del gabinete (cargos equivalentes a ministros) antes evitaban aparecer y hacer discursos en la convención partidaria. Pero ahora el secretario de Estado Mike Pompeo habló desde Jerusalén el martes y el secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano también dio un discurso.El martes, Trump apareció en pantalla desde el Salón Azul de la Casa Blanca y emitió un indulto a un ex ladrón de bancos.
Ningún presidente ha usado nunca la Casa Blanca de esta forma. Para el acto final el jueves por la noche, se armó un escenario en el Jardín Sur de la Casa Blanca. Estaba lleno de enormes pantallas de video con los logotipos de la campaña de reelección de Trump. Hubo ópera cantada desde un balcón de la residencia de la Casa Blanca y fuegos artificiales después de que Trump terminara su discurso, con el Monumento a Washington en el fondo.
La ruptura de los últimos vestigios de la norma de mantener al gobierno separado de la política electoral fue acompañada por un frenesí de desinformación. El principal asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow, habló de la pandemia del coronavirus en tiempo pasado. El vicepresidente Mike Pence sugirió que el candidato demócrata Joe Biden apoya el desfinanciamiento de la policía (algo que no hace). El presidente se atribuyó el mérito de una ley de reforma del Departamento de Asuntos de Veteranos que Barack Obama firmó en 2014.
Así que se puede pensar en estos cuatro días más como un ejercicio de propaganda estatal, construido alrededor del culto a la personalidad de Trump, que como una convención del partido (los republicanos suspendieron asuntos básicos, como la redacción y presentación de una plataforma).
Según en análisis de Politico.com (el informe original en inglés: http://https://www.politico.com/news/2020/08/28/trump-2020-rnc-campaign-404212) el mensaje enviado tuvo tres destinatarios. Estaban los discursos para los fieles del MAGA (las famosas siglas del slogan de Trump: "Make America Great Again"); un esfuerzo concertado para atraer a los votantes negros; y un paquete de mensajes dirigidos a los votantes indecisos de los suburbios, especialmente a las mujeres. Trump debe haber llegado al primer grupo, pero su campaña está trabajando para llegar a los votantes blancos de clase obrera, especialmente aquellos que no han sido votantes regulares. En su discurso de cierre del jueves trató en gran medida de alcanzar a los dos últimos grupos, que constituyen el núcleo de la coalición de Biden.
El analista demócrata David Shor señaló dos tendencias sorprendentes desde la elección de Trump en noviembre de 2016. Una es que los votantes blancos con educación universitaria se han vuelto resistentes a las apelaciones racistas. Algunos analistas predijeron que Trump podría seguir ganando entre los blancos de todos los niveles de educación, pero este grupo ha demostrado estar cada vez más disgustado con Trump. Rechazan lo que consideran la tosquedad y la intolerancia de Trump. Este sector se inclinó firmemente hacia los demócratas en 2018 y son la clave del actual liderazgo de Biden en los sondeos.
Pero otra observación de Shor es mucho menos compartida. "Los votantes negros se inclinaron por los republicanos en 2016", dice. "Los votantes hispanos también se inclinaron hacia la derecha en los estados disputados. Y en 2018, está absolutamente claro que los votantes no blancos se inclinaron por los republicanos. En Florida, el senador demócrata Bill Nelson obtuvo 2 o 3 puntos más que Hillary Clinton entre los votantes blancos, pero perdió porque obtuvo resultados considerablemente peores que ella entre los votantes negros e hispanos. También estamos viendo esto en las encuestas del 2020. Creo que hay mucha negación sobre este hecho", en el campo demócrata y de los medios de comunicación.
Pero la campaña de Trump no lo niega. Usó el programa de la convención del jueves, antes del discurso de Trump, para mostrar una serie de videos con votantes negros explicando por qué apoyan a Trump. Hay una enorme contradicción política en el corazón de esta estrategia republicana: a veces el historial de Biden es descripto como demasiado "pro-prisión" y presuntamente responsable de que miles de jóvenes negros vayan a la cárcel debido a la Ley del Crimen de 1994, que Biden ayudó a redactar. Al mismo tiempo Trump dijo el jueves que Biden aumentará el crimen al "liberar inmediatamente a 400.000 criminales a las calles" y luego "desfinanciar los departamentos de policía en todo EEUU" hasta que "nadie esté seguro en los EEUU de Biden".
Pero a pesar de esta incoherencia _por no mencionar la idea difícil de entender de que Trump podría ganar un mayor porcentaje de votantes negros en el clima actual_ hay analistas serios, como Shor, que ven la deserción de negros de clase obrera hacia la derecha como una tendencia en otras democracias donde la división de la educación puede ser más determinante de los patrones de votación que las divisiones raciales o étnicas.
Para añadir otra contradicción a esta estrategia, el discurso de Trump al primer grupo, los habitantes suburbanos blancos, se basa en una narrativa explícitamente racista sobre los manifestantes negros. Hasta ahora no ha funcionado. Pero en las últimas dos semanas, y especialmente desde los disturbios en Wisconsin tras el caso de Jacob Blake, un hombre negro de 29 años que quedó paralizado tras recibir siete disparos por la espalda de un policía blanco en Kenosha, los demócratas se han mostrado cada vez más preocupados. Una encuesta reciente entre votantes de Wisconsin encontró que la aprobación de las protestas del movimiento Black Lives Matter bajó de 61 por ciento en junio a 48 por ciento en agosto, y todo el cambio provino de los blancos.
Sarah Longwell, editora de Bulwark, un sitio conservador anti-Trump, captó los puntos de vista conflictivos de las mujeres blancas de los suburbios en un par de grupos de discusión con votantes de Carolina del Norte y Arizona. El grupo de Carolina del Norte "simpatizaba con los manifestantes y dijo que era necesario reevaluar la relación de EEUU con la raza". Habían oído poco sobre la violencia que acompañaba a las protestas contra el racismo, culpaban parcialmente a Trump si había violencia, y uno de ellos asistió a las protestas y utilizó palabras de moda progresistas como "privilegio". Parecían ser el epítome de los suburbios en el centro de la narrativa más sorprendente del 2020 sobre la raza: mujeres blancas con educación universitaria que están con Black Lives Matter.
Pero en Arizona, el grupo estudiado por Longwell "era una imagen en espejo". Esas mujeres sabían todo sobre la violencia en Wisconsin y "cinco de las seis mujeres estaban completamente de acuerdo en que no era una protesta pacífica, sino saqueos, disturbios y violencia sin ninguna razón". Querían que Trump enviara tropas federales, y a pesar de que los disturbios ocurrían bajo el gobierno de Trump, el episodio hizo más probable que lo apoyen.
Durante la semana, y especialmente el jueves, los republicanos trataron de presionar sobre esa ventaja potencial de una manera más dura pero disciplinada que la que Trump ha tenido durante todo el año en sus furiosas conferencias de prensa. Trump es bueno creando narraciones que se mantienen incluso cuando desafían la realidad.
