Un taller de reutilización de prendas comenzó este año en el Centro de Diseño e Industrias Creativas (Cedic), y es la primera vez que se habilita un espacio con estas características, que enseña con creatividad a reformar aquello que ya no se usa o pasó de moda. La propuesta es parte de una serie de actividades que ofrece el Centro Municipal de Distrito Antonio Berni en espacios culturales, clubes y vecinales, funcionan desde abril hasta noviembre, son gratuitas y también se replican en los otros distritos de la ciudad.
En un espacio amplio que dispone de mesas de costura y máquinas remalladora, collareta y recta, funciona el taller de reciclado de ropa. Cada asistente, hasta el momento sólo mujeres, lleva una prenda y siempre tiene una idea de lo que desea hacer; luego realiza la moldería para reformar la pieza, procede a cortar, hilvanar y por último, coser. "Vienen alumnas que saben costura y otras que no tienen idea, y se animan a probar. Lo importante es que puedan apreciar el proceso real de confección de una prenda, algo que está bastante desvalorizado, después todo es cuestión de práctica y mucho más que dos horas semanales", remarca la profesora Julia Trecu. El taller se dicta los lunes en Maipú 835, y las personas interesadas pueden sumarse en cualquier momento del año.
Otros espacios similares funcionan en varias zonas de la ciudad. El taller de diseño de indumentaria o de corte y confección en el Centro Cultural Viaducto Avellaneda (Bulevar Avellaneda 402), y desde la semana pasada también en la Casa Lgbti, Centro Social y Cultural para Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales (Córdoba 3650). "Necesitamos mayor difusión para que la gente sepa que en los barrios existen estos espacios con máquinas, telas y moldería a disposición de quienes tengan ganas de aprender", destaca la profesora del taller.
A cada una de las mujeres presentes una inquietud diferente les despertó su interés por la costura. Todas intentan encontrar otro destino para esa prenda que ya no usan, que no está a la moda, queda grande o chica, o ha sido de otra persona. Pueden ser reformas mínimas, la colocación de algún aplique y otros recursos que hacen que la blusa, pollera o pantalón luzca distinta. "Este grupo es muy distinto al resto de los talleres porque en la zona del centro la convocatoria es diferente. En los barrios, las mujeres llegan con la idea sólo de hacer ropa para los hijos y es necesario desvincularlas de esta visión, y que empiecen a hacer algo por ellas. Aquí no se las capacita para que inicien un emprendimiento porque se deben tener en cuenta muchas otras cuestiones además de aprender a coser. El taller es apenas una herramienta para crear a partir de lo que se tiene, y una forma de diferenciarse del resto de las prendas, que muchas tienen el mismo estampado y diseño". La coordinadora del taller también destaca que en Distrito Sur algunos varones también se animaron a la costura.
Julia reconoce que armar y desarmar prendas hechas es lo que más le gusta. Al igual que muchas alumnas que hoy siguen sus indicaciones, empezó un día a reciclar ropa, y sin tener conocimientos previos aprendió el oficio, se capacitó a través de cursos y talleres. Tuvo su marca de ropa, un espacio en el Pasaje Pan, y desde 2014 coordina varios talleres en barrios y centros culturales. "El mercado de ropa usada no es el mismo en esta ciudad que otros lugares del mundo, aquí solo encontramos ropa de personas fallecidas, en el Ejército de Salvación o en El Roperito. También a la gente le cuesta comprar este tipo de prendas reformadas, y no valoran su proceso", dice y señala que en el vestuario artístico es el espacio que mayor cabida encuentra el reciclaje de prendas.
