Domingo 16 de Junio de 2019
Raúl Mansilla tiene 54 años y hace poco está jubilado. Durante 32 años trabajó en la agrupación de Bomberos Zapadores donde pasó por distintas jerarquías hasta convertirse en jefe. En todo ese tiempo, el hombre asistió a múltiples incendios. Sin embargo, difícilmente pueda desprenderse de los días vividos después de la explosión de la torre de departamentos de Salta 2141. Cuando llegó al lugar, recordó esta semana en el juicio por la tragedia, la imagen que vio le resultó similar al momento “cuando estalló la Amia, parecía un bombardeo”, sostuvo, y cuestionó las casi tres horas que demoró Litoral Gas en cortar el suministro, lo que impidió sofocar antes el fuego.
Mansilla fue uno de los primeros en llegar al siniestro ese 6 de agosto de 2013, después de recibir un pedido de auxilio por la explosión de un departamento en Oroño y Salta.
El llamado fue a las 9.36, según quedó consignado en el libro de guardias. Y los móviles —una autobomba, un móvil de rescate y una chata de auxilio— llegaron al lugar apenas cinco minutos después.
No estaban preparados para lo que encontraron. “Cuando llegamos al lugar, encontramos gente corriendo por todos lados, muchos heridos, mampostería y escombros en la vereda, en la calle, por todos lados, pedazos de muebles, ramas de árboles caídas”, contó el ex jefe de bomberos frente al Tribunal .
Entonces se fijaron dos prioridades: sofocar el fuego que se veía en el segundo piso del edificio y verificar cuántas personas había atrapadas en los departamentos. En media hora, sostuvo, pudieron rescatar a ocho personas del primer edificio y a otras tantas de la torre posterior.
Uno de los mayores obstáculos que tuvieron en la tarea fue la imposibilidad de anular la fuga de gas.
“Sabíamos que el gas seguía saliendo, necesitábamos que se obturara el caño con rapidez. Y durante casi tres horas tuvimos que mantener el fuego, haciendo enfriamiento para que no se extienda o aumente” y recordó que varias veces “reclamamos que se corte el gas a la gente de Litoral Gas, les pedíamos que obturen los caños”.
En total, unas cien dotaciones de bomberos participaron de las tareas de rescate, búsqueda de personas atrapadas y remoción de escombros. Durante siete días, describió, la tarea fue la misma: “escombrar, cada una o dos horas hacer un completo silencio para ver si se escuchaban gritos o alguna señal de gente con vida”, recordó.
Y señaló que en más de 30 años de servicio asistió a incendios o derrumbes, pero nunca vivió “una situación igual a la de calle Salta”.