En sus rostros se percibe la alegría y satisfacción de trabajar. Capaces de cumplir con las tareas de un supermercado, aprendieron a reponer mercadería, atender la verdulería y les gusta conversar con los clientes. "No se trata sólo de un trabajo sino también de un aprendizaje para la vida, porque deben incorporar normas laborales, respetar los horarios y trabajar con otros", remarca el profesor Javier Rodríguez respecto de la pasantía no remunerada que realizan varios alumnos de la Escuela de Educación Especial Gurí Nº 1.230 en el Autoservicio San Cayetano.
El grupo que inició hace poco las prácticas laborales en este supermercado de barrio está conformado por seis jóvenes entre 18 y 22 años que en el marco de un proyecto de inclusión, cursan cuarto año de la escuela secundaria común. "Consideramos que los alumnos realizan grandes avances con este tipo de experiencia, principalmente en el proceso de alfabetización, en el fortalecimiento de su autonomía y desenvolvimiento social", señala el educador.
"Entendemos que las prácticas laborales son un aspecto imprescindible para los jóvenes que tienen alguna discapacidad y no acceden con facilidad a un trabajo, esta posibilidad colabora en su desarrollo como ciudadanos adultos y autónomos. Nuestra labor como escuela especial esta fundamentalmente abocada al resguardo de los derechos de estos chicos y chicas, y el acompañamiento institucional incrementa las oportunidades", prioriza el grupo de educadores a cargo de este proyecto laboral.
La propuesta surgió a principios de año con el objetivo de habilitar experiencias laborales por fuera del contexto escolar, lograr la familiarización con rutinas de trabajo y adoptar las responsabilidades que implica un espacio de este tipo. "Ese lugar que soñábamos encontrar algún día para estos jóvenes, hoy se está cumpliendo. Con un período de adaptación y con sus tiempos, se logró esta unión dentro de un negocio que enseguida nos abrió sus puertas", valora Rodríguez.
Proyecto de inclusiónJuan Montanari, Diego Amayola, Emanuel Fignoni, Cristian Gamarra, Martina Moreira y Mariela Sanguina son los alumnos y las alumnas que participan de la pasantía, rotan en grupos de dos cada dos meses y asisten los martes y miércoles de 9 a 11. Desde la escuela ubicada en Entre Ríos 3851, se trasladan en colectivo hasta el autoservicio de calle Buenos Aires al 2000. "Ellos se manejan de manera autónoma en su trayecto habitual de la escuela a la casa, pero cuando se trata de un recorrido nuevo, vienen acompañados siempre por un docente", señala Javier Rodríguez, profesor de educación especial, referente y orientador del grupo. "Los chicos tienen distintas discapacidades pero no nos detenemos en eso sino en cómo es cada persona y en las posibilidades que tiene para trabajar y expresarse. El objetivo principal del proyecto y de la escuela es brindarles una oportunidad a partir de lo que ellos pueden hacer y se trata de aprendan haciendo con el otro".
La Escuela Gurí funciona desde hace más de 30 años y se ocupa de las problemáticas de inclusión de los alumnos y las alumnas en la escolaridad común tanto de nivel inicial, primario como secundario. Este grupo de alumnos que cursa 4º año de la secundaria en la Escuela Nº 630 Justo J. de Urquiza, es parte de un proyecto de integración diferente que contempla de lunes a jueves un tránsito grupal por todas las materias, acompañados por Rodríguez, su docente especial permanente. Luego, los viernes asisten a la escuela especial para compartir y contar las vivencias de la semana.
Aprender de lo cotidiano
"Trabajar en un súper significa integrar muchas cosas de la vida cotidiana y que están en la casa", remarca Evangelina Simoes técnica en familia y minoridad. La institución ofrece otras actividades de formación laboral para sus alumnos a través de talleres de cocina, huerta y vivero pero nunca antes había contemplado la posibilidad de salir de la escuela. Los docentes expresan su agradecimiento al Autoservicio San Cayetano que enseguida se comprometió con los alumnos.
"Estas cosas se logran cuando nos ponemos en el lugar del otro, por supuesto que no todo es perfecto pero estamos dispuestos a mejorar y seguir creciendo. Dar un lugar es fundamental en cualquier trabajo pero más en la educación especial", dice el profesor, acompañado en este proyecto también por la docente en formación profesional Raquel Czata y el psicólogo Hernán Etchebarne.
Tarea asignada
"Siempre están contentos, valoran de manera especial la amistad, el compañerismo y la familia, y principalmente son responsables", valora con orgullo su profesor al presentar al grupo. Juan y Diego fueron los primeros que vivieron la experiencia de trabajar en un súper. "Acomodamos azúcar, yerba, jabón y muchas cosas más. También armamos pedidos, y me gustaría seguir trabajando", explica Juan. En cambio Diego estuvo en la caja del supermercado, aprendió a usar el scanner y asegura que hasta ahora esa es la actividad que más le gustó hacer. Durante los meses de agosto y septiembre es el turno de Cristian y Emanuel, y no pueden disimular la felicidad que sienten al trabajar, algo que el fotógrafo de La Capital registró mientras realizaban tareas dentro del supermercado. Mariela y Martina serán las últimas del grupo en participar de esta práctica laboral, escuchan con atención a sus compañeros y ya saben de qué se trata.
"Son chicos que todavía no están alfabetizados. Diego y Juan empezaron a leer hace poco, y a partir de esta experiencia, Emanuel también empezó a tener más contacto con la lectura. Las cosas que aprenden en el supermercado luego las trabajamos en clase en matemática, economía y administración para que tenga más sentido esta propuesta", dice el docente, conforme de los resultados y la buena aceptación que tuvo este proyecto en la comunidad educativa y también entre las familias.
Los docentes buscan replicar esta experiencia en otras empresas o negocios de la ciudad, y encontrar más personas dispuestas a darles una oportunidad a estos chicos y chicas. "Pueden hacer trabajos administrativos o de mensajerías, también de oficios como la construcción y panificación", animan. Esta etapa de adaptación al trabajo no se extiende más horas para que los alumnos no se desvinculen de la escuela.
Dispuestos a colaborar
Para el autoservicio, un negocio familiar de más de quince años, esta es la primera vez que participan en un proyecto con estas características. Germán Sarco, uno de los titulares junto a su hermana Juliana, cuenta cómo llega hasta ellos la propuesta. Evangelina, una de las docentes de la escuela, había sido empleada en este supermercado y pensó en ellos para concretar la práctica laboral. "Nos pareció importante darles un lugar a los chicos en el campo laboral, y nuestros empleados también nos ayudan a integrarlos y coordinar sus tareas. Los chicos son muy respetuosos y hasta los clientes preguntan por ellos. Hacen las mismas tareas que hacemos todos de ordenar, reponer mercadería, de limpiar, controlar o atender, que requieren de paciencia, tiempo y colaboración como en cualquier otro trabajo pero todo se puede aprender. Están muy motivados y se notan las ganas que tienen de aprender, vienen contentos y eso es bueno", destaca el comerciante con la intención de aportar un espacio para que se puedan desarrollar y ser felices.