Nueva York.— Un año después del dramático colapso del banco de inversión
estadounidense Lehman Brothers, el 15 de septiembre de 2008, los expertos debaten sobre si se
aprendieron las lecciones suficientes de la crisis financiera global y si realmente se aplicaron,
especialmente en EEUU, donde todo comenzó con la burbuja inmobiliaria.
De forma tímida se atisba ahora el fin de la recesión más grave de la historia
de la posguerra, pero en el mercado neoyorquino de Wall Street vuelven a florecer los negocios
especulativos que recuerdan de forma fatal a los "activos tóxicos", que estuvieron a punto de
provocar el colapso del mundo financiero.
"La memoria de Wall Street es corta", se queja el ex presidente de la
organización para la autorregulación de la plaza financiera, Robert Glauber, en declaraciones a
medios estadounidenses. Los bancos "vuelven a meter sus pies en la alberca", describió gráficamente
la vuelta al riesgo.
Entonces se hicieron oír gritos políticos en todo el mundo: la espectacular
bancarrota del banco Lehman Brothers, fundado 158 años antes por emigrantes alemanes, desbordó la
crisis inmobiliaria y financiera estadounidense hasta convertirla en una crisis económica
global.
El gobierno y el banco emisor estadounidense no quisieron ayudar a la entidad,
para mostrar al sector que el Estado no podía salvar a todos, pero todos subestimaron la ola de
réplicas mundiales con consecuencias fatales.
Una mayor vigilancia debe evitar en el futuro una reedición de una crisis
similar, acordaron entonces los participantes en una cumbre del G-20 convocada con urgencia a
finales de 2008 en Washington. En el siguiente encuentro en Londres tomaron algo más de fuerza los
planes del grupo de Estados de controlar a todos los actores de los mercados financieros. Una
tercera cumbre a finales de septiembre en Pittsburgh, Pennsylvania, deberá concretarlos aún más,
según se pretende.
Sin reformas. Pero los expertos critican que hasta ahora se cumplió más bien
poco. "No hemos tenido cambios verdaderos en la forma de dirigir y regular los bancos", comentó el
ex director del consejo de administración de Lehman, Peter Solomon, al diario Wall Street Journal.
"Sólo hay unos pocos bancos menos", señaló.
El brío reformista perdió fuerza con la ralentización y visualización del fin de
la crisis, sobre todo en EEUU.
El presidente Barack Obama sopla a Wall Street y a los ciudadanos cada vez más
viento en contra. La aguda disputa por la reforma del sistema sanitario impulsó una resistencia a
los cambios de Obama y a la creación de un Estado en general más fuerte. "No podemos relajarnos en
el impulso reformista, cuando la crisis vence", dijo su secretario de Finanzas, Timothy
Geithner.
Pero en realidad muchas cosas vuelven a recordar a las prácticas antes de la
explosión de la burbuja: no sólo aparecieron nuevos productos financieros exóticos parecidos a los
activos tóxicos, sino que también la disponibilidad a adoptar riesgos por parte de los bancos con
sus apuestas comerciales altamente especulativas volvió a situarse en un nivel récord, según afirma
el Wall Street Journal.
Igual que antes, los bancos estadounidenses vuelven a pagar sumas millonarias en
concepto de bonificaciones, y países como Alemania o Francia no lograron imponerse en el G-20 en su
intención de acordar un límite máximo para este tipo de primas, sino que sólo lograron agudizar un
poco las condiciones de las mismas.
Las bonificaciones desencadenaron una ciega disposición al riesgo. El presidente
del banco de inversión estadounidense Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, criticó las prácticas del
ramo este año, al calificarlas de "codiciosas".
Por todo ello, los expertos se preguntan si después de la crisis, todo es como
antes de la crisis. Los analistas creen que una mayor regulación evitará los riesgos de antaño,
pero no la adopción de nuevos.
Hordas de banqueros y especuladores de Wall Street, Londres o Francfort logran
escapar de los controladores, menos numerosos, con nuevas ideas de productos.
¿Otra burbuja? No sólo los bancos, sino también la población, provocan riesgos a
nuevos errores: millones de estadounidenses vuelven a inflar la burbuja inmobiliaria con sus
créditos concedidos sin garantías y ya no sólo quieren tener sus cuatro paredes, sino beneficiarse
del boom en la mayor medida posible.
La próxima crisis financiera es inevitable, advirtió el antiguo presidente del
banco emisor estadounidense Alan Greenspan. El hombre tiende a los "excesos especulativos", afirmó
el legendario banquero, cuya política monetaria del dinero barato constituyó una de las causas de
las turbulencias pasadas. "Volverá a haber una crisis, pero tendrá un aspecto diferente",
pronosticó.