Hace cinco décadas que está radicado en París, pero el artista Antonio Seguí no olvida a los 86 años el sol y "los pocos amigos que quedan" de su Córdoba natal, esos "tesoros" que viene a buscar cada vez que vuelve a la Argentina, como ahora que está de visita en el país para presentar una exposición con unos 60 grabados, "una técnica que democratiza la cultura", según resume a propósito de las obras que exhibirá desde mañana en el Museo Nacional del Grabado.
"En mi trabajo gráfico, el mensaje ha sido siempre las impresiones de mi infancia en Córdoba. Son producto de la memoria del niño que en algún momento fui", cuenta el simpático artista, radicado en Francia desde 1963, en referencia a este corpus de obras que va de 1963 a 2019.
Bajo el título "Antonio Seguí. Grabados del patrimonio, colecciones y donación", la muestra que presentará el Museo Nacional del Grabado propone un recorrido por más de 60 piezas que demuestran las diversas experimentaciones en esta técnica que el reconocido artista realizó a lo largo de su trayectoria, volcando una temática recurrente: los recuerdos de su infancia en Córdoba.
Litografías, fotograbados, aguafuertes, aguatintas, serigrafías, carbolitografías, linograbados y carborundums -?de estas últimas donadas especialmente al museo por Seguí- son algunas de las técnicas que ha utilizado como creaciones para dar forma a los paisajes de sus niñez, a sus memorias y a sus emblemáticos personajes con sombrero -"como yo veía a mi padre y a mi abuelo", dice- que se pasean por ciudades indefinidas, tan anónimas como universales.
Los trabajos de Seguí están centrados, en su mayoría, en la figura del hombre, una imaginería que se inspira -además de sus recuerdos de infancia- en escenas de la calle, encuentros fortuitos, un paseo por un mercado, situaciones cotidianas, sin contar la presencia permanente del humor: "Espero no perderlo nunca. El humor es lo único que nos va a salvar siempre", asegura.
En una de las últimas entrevistas, Seguí había bromeado acerca de qué era lo que más extrañaba de la Argentina: el bife de chorizo "a punto" y ahora, de cara a su nueva exposición que lo tendrá como protagonista, retoma la temática. "Uno vuelve con tanta afectividad. Pensá que los primeros años que me instalé en Europa como estudiante, para venir tenía que hacer un viaje en barco de 19 días de ida y 19 días para volver. Era dramático. Ahora cambió todo", dice.
Y sigue: "Tengo necesidad de Argentina, por eso vengo todos los años. Necesito el sol, ir a Córdoba, ver a los pocos amigos que me quedan. Y además es una época que necesito del sol, para cargar las baterías. Necesito alejarme del frío, dada mi edad", cuenta Seguí.
Hacía diez años que el artista no exponía en Buenos Aires, aunque sí en otras ciudades de Argentina. El 2020 le depara dos exposiciones en Francia, una en Grecia, otra en Miami, y en noviembre una gran antológica en el Museo Nacional de Bellas Artes, que ya ha sido catalogada como uno de los imperdibles del calendario cultural local.
"Hasta hace unos años no había demasiado interés por la obra gráfica en general. Creo que ahora se están abriendo nuevas puertas, que le dan impulso a nuevas técnicas. En algún momento tuve la idea de tener un pequeño museo del grabado, con 30 o 40 obras, y sacarlas a pasear por los pueblos de Córdoba. Porque ese es el rol del grabado: la difusión, por eso son tan fáciles de trasladar. Es una técnica que democratiza la cultura", resume.
Seguí nació el 11 de enero de 1934 en la localidad cordobesa de Villa Allende y está radicado en París desde 1963, donde ha sido nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras por el gobierno, y es miembro de la Academia Europea de Ciencias, Artes y Letras de Francia.
En su taller parisino solía organizar asados y guitarreadas donde se congregaba la comunidad artística argentina presente en Francia.