Los alemanes se han despertado este lunes con un ganador, el socialdemócrata Olaf Scholz, pero aún no tienen canciller. A partir de ahora viven en una nueva fase política, que verá el poder basado en el acuerdo entre los partidos: no los dos grandes, los democristianos de la saliente Angela Merkel y los socialdemócratas de Scholz, sino que esta vez el juego está en manos de los líderes de los Verdes y los Liberales, que salieron terceros y cuartos, respectivamente, y que empezarán a ponerse de acuerdo entre ellos primero, antes de encontrarse con el líder del SPD y a la vez ministro de Finanzas y vicecanciller del gobierno de Merkel.
El SPD, tal como auguraban las encuestas a boca de urna del domingo, se quedó con el primer puesto por muy poco, pero lo hizo: obtuvo 25,7% de votos a nivel nacional contra apenas 24,1% de los democristianos de la unión CDU-CSU del gran derrotado del domingo, Armin Laschet. Los Verdes quedaron terceros, con 14,8% y los liberales, cuartos, con 11,5%.
Pero el descontento con Laschet en sus filas crece y amenaza volverse irreprimible. Markus Soeder, presidente de los aliados de la CSU de Baviera, se distanció: "Es una derrota para la Unión, quien pierde tantos votos sólo puede decir eso. Los segundos no pueden exigir, sólo pueden hacer una oferta" para formar gobierno.
Y hay quienes ya han pedido la dimisión de Laschet, incluso dentro de la CDU. "Los votantes han dado fuerza a tres partidos: el SPD, los Verdes y el FDP (liberales). Tienen un mandato claro para construir el próximo gobierno", subrayó Scholz en una declaración a primera hora de la mañana, flanqueado por las dos mujeres que, junto a él, encarnan este moderado renacimiento de la socialdemocracia alemana. La recién electa alcaldesa de Berlín, Franziska Giffey, y la ministra-presidenta de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, que triunfó en este estado oriental. En la sede central del SPD, la Willy Brandt Haus, el líder trató de ocultar su emoción con una amplia sonrisa mientras arrancaba un larguísimo aplauso a sus compañeros. "Aquí se puede ver a un SPD muy feliz. Dos ganadores y un ganador", fueron sus palabras para acompañar el momento.
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Unas horas más tarde, respondió a las preguntas de los periodistas. "Anoche dormí bien. Cuando me desperté volví a mirar los datos y me quedé encantado". No fue el único que habló como canciller, las preguntas que se le hicieron -a menudo en inglés- muestran quién es considerado el sucesor de Angela Merkel tras las elecciones generales del domingo. Se le preguntó por las relaciones con Moscú y Washington. Su colega Laschet, por el contrario, se vio obligado a responder sobre los enormes problemas internos del partido, que, según el secretario general de la CDU Paul Ziemiack, tendrá que afrontar ahora "un análisis brutal" de la derrota.
Es cierto que la distancia con la CDU-CSU es muy estrecha: los socialdemócratas se llevaron el 25,7% frente al 24,1% de los democristianos. Pero los primeros ganaron más de cinco puntos respecto a 2017, mientras que CDU_CSU perdieron casi nueve. Fue la peor elección nacional de los democristianos en su historia.
Los análisis sobre Laschet siguen siendo despiadados: el débil candidato no convenció a su propio electorado, perdiendo muchos apoyos incluso entre las personas mayores, que confiaron en cambio en las habilidades del ministro de Finanzas de Merkel, Scholz.
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Annalena Baerbock y un gesto que da a entender que ganó pero a la vez perdió. A su lado, Robert Habeck, quien sería el vicecanciller de un gobierno "semáforo" con socialdemócratas y liberales.
Según los resultados _que aún no eran definitivos_ los Verdes obtuvieron un 14,8%, los Liberales un 11,5%, la ultraderecha AfD un 10,3%, mientras que la extrema izquierda de Die Linke apenas alcanza el umbral para entrar al Parlamento, con un desastroso 4,9%, una caída de 4,1% respecto de 2017.