Diferentes motivaciones
Al escuchar el relato y los intereses de cada una de las asistentes, este grupo sin dudas no es igual a otros. Camila (Chile), Katy (Australia) y Miria (Finlandia) hace más de cuatro años que viven en la Argentina, y son las primeras en explicar cómo llegaron hasta este taller. "Nos dedicamos a esto y trabajamos una técnica que se llama ecotextil que implica reciclar telas para hacer accesorios, bordados y otras cosas". Trabajan en la compañía de arte AME, una organización voluntaria integrada por 30 personas de diferentes nacionalidades que viven en comunidad. Hace unos meses se instalaron en Rosario, además tienen una marca de accesorios e indumentaria y dictan talleres de maquillaje y peluquería.
Otra de las alumnas es Nora, una estudiante noruega, tiene 20 años y estuvo en Rosario en el 2015 por un intercambio educativo. Un viaje de mochilera por Sudamérica, el reencuentro con amigos y su familia anfitriona la hicieron regresar al país, y también interesarse por la costura. "Quería hacer algo creativo y como todas mis amigas están estudiando, rindiendo materias o trabajando, encontré esta actividad". La joven proyecta confeccionar una remera y short a partir de un retaso de tela que encontró al azar.
Mailén es nieta de una costurera, asegura que siempre le gustó la costura y en especial el reciclado de ropa. "Confeccionaba mi ropa con retazos de telas y cosía a mano. Nunca había participado de un taller pero ahora quiero aprovechar la posibilidad de aprender con una máquina". Además cuenta que junto a una amiga vendían sus diseños de ropa en Ecuador y otros países durante su recorrida por América del Sur, esto le permitía solventar sus gastos y continuar el viaje. Mientras reforma un chaleco explica que lo hace porque no quiere comprar más ropa. La joven de 27 años es oriunda de Venado Tuerto y pronto emprenderá otro viaje.
Para Daiana, que procede de la misma localidad, esta es su primera clase. Admite que le gustaría iniciar un proyecto relacionado con el diseño y la confección de bikinis, sabe que para concretarlo debe adquirir experiencia en telas y moldería, algo que planea complementar con los conocimientos que ya tiene de crochet.
Tiempo de aprender
Del otro lado de la mesa, está Andrea. Su relato demuestra que cuando hay ganas es posible aprender el oficio, incluso pensar en una salida laboral. Nacida en Corrientes, se radicó en la ciudad hace muchos años y siempre trabajó de empleada doméstica, pero desde hace dos años se dedica a la costura. "Me enteré de los cursos, y así pensé en algo que pudiera hacer para independizarme y no cumplir horarios tan estrictos", dice la mujer de 41 años. Primero se inscribió en el Programa Rosario Emprende y participó de distintos cursos del ABC del emprendedor, que son espacios de formación de la Municipalidad de Rosario que ofrece una variada gama de herramientas para quienes deseen desarrollar un emprendimiento productivo. Recibió una ayuda económica y se pudo comprar una máquina de coser nueva; hizo un curso de alta costura, otro de comercialización, y hoy tiene un espacio en la feria de la Plaza López. "Me anoté en este curso porque sé muy poco del reciclado de prendas".
Como necesita mayor espacio para cortar la tela de un buzo para su hija, Lucía ocupa otra mesa del salón. Reconoce que hasta el momento sólo cosió para la familia y que tiene planes de dedicarse a esto, aunque todavía no probó reformar una prenda. "Siempre cosí a mano, cortaba las telas sin molde hasta que aprendí el procedimiento. Mis hijas crecieron y ya no les gusta lo que hago, por eso estoy probando hacer otras cosas y aprender nuevas técnicas", asume.
El taller de reutilización de prendas es una de las tantas propuestas culturales que se desarrollan en ámbitos municipales, clubes, vecinales y otras entidades intermedias, votadas en su mayoría por el presupuesto participativo. Bajo el nombre de Espacios Culturales, talleres, cursos y capacitaciones están coordinados por las áreas culturales de los seis Centros Municipales de Distrito de Rosario, con prácticas concretas que favorecen la creatividad, la expresión, la identidad y la inclusión sociocultural. Más información: www.rosario.gov.ar/web/ciudad/distritos. En el Distrito Centro: Area cultural, teléfono 4802999 (interno 480).