Cada 29 de junio los vecinos y vecinas de Saladillo tienen una cita en el Parque Regional Sur: La fogata de San Pedro y San Pablo. Un ritual donde el fuego es el convocante y los chicos del taller de arte de la Escuela Musto, los principales protagonistas. Hasta ese encuentro llegan desfilando con sus muñecos que han imaginado y preparado especialmente para esta fogata colectiva a la que definen "toda una tradición". Una experiencia donde el arte y creencias populares convergen en el espacio público.
Eladia Acevedo es la coordinadora del Taller de arte para niños y adolescentes (de 4 a 15 años) de la Escuela Municipal de Artes Plásticas Manuel Musto. A cada paso tiene una historia para compartir: una muestra de grabados donde participan producciones de nenes y nenas de 4 años con las de los de adultos; los talleres de fotografía y grabado y la muestra de Ismael Zuanigh en la planta alta, por citar algunas. "La escuela está siempre experimentando, en movimiento", dice de una de las cosas que más placer encuentra en su oficio.
En ese recorrido habla de la historia de la Musto, a la que une un trabajo de más de 30 años. Es artista plástica, egresada de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y también maestra jardinera. Su pasión sin dudas es el arte. Y en la escuela de la zona sur están dadas todas las condiciones para darle rienda suelta.
En una de las galerías de la planta baja están los muñecos y adornos que desde principio de año preparan los chicos y chicas con único fin: quemarlos el día de la Fogata de San Pedro y San Pablo. Y a ninguno les preocupa mucho que terminen en el fuego colectivo porque tal como explican sin mayores rodeos "se trata de una tradición". "Y si alguno no quiere quemarlo no lo hace", agrega Eladia para poner el acento en que el ritual es sobre todo un lugar de encuentro junto al fuego, de participación lúdica en el espacio público.
La explicación
En el ingreso de la Musto (Sánchez de Bustamante 129) un texto explica que "la fogata es una antigua celebración que rinde tributo al fuego en sus diferentes significaciones y simbologías. Integra un conjunto de tradiciones populares, que heredadas de la inmigración, se afianzaron a principios del siglo XX con el surgimiento del barrio como ámbito participativo". A Eladia la entusiasma recordar que la primera de la que participó la Musto fue a principios de los noventa, por iniciativa del actor y director de teatro Norberto Campos y el taller de escultura de la escuela. Se hizo en el Parque de España. "No éramos más de diez personas", dice y relata cómo a lo largo de todos estos años el rito ha crecido en participación, "ha germinado en otros espacios de la ciudad".
Esa breve intervención inicial fue tomando forma de proyecto en la Musto para sumarse con su impronta a la práctica que cada año repetían los vecinos de Saladillo. Primero —repasa Eladia— desde los talleres para adultos de la Escuela y desde hace buen tiempo desde los talleres para chicos que tiene a su cargo. Siempre contando con el empuje de los profesores y directores; en el recuerdo de la docente hay una mención particular a Osvaldo Boglione y el actual director Daniel Andrín.
La Musto, la Dirección del Parque Regional Sur y los vecinos de Saladillo son quienes se encargan que se cumpla esta tradición. En ese repaso, Eladia Acevedo nombra a Julio Oksanich, más conocido como El Caña, un reconocido tatuador, vecino del barrio muy solidario que se ponía al frente de cada fogata. También para describir cómo en estas experiencias artísticas confluyen la memoria, las costumbres y las historias personales.
El próximo miércoles 29, cerca de las 18, arrancará otra vez la marcha de muñecos diseñados especialmente para este encuentro, será de la mano de cada uno de sus creadores. La Murga Matadero Sur acompaña este recorrido que culmina en el ingreso del Parque Regional Sur, donde casi hora más tarde se realiza la fogata.
Llegar a este momento implica para el taller de arte para chicos involucrarse en un proceso de trabajo que comienza el primer día de clases. "Saben desde el primer momento que los muñecos que hacen son para este fin", dice Eladia y cuenta que los materiales que usan son resoluciones plásticas bien sencillas y visibles.
Y la verdad es que las producciones infantiles y de los adolescentes son hermosas. El grupo de 8 y 9 años —a cargo de las profesoras Velia Diglio y María Mondino— sale un rato de su trabajo semanal para mostrar sus bichos y sumarse a la foto. Un cisne, águila de alas rosas, un cuervo, cada uno describe qué preparó para la fogata. Valentino exhibe una cotorra verde brillante, Bianca un pavo real bien colorido, Pilar un pingüino celeste, verde y naranja. "Estos colores lo hacen mágico", asegura la nena orgullosa de su muñeco construido en un tubo de cartón. También está Gabriel que comparte un águila de grandes alas: "Es linda la fogata, es como una tradición. Yo ya fui otras veces. Además de los muñecos ponen un montón de ramas y hojas secas".
Trabajo integral
El proyecto de la fogata se desarrolla en sintonía de cómo se trabaja en el taller de arte para chicos: "Abordamos —dice Eladia— las artes plásticas de manera integral. A veces se dibuja, hacen pinturas, se usan distintos materiales. Hay ciertos cruces de lenguajes porque hay una cantidad de propuestas, de ensayos, que son como estímulos para trabajos posteriores, que ni siquiera tiene una resolución plástica: a lo mejor leyeron un cuento, vieron una película, hicieron una dramatización, improvisaron con cajas, cartones, broches; hicieron algo efímero que será una preparación para un trabajo posterior. Hay un cruce y un abordaje del arte desde otro lugar. Nos interesa todo se proceso de ensayo, de representación simbólica". Las muestras que permanentemente organiza la Musto dan cuenta de esta metodología que sostiene.
Detrás de esta movida que crece año a año hay "un trabajo de hormiga", al que se suman las escuelas del barrio, de otras zonas de la ciudad. Han pasado organizaciones sociales, como la Asociación Chicos, también otras escuelas municipales como la de Danzas y la de Música- Además de otros espacios que desde hace buen rato han optado por sus propias fogatas, como las experiencias del Centro Cultural El Obrador de la zona oeste, o la del Parque Alem.
"El fuego nos reúne a todos. Es un espectáculo que calienta en la noche invernal, porque siempre hace mucho frío. Hay algo de un ritual que nos reúne, que nos encuentra y los chicos lo viven de esa manera también", discurre Eladia a modo de invitación.