La evidente reducción de volumen electoral de los dos grandes partidos tradicionales es la verdadera noticia de estas elecciones: la era post-Merkel verá otra clase de gobiernos alemanes. El liberal Christian Lindner anunció la decisión de iniciar conversaciones exploratorias preliminares con los Verdes, en la persona del colíder Robert Habeck. Los ecologistas acogieron con satisfacción esta decisión: las condiciones son difíciles, pero se podría crear "algo nuevo", dijeron. Flanqueado por Annalena Baerbock, la estrella que tropezó con numerosos errores que salpicaron su campaña electoral, como ella misma reconoció, Habeck ha recuperado la centralidad en el partido. Y ha asegurado que "ya ha aclarado" internamente la cuestión de quién será vicecanciller: el cargo será para él, si prosperan las negociaciones del "semáforo".
"Kanzlerkandidaten": el papel de las coaliciones
El canciller, jefe del gobierno alemán, no es elegido directamente, sino por el Parlamento que se forma tras las elecciones. El proceso que lleva al nombramiento puede durar semanas, o incluso meses, porque depende del equilibrio político durante y después de las elecciones.
Durante la campaña electoral, los partidos indican la figura que les gustaría presentar para el cargo, identificando de hecho el voto al partido con el de un posible canciller (el Kanzlerkandidat): es el caso de Olaf Scholz por los socialdemócratas, Armin Laschet por la CDU/CSU o Annalena Baerbock por los Verdes.
Una vez cerradas las urnas, los partidos más votados inician las negociaciones para formar una coalición mayoritaria, que a su vez deberá acordar el nombre de un candidato único. En las últimas legislaturas había prevalecido la fórmula probada de la "Gran Coalición" o Grosse Koalition entre CDU-CSU y los socialdemócratas, un gobierno en el que el propio Scholz ocupa el cargo de vicecanciller y ministro de Finanzas. Tras las elecciones del pasado domingo, el juego acaba de abrirse, con varios escenarios sobre la mesa.
En teoría, sería posible que la mayoría estuviera representada por un solo partido, pero es difícil que una sola fuerza consiga un número suficiente de escaños. La propia composición numérica del Bundestag de 598 escaños puede variar y crecer en función de los resultados de los partidos en el componente proporcional del voto. En el actual Bundestag, aún no disuelto, hay 709 legisladores.
¿Cuáles son los posibles acuerdos?
Hay dos hipótesis de coalición sobre la mesa, que ya se ventilaron en la víspera de la votación. La primera, a favor de Scholz, es la llamada coalición "semáforo", llamada así por la combinación del rojo de los socialdemócratas (25,7% de los votos), el verde de los Verdes (14,8%) y el amarillo del "Freie Demokratische Partei", el partido liberal democrático (11,5%).
La segunda, de apoyo a Laschet, sería la coalición "Jamaica" entre la CDU, con un 24,1% de votos, los Verdes y los Liberales. Scholz tiene la ventaja del resultado de las encuestas y ya ha reclamado el papel, pero Laschet está dispuesto a implicarse e intentar un acuerdo más equilibrado de centro.
Las negociaciones post-voto son imprevisibles y no se pueden descartar diferentes fórmulas, incluida la vuelta a la "Gran Coalición", que podría crear más de un descontento: entre los signos que más claramente se desprenden de la votación está la impaciencia del electorado con la CDU gobernante, con reservas sobre la figura de Laschet que también abundan en el partido gemelo de Baviera (CSU).
El fiel de la balanza pasan a ser los Verdes y, sobre todo, los Liberales. Los Verdes han tenido que reducir sus expectativas, después de que los sondeos de hace unos meses les proyectaran picos superiores al 25%, pero siguen obteniendo casi el 15% de los votos y pueden decidir el destino de una coalición.
Los liberales también quedaron por debajo de las expectativas, aunque de forma menos dramática, pero consiguieron un botín de votos (11,5%) que les garantiza un poder de negociación sin precedentes. En caso de coalición con los socialistas y los verdes, el partido podría asumir las posiciones más "derechistas" en política económica y frenar la presión de los socios de la coalición, especialmente en temas sensibles para la industria como la transición ecológica.