Los diarios económicos y financieros dan cuenta de que el dólar oficial o blue subió 1 peso y cotiza en 134 pesos, que el dólar mercado electrónico de pagos (MEP) o dólar bolsa (que se consigue a través de bonos en pesos) perdió un -0,2 por ciento y se plantó en 119,54 pesos y que el contado con liqui bajó -4,4 por ciento hasta 123,81 pesos. Ahora bien, para el ahorrista que tiene un puñado de verdes viejos y los quiere cambiar porque no le alcanza el sueldo o no puede pagar las deudas, el problema es otro: la cabeza de Franklin, el "padre fundador" de Estados Unidos, en los billetes de 100.
Es que si se quiere echar mano a esos viejos dólares que quedaron guardados en el ropero o bajo el colchón como resto de algún recordado viaje o alguna inversión se sufrirá una quita de hasta un 10 por ciento del valor en caso de que se acuda a una cueva o arbolito. Entonces el dueño deberá depositarlos en una cuenta dolar: en esos casos, los bancos no pueden negarse a aceptarlos.
Según publicó El Cronista, el presidente de la Cámara Argentina de Casas y Agencias de Cambio, Mario Mochetti, consultó a la Embajada de Estados Unidos en la Argentina. Y desde allí surgió una aclaración sobre los dólares "cabeza chica" que se imprimieron entre 1990 y 1996.
Al funcionario le confirmaron su validez y normas mínimas de seguridad. Los billetes son válidos: si alguien los vende contra pesos se los deben tomar al valor corriente.
Perímetro cefálico
A estos viejos billetes estadounidenses se los llama "cabeza chiquita" o "cabecita" con cierto desprecio, porque se valoran más los "cabezones", con un Franklin por fuera de su óvalo y una cara en primer plano.
Y si los billetes llegaran a estar manchados (ojo con las gomitas elásticas que suelen desteñir), otro dolor de cabeza. Los bancos no los aceptan. "Déselos a alguien que vaya de viaje", quiso consolar ayer un cajero a un ahorrista como si en esta pandemia viajar al exterior fuera tan habitual como tomar mate.
No son pocos los hogares argentinos que aún conservan los billetes estadounidenses de la serie con la figura del político y científico con perímetro cefálico más pequeño. Luego, desde 1996 hasta 2013 se emitieron los papeles con "cabeza" más grande.
Los financistas aseguran que el rechazo se impuso en el mercado porque las casas de cambio oficiales también le hacen esa "quita" a los billetes chicos, viejos o manchados. Hasta los "arbolitos" la hacen corta y consultan a los clientes por el tamaño de la cabeza del prócer estadounidense, ante todo.
"Nadie quiere los billetes 'viejos', generan sospecha", aseguran aunque en la página web de la Reserva Federal (Fed), la entidad monetaria central de Estados Unidose aclara que no hace falta cambiar los billetes con viejos diseños cuando los nuevos entran en circulación.
"Toda la moneda estadounidense es legal, sin importar cuándo fue emitida", dice la página. Pero por fuera de ese país rigen otras normas y no sólo en Argentina, al punto que muchos turistas, previo a la pandemia, dijeron encontrarse con inconvenientes para cambiarlos. Y eso que en Estados Unidos circulan normalmente y no hay nada oficial que reduzca su valor.
Entonces, ¿por qué se naturaliza un cambio inferior de la moneda estadounidense de cabeza chica? Nadie sabe responder. La excusa es que son fáciles de falsificar porque las series de hace unos años no tenían fajas de seguridad (un elemento que aportó mucho en el reconocimiento de los falsificados). ¿Será, o es simple bullyng a los Franklin viejos y arrugados?