Francesco Tonucci está convencido de que si una ciudad es mejor para las niñas y los niños es mejor para todos. Dice que ese es el corazón de la propuesta que difunde por el mundo. Y por eso pide al poder político tomar decisiones a escala de las infancias, que se proyecten espacios públicos seguros y de encuentro, en especial para los sectores más pobres. El pedagogo italiano, autor de las viñetas que firma como Frato, de numerosos libros y publicaciones, disertará en el Centro Cultural Parque de España, el miércoles que viene.
Tonucci es el autor del Proyecto Ciudad de los Niños. Como tal participará del Tríptico de la Infancia. Política y poética. Un congresito para adultos, organizado por el Gobierno de la Provincia de Santa Fe y la Municipalidad de Rosario, y que se extenderá entre el 17 y el 20 de octubre en La Isla de los inventos, la Granja de la infancia, el Jardín de los Niños, la Plataforma Lavardén y el Centro Parque de España. El encuentro convoca "a madres, padres, educadores, comunicadores, a quienes trabajan en vinculación con tareas educativas y pedagógicas, a programas sociales, clubes y vecinales, a todos quienes sientan interés por explorar de esta invitación". Se destaca la participación de representantes de veinte ciudades de la Red Latinoamericana de Ciudad de los Niños (más información en rosario.gob.ar).
Respeto por las infancias
Antes de su llegada a Rosario, Francesco Tonucci compartió con La Capital su mirada sobre cómo construir una escuela respetuosa de las infancias, al poner el acento en el desarrollo de las capacidades y potencialidades de las niñas y niños, más que en los programas y resultados.
—"La ciudad de las niñas y de los niños: una nueva filosofía de gobierno de la ciudad" es el tema de su disertación en Rosario. ¿Qué caracteriza a esa filosofía de gobierno?
—Tratar este tema en Rosario es fácil, porque Rosario ha entrado en esta filosofía de gobierno hace mucho tiempo. Son más de 20 años que estamos trabajando juntos, que tiene Consejos de Niños, que los niños se ocupan de expresar sus ideas para promover cambios en la ciudad. Por un lado el tema es simple, por otro muy complejo. La parte compleja es que en los últimos años, muchas de las elecciones que la ciudad ha hecho son a medida de los adultos, especialmente de adultos conductores de autos. Y por lo cual una ciudad que elige a medida de un adulto, varón y trabajador va perdiéndose, olvidándose de los que no son adultos, no son varones y no son trabajadores. Y esta es la situación de la cual nace y se mueve nuestra inquietud, nuestra propuesta. Es decir, asumimos los niños no tanto y no solo para representar a los niños sino para representar a todos los que están afuera del poder, de la escucha, de las decisiones. Por lo cual podemos decir que si una ciudad llega a ser mejor para los niños será mejor para todos. Este es un poco el corazón de la propuesta. Nosotros pedimos a los niños participar del gobierno de la ciudad con sus ideas no porque sean mejores que nosotros, los adultos, sino porque son distintos, porque tienen otro punto de vista que enriquece el nuestro. Y por tanto un intendente que llega a escuchar a los niños llega a ser un mejor intendente para todos.
—Este congreso convoca a los adultos: educadoras, educadores, padres, madres... Pero aún hay muchos adultos que sostienen que "los chicos no pueden opinar de todo" o bien "que son chicos para hacerlo" ¿Qué responde ante esas afirmaciones?
—Creo lo contrario, que los niños a pesar de lo que saben o de sus competencias, viven con nosotros y les toca soportar las decisiones que tomamos. No importa si no piensan como nosotros, pero viven en nuestra ciudad y si hay cosas que no funcionan o funcionan mal y que les impiden, por ejemplo, hacer lo que ellos necesitan, como jugar, jugar libremente sin tener que tener adultos que los controlen de cerca, todo esto los niños lo viven desde su punto de vista. No es tan fácil para nosotros interpretarlos y consultarlos, por eso el proyecto propone la escucha de los niños. Por otro lado, hay que destacar que en este congreso participan representantes de varios países latinoamericanos que adhieren al proyecto Ciudad de los Niños al que nosotros representamos. Por lo cual es un encuentro muy importante porque vamos a encontrarnos para intercambiar experiencias, para seguir adelante, donde Rosario asume el papel de coordinación de la Red Latinoamericana de Ciudad de los Niños. Yo espero mucho de este encuentro.
—En una crónica que publicó La Capital esta semana, una mamá valoraba el espacio de la escuela para que sus hijos jueguen, porque la plaza de su barrio, de una zona marginal de la ciudad, no pueden hacerlo libremente por las constantes balaceras. ¿Cómo pensar una Ciudad de los Niños cuando aumenta la pobreza, hay más necesidades de comedores que de escuelas, y nenas y nenes están sometidos a una violencia que no eligen vivir?
—Son problemas que tenemos que poner en la mesa, y enfrentarnos. El tema de la plaza que plantea, que es invivible para los niños, eso es insoportable. Un niño del Consejo de Rosario decía que hay que cuidar el espacio público porque para muchos es el único. Exactamente, las personas de las que usted habla, las más pobres, las que tienen mayor necesidad, muchas veces no tienen espacios privados, en el sentido de que no tienen espacio en su casa, no tienen un patio, un espacio para jugar. Estos niños necesitan que el espacio público sea un espacio de garantía, abierto, seguro, donde puedan encontrarse con otros niños. Este es un reto político, es lo que tenemos que pedir a los políticos: que inviertan en la seguridad del espacio público más que en el tráfico. El tema es que entre autos y niños hay un conflicto importante, fundamental, que obliga a los adultos a elegir con quién estar. En nuestro proyecto esto pide que los intendentes, los gobernantes, que adhieren hagan una elección muy clara, muy fuerte: estar con los niños, con los peatones, con los ancianos y si es necesario no estar con los autos; es decir reducir el poder de los autos de manera de aumentar la posibilidad de vivir la ciudad de parte de los ciudadanos.
—¿Cómo se piensa una escuela respetuosa de los derechos de las infancias?
—Una escuela respetuosa de las infancias es una escuela que asume como su objetivo que cada alumna y cada alumno puedan desarrollar sus personalidades. La escuela no debiera tener como objetivo principal conseguir un buen nivel de aprendizaje ni asumir como puntos de referencias los programas sino las capacidades y las potencialidades de cada uno de sus alumnos. Una escuela respetuosa es una escuela que ayuda a los niños a descubrir lo que más les gusta hacer, lo que saben hacer más, lo que es su vocación y desarrollarla hasta lo máximo posible. Esto no lo digo yo como pedagogo, sino que lo dice la ley argentina. El artículo 29 de la Convención de los derechos del niño, que vosotros asumiste en el 91 y pasaste a la Constitución argentina, uno de los pocos países que lo ha hecho, dice lo que señalo: el objetivo de la educación es el desarrollo de las vocaciones de cada uno de los alumnos, de los niños y de las niñas hasta los niveles máximos posibles. Creo que si la escuela asumiera esto como su objetivo y su papel, ya tendríamos buenos resultados.