Santiago. — El presidente socialista Salvador Allende habría muerto el 11 de septiembre de 1973, en el palacio presidencial de La Moneda, tras recibir dos disparos, según material inédito revelado por la televisión estatal chilena, que contradice la versión oficial del suicidio instalada por la dictadura del general Augusto Pinochet. El forense uruguayo Hugo Rodríguez analizó el material y concluyó que Allende recibió dos disparos, primero de un arma de bajo calibre y un segundo de un fusil de guerra. Un programa de investigación periodística Informe Especial, de la Televisión Nacional de Chile, exhibió un informe judicial que contiene peritajes balísticos y dactiloscópicos, testimonios y la autopsia, elaborado el mismo día en que murió Allende, durante el golpe del 11 de septiembre de 1973. Los restos del mandatario socialista fueron exhumados el lunes pasado para aclarar las verdaderas causas de su deceso.
Rodríguez, tras analizar el expediente de la autopsia, declaró que, “encontramos dos patrones... diferentes: uno el que deja una bala con efecto explosivo de un arma de guerra, y otro, el que deja una bala de menor velocidad”. “Es perfectamente planteable que fue otro disparo, y si fue otro disparo, fue antes”, afirmó el médico, director del Departamento de Medicina Legal de la Universidad de la República de Uruguay, es decir, el cráneo recibió primero la bala pequeña y luego la de guerra.
El médico dijo que el fragmento óseo descrito en la autopsia oficial con restos de un orificio de salida de bala “es clave” para resolver la muerte de Allende.
De acuerdo con la versión histórica, que es avalada por la familia y allegados al mandatario (1970-1973), Allende se suicidó en el salón de La Moneda con un fusil AK-47 que le había regalado el entonces presidente cubano Fidel Castro en 1971. Al menos un asesor de Allende escuchó la detonación del arma y se dirigió al salón donde estaba el jefe de Estado, donde constató que estaba muerto producto de un disparo en la cabeza.
Las conclusiones de Rodríguez coinciden con un informe realizado por el forense chileno Luis Ravanal, que ya en 2008, al comparar la autopsia de los militares con peritajes policiales, arribó a la conclusión de las dos balas en la cabeza de Allende, una disparada primero por un arma de bajo calibre y la segunda por su propio fusil de guerra. Rodríguez conoce desde 2008 el informe realizado por Ravanal, quien fue invitado a exponer sus hallazgos en la Universidad de La República.
Las dudas. Además, en una entrevista reciente, el médico afirmó que la trayectoria de la bala descrita en la autopsia no es la que seguiría una bala de guerra, que tampoco dejaría “un segmento de orificio redondeado..., por donde habría salido la bala, en la parte alta posterior del cráneo. Consultado sobre la posibilidad de que con los antecedentes ahora conocidos se reforzaría la tesis del asesinato de Allende, respondió que sí, porque en el jersey de cuello alto usado por el mandatario no hay rastros de sangre, tampoco en su tórax, que debería haber estado impregnados por efectos de la ley de gravedad. “El orificio de bala debajo del mentón era de grandes dimensiones, desgarró la lengua, el paladar, la nariz, va contra la lógica que no exista sangre”, agregó el forense. “La única explicación es que la segunda bala la recibió muerto y en otra posición, donde hubo escurrimiento de sangre post mortem”. Ravanal dijo que “va contra las leyes físicas que ni chaleco de cuello alto ni su tórax hayan estado libres de sangre”. Otra irregularidad de la autopsia oficial es que menciona que la ropa interior de Allende estaba “profusamente impregnadas en sangre, tenía que haber habido otra herida, pero no aparece descrito”, indicó Ravanal.
Con el regreso de la democracia, Allende fue objeto de una irregular exhumación en 1990 que se realizó sin apoyo forense, y de noche, cuando funcionarios de un cementerio trasladaron, alumbrados con linternas, sus huesos de su ataúd original a otro más pequeño, después que el sarcófago en el que lo colocaron los militares se desfondó.
Ravanal y Rodríguez piensan que allí se pudieron haber perdido fragmentos esenciales para aclarar las causas de su muerte. Allende fue enterrado en forma semiclandestina el 12 de septiembre de 1973 y fue exhumado artesanalmente una noche de agosto de 1990, antes de su traslado a Santiago, donde recibió los honores de Jefe de Estado. La versión oficial tras una irregular autopsia en el Hospital Militar, en presencia de los jefes de sanidad de las fuerzas armadas, indica que Allende se disparó en el mentón con su AK-47.
Otra situación que añade dudas sobre el suicidio se relaciona con las huellas dactilares que debió haber dejado Allende en el fusil que supuestamente usó para matarse. El peritaje balístico afirma que “no se pudo revelar en él huellas dactilares útiles del señor presidente ni de nadie”.
Testigo del suicidio. Las opiniones de Rodríguez y Ravanal contradicen la versión del suicidio que por décadas ha entregado el doctor Patricio Guijón, quien afirma que fue el último que vio a Allende con vida y que fue testigo de su suicidio, poco antes de que los militares tomaran por asalto La Moneda, después de atacarla por tierra y aire. “Lo que yo vi fue la levantada del cuerpo (de Allende) por el impacto de la metralleta, que era un arma de guerra, y corrí y vi que no había nada que hacer”, dijo Guijón. Según Guijón, encontró a Allende “sin cabeza prácticamente, de las cejas para arriba era irreconocible, el resto de la cara se desprende”.
“Sin sustento”. La familia cree plenamente la versión del suicidio relatada por Guijón. Su hija, la senadora Isabel Allende, reiteró tras la exhumación de su padre que “nuestra convicción es que el presidente Allende tomó la decisión de morir como un acto de coherencia política”. Al rechazar la versión, la senadora Allende dijo ayer que la tesis de Rodríguez sólo sirve parta sembrar dudas “sin sustento”. La legisladora reprochó la versión del canal, que según dijo, se dejó caer en el amarillismo.
La exhumación de los restos de Allende dispuesta por el juez Carroza busca aclarar “discordancias” entre el informe oficial de la autopsia ordenada por los golpistas y un análisis policial de su cuerpo en el lugar donde murió, el salón Independencia del palacio presidencial de La Moneda. Hasta hace unos 10 días, Carroza no había recibido respuesta del ejército, al que le pidió el informe del fiscal que indagó el caso en 1973, el fusil de asalto que Allende habría usado en su supuesto suicidio y las vainas del arma. Carroza espera tener aclaradas las causas de muerte de Allende a fines de año o a comienzos del próximo y, para ello, cuenta con el apoyo de un grupo internacional de forenses.