Algo que muchos de nosotros pensamos que no era posible finalmente sucedió: Donald Trump va ser el próximo presidente de los Estados Unidos. Es muy difícil para mí escribir estas palabras. Y a pesar de que se trata de un hombre extraordinariamente rico, su campaña fue construida en base a un populismo de derecha. Fue construida sobre reclamos racistas y amenazas de violencia. Fue profundamente sexista en su trato hacia las mujeres. Y así y todo fue elegido. Desde la elección, su retórica grandilocuente y sus ataques hacia las personas y las organizaciones progresistas, a la prensa y a los periodistas, e incluso hacia una serie de instituciones centrales para el gobierno, no han parado. De hecho, a veces hasta fueron intensificados. Por último, a pesar de que existe una abrumadora evidencia acerca de que el sabotaje informático ruso jugó un importante rol para influir los resultados de la elección a favor de Trump, éste simplemente lo negó. Siendo honesto, estoy muy preocupado acerca de lo que puede pasar después.
Trump es inestable, extremadamente egoísta, poco dispuesto a escuchar contraargumentos, y miente acerca de los hechos más importantes que determinan el futuro de nuestra Nación. Por ejemplo, ha dicho que hubo millones de votos "fraudulentos", un reclamo del cual no puede sostener ninguna evidencia concreta. De hecho, fue su partido el que puso en vigor leyes y políticas especialmente destinadas para suprimir la votación en un número considerable de estados, haciendo muy difícil entonces que las minorías pudieran ir a votar. Esto fue un claro objetivo del Partido Republicano, y tuvo éxito.
"Trump ha designado a una millonaria neoliberal ultraconservadora y religiosa para liderar el Departamento de Educación"
Una de las esperanzas de la gente ha sido que, tras la elección de Trump, pudiera moderar su extremada posición derechista y política corporativa. Pero ahora que ganó, estamos comenzando a observar que Trump es Trump. Lo que fue antes de la elección, es de hecho, el verdadero Trump. Para dar algunos pocos ejemplos, nombró a personas que niegan y rechazan el cambio climático para liderar nuestras agencias ambientales. Ha designado una millonaria neoliberal ultraconservadora defensora religiosa, quien no cree en la evolución ni en las escuelas públicas, para liderar el Departamento de Educación. La persona que ha designado para estar a cargo de las políticas nacionales en materia de salud se opone fuertemente a que las mujeres puedan tener algún tipo de derechos sobre sus propios cuerpos o derechos en materia de reproducción sexual; y ha liderado el avance en contra de una de las pocas agencias existentes de carácter no lucrativo que proveen de manera gratuita servicios de salud para mujeres pobres. Y la figura designada para ser nuestro Secretario de Estado —la persona encargada de nuestra política internacional— es el Ceo de una de las compañías de petróleo más grande del mundo.
Al mismo tiempo, sindicatos y sus líderes han continuado siendo atacados. El uso de Trump en Twitter para continuar con sus ataques muy personales a sindicatos, a la prensa, y a tantas otras gentes e instituciones parece llevarse toda la atención, mientras el espacio para discusiones sustantivas de los asuntos más importantes que nos rodean disminuyen.
Populismo derechista
Una de las cosas que esta elección ha demostrado es que las fuerzas económicas, políticas y culturales dominantes son muy buenas usando al populismo derechista para movilizar la ira de la clase obrera masculina ante la disminución de las oportunidades. Sin embargo, no fue solo la furia masculina la que fue movilizada. El 53 por ciento de las mujeres blancas votó por Trump. Dado su sexismo manifiesto, esta estadística es verdaderamente sorprendente.
Hasta aquí he compartido un panorama deprimente. Pero, en el intento de tratar comprender qué ha sucedido es esencial recordar una cosa: la mayoría de los votantes en los Estados Unidos no votó por Trump.
No obstante cuáles sean sus defectos, Hillary Clinton ganó cerca de tres millones de votos más que Trump. Pero debido a la peculiaridad de nuestro sistema electoral, por segunda vez en la historia reciente (George W. Bush es el otro ejemplo), un candidato proveniente del ala de la derecha ganó sin tener el apoyo de la mayoría de los votantes. El hecho de que la mayoría de la gente rehusó votar a Trump, tiene que darnos esperanzas.
Pero no seamos románticos sobre esto. Trump es solo una de las tantas figuras en el conjunto mundial de transformaciones que están teniendo lugar en la actualidad. En Inglaterra, Francia, Hungría, Polonia, Brasil, Argentina, Israel, e inclusive las naciones Nórdicas que tienen una larga tradición de democracia social, también en éstas y otras naciones, la derecha está creciendo. Sin lugar a dudas, necesitamos luchar en contra de estos movimientos. Sin embargo, también tenemos que preguntarnos por qué tanta gente es atraída por los mismos. Así, no solo debemos preguntar cómo y por qué la derecha ganó. De la misma forma e importancia, debemos de tomarnos muy seriamente la pregunta de qué puede y qué tiene que hacer la izquierda para recuperar el apoyo de estas personas. Lo anterior conlleva entonces un acto de autocrítica y de reconstrucción de políticas progresistas que no sean solamente una mera repetición de programas pasados. Esto será difícil. Pero es esencial si queremos derrotar los movimientos de derecha y las ideologías que van ganando fuerza.
"Nada de lo que estamos enfrentando ahora es más difícil que eliminar la esclavitud o la lucha contra las asesinas dictaduras militares"
Hay muy buenas razones para estar temerosos acerca de lo que va a pasar en el corto y largo plazo. Así y todo, me mantengo optimista, pero sin la ilusión de que el intento de desafiar estas fuerzas pudiera ser algo fácil. Sin embargo, habiendo sostenido lo anterior, es crucial recordar que los Estados Unidos ha enfrentado batallas similares en el pasado. Esto es también válido para Argentina. Tengo mucha fe en la gente de los Estados Unidos, en la gente de Argentina y de otras naciones. Nada de lo que estamos enfrentando ahora es más difícil que eliminar la esclavitud y la segregación racial legal en mi propia nación. Y nada de lo que estamos enfrentando ahora es más difícil que la lucha en contra de las asesinas dictaduras militares como las que tuvieron lugar tanto en su propio país como a su vez en otras naciones.
Nunca es automático que las posibilidades más críticamente democráticas sean las victoriosas. Cualquier cambio va a requerir acciones, movilizaciones, y en ocasiones, asumir riesgos reales. Tengamos en cuenta lo que el gran crítico cultural Raymond Williams sostuvo al recordarnos que estamos inmersos en lo que denominó como la "larga revolución". La lucha en contra de Trump y de la derecha en general es parte de aquella continua batalla.
(*) Michael W. Apple es un reconocido educador crítico de la Universidad de Madison, Wisconsin, EEUU y considerado uno de los pensadores más influyentes en el campo educativo del siglo XX. En el año 2013 la Facultad de Humanidades y Artes elevó la propuesta con la cual recibió el Doctorado Honoris Causa por la UNR. A partir de esta relación fraterna entre ambas instituciones, el presente escrito fue solicitado a través de la Facultad de Humanidades y Artes para el Suplemento Educación de La Capital. Traducción realizada en la Universidad de Madison, Wisconsin, para la UNR y La Capital, por José Tranier en el marco de una beca Fulbright de investigación en esa casa de estudios